RAINER
El silencio fue más que sepulcral mientras todos los pares de ojos se encontraban en nosotros dos, que de igual manera manteníamos nuestras miradas el uno en el otro. Me permití admirarla un poco más, intentando grabarme en lo más profundo de la retina su imagen; su hermoso rostro, recordando lo cálido de su piel y su fragancia.
Amelie Steinfield. Mi preciosa chica de la oscuridad.
Te amo.
—Quiero que te vayas— dijo, porque le pedí que lo hiciera.
Necesitaba oírlo de ella para poder seguir adelante con esto, recordándome internamente el cumplir mi palabra.
Nunca creí que llegaríamos a este punto, pero ya no tenemos más opciones, y si ella quiere hacer las cosas por su cuenta, la dejaré hacerlo, a pesar de que eso me consuma y destruya por dentro.
Respiré profundamente y me giré para caminar hacia la cabaña. nuestras palabras ya estaban dichas, y ahora solo me quedaría alejarme de este pueblo, y alejarme de ella por un tiempo.
Al llegar a la cabaña, Dunkel estaba en la puerta del patio, esperándome. Movió la cola al verme, pero rápidamente su semblante alegre cambió al sentir mi estado de ánimo, sin perder tiempo se acercó a mi y me pidió mimos con su cabeza. Toqué sus orejas con suavidad y suspiré.
—Ya es hora de irnos, compañero.
Entré en la cabaña, encontrándome con Faith, Mayra, Jia y Walter, los últimos dos poniéndose alerta al no saber quien estaba irrumpiendo en el lugar.
—¿Rainer?, gracias a los Dioses eres tú— soltó Jia al verme —, por un momento pensé que tendríamos que enfrentarnos a algo.
—Tranquilos, todo quedó resuelto por hoy— me dirigí a las escaleras con Dunkel siguiéndome de cerca.
La mirada de los cuatro cayó sobre mí, pero no le di mucha importancia, solo seguí mi camino por las escaleras hasta llegar a la habitación que comparto— mejor dicho, que compartía— con mi preciosa.
Busqué un de las maletas que dejamos en el closet y rápidamente comencé a guardar mis pertenecías, pues consideré que mientras más rápido hacia todo, más rápido podría asimilar el irme sin dar vuelta atrás.
Escuché a los lejos como todos entraban en los terrenos de la cabaña Kenner, algunos aún discutiendo lo que han presenciado, otros intentado ver como podrían resolverlo. Preferí hacer oídos sordos a todo eso y concentrarme en guardar todo con rapidez, pero las inesperadas presencias en la habitación no se hicieron esperar.
—¿Qué crees que haces? — preguntó Aaron con voz seria.
—Cumplir con lo que prometí.
—Rainer, no puedes irte, y lo sabes— habló Gen —. Todos te necesitamos aquí, Amelie te necesita a su lado —se acercó unos pasos —, no pueden dejar que sus diferencias y discusiones los separen de esta forma.
Suspiré. —Las cosas no son tan asi como creen, pero deben saber que tengo que irme.
—¿Y piensas que me quedaré tranquilo con esa respuesta? — exclamó el hibrido Steinfield —, pues te equivocas, pequeño ángel. Podrás ser muy poderoso y asombroso, Rainer Sanderson, pero para mi eres mucho más que eso, incluso eres más que solo el destinado de mi hija; eres parte de mi familia, un hijo para mi.
Nunca he dudado del cariño que Aaron desarrolló hacia mi, pero es primera vez que lo verbaliza de esta manera tan dulce y sincera, que causó que me quedara mudo y estático.
—Y prefiero mil veces ver el mundo destruido antes de verlos a ustedes dos acabados, con solo imaginármelo me hiela la sangre— se acercó, colocando sus manos en mis hombros —. Eres como mi hijo, Rainer, y quiero tener mis ojos en ti de la misma forma que lo hago con Amelie, cuidarlos a ambos.
—Aaron tiene razón, Rainer— Gen se le unió —. Ya eres otro hijo para nosotros, uno más de la peculiar familia que creamos, y no queremos que te alejes. Quédate, por favor.
Sus palabras me conmovieron más de lo que creí posible, pero no puedo hacerlo, nos después de prometérselo a Amelie, no después de haberle jurado desde mucho antes todo esto.
—No se imaginan cuanto valoro sus palabras, y también los ciento como otros padres para mí, sobretodo que ustedes si conocen mi naturaleza sobrenatural— comencé —, pero no puedo quedarme aquí, no mientras Amelie no lo quiera así.
Ambos adultos compartieron una mirada.
—¿Qué fue lo que pasó entre ustedes? — se aventuró a preguntar la híbrida.
—Nada.
—Ajá, nada— bufó el rubio —. ¿Acaso quieren tomarse un break de su relación?, ¿No quieren vivir más juntos?, ¿o solo están en esas raras facetas donde las suelen usar la frase "el problema no eres tú, soy yo"?
Ojalá fuera algo normal como eso.
Claro que no, Amelie sigue siendo mi novia de la misma forma que yo soy su novio.
—¿Entonces por que te vas? — Gen me miró con curiosidad.
—Porque es lo correcto para ella— expliqué —, tal vez para ustedes y el resto del mundo sea la mayor locura, pero para Amelie no lo es, y eso es lo que pienso respetar.
Aaron se pasó las manos por el pelo y el rostro exasperado, no sabiendo muy bien que decir o hacer, por su parte, Genevieve parecía intentar comprender nuestra decisión, por muy extraña que fuera. Los ojos del hombre me miraron fijamente.
—Dijiste que la cuidarías hasta el final— expresó Aaron.
—Y también dije que la única forma de separarnos era si ella lo quería.
—Rainer— llamó Gen —, sabes que Amelie te necesita en su vida.
—Y yo a ella, pero no voy a obligarla a tenerme cerca cuando no quiere— sentencié —. La amo tanto que estoy dispuesto a estar lejos solo para que haga lo que ella desee.
—¿Y que es lo que desea? — quiso saber el rubio.
—Ser libre con su propia naturaleza.
Ambos se quedaron en silencio, mientras que yo seguí empacando mis cosas.
La situación no es fácil de entender y lo comprendo, pero no hay vuelta atrás a esta decisión, por lo menos no por ahora, y menos si ella no dice lo contrario. Terminé de ordenar la maleta y le dejé sobre el suelo, los padres de mi novia seguían mirándome, pero no sabían que más decirme, asi que simplemente me acompañaron a la sala de estar. Creo que lo mejor será despedirme y dar explicaciones no tan profundas antes de irme.