—¿Podrían callarse? —pidió una chica de anteojos y cabello azul chicle, tratando de calmar el bullicio— Van a dejar sin oídos a la pobre.
Como podrán inferir, la "pobre" era yo.
¿En qué sentido lo dices?
Mis compañeras de cabaña eran algo... intensas. Si creyeron que Laura tenía sobredosis de azúcar, el resto de las chicas se habían comido una confitería entera. Aunque muchos de ustedes ya estarán pensando que esto me incomodaba, al contrario, me sentía feliz de que ellas estuvieran tan emocionadas del conocerme.
Habían armado una fiesta en la cabaña para recibirme. Globos con mi nombre, un cartel gigante colgado con la frase "Bienvenida Azucena" y una mesa llena de dulces; ¡Es que era un bonito recibimiento!
Nadie se había tomado tantas molestias conmigo. Ellas eran unas desconocidas para mí, y para ellas yo era símbolo de celebración.
Necesitamos amigas como ellas, las anteriores eran unas idiotas.
Muy cierto, conciencia.
—¡Ana Clemencia, no seas una aguafiestas! —grito Lu acercándose y sujetándome del brazo para llevarme con las demás.
Las chicas querían reírse, pero se contenían. Por mi parte, aún no estaba segura si le tenía confianza para burlarme de su nombre.
Ana Clemencia enrojeció de la vergüenza y la furia.
¿Quién le puede culpar? Sus padres la condenaron a una larga vida de bromas y chistes malos. Pero se contuvo de responder y convirtió su rostro en uno muy amable.
Esperen, si Lu estaba aquí, ¿dónde había dejado a Helena?
—Azucena, ¡bienvenida al club de desgraciadas! —chilló ella acompañada de la risa de una de las chicas y la cara de indignación de las otras dos.
¿Club de las desgraciadas?
—Esta es Ana Clemencia —comenzó Lu a presentar a las chicas— Nuestra queridísima jefa de cabaña. Procura seguir tus reglas o te jalara las patas por la noche.
—Prefiero que me llamen Anne, Laura Pe-tro-ni-la —aclaró mirándola con rabia.
Lu no le hizo caso, y continuó:
—Ella es Trinidad del Rosario, mejor conocida como Trix —señalo a la chica de cabello rosa que se había reído con Lu— No toques sus cosas si no quieres morir— Lo dijo en casi en un susurro pero todas pudieron oírla.
—Suelo ser muy cuidadosa con mis cosas —se defendió Trix extendiéndome la mano.
—Y finalmente, la única que tiene un nombre decente... —Lu hizo mímicas de tocar unos tambores— ¡Catalinaaaaa!
La pelirroja del grupo se inclinó varias veces como agradecimiento por su presentación. Toda una diva.
Sé que es muy pronto para decirlo pero... ¡Que majas!
—Un gusto conocerte, Azucena —dijo con tono pícaro y me ofreció unas papas de un plato.
Lu se lanzó hacia las papas, cogiendo un puñado. Yo solo cogí dos para no perder la educación, y las demás rieron.
—Agarra todos lo que quieras —me recomendó Trix— Tenemos comida para todo el verano.
—Cierto —apoyo Lu con la boca llena— Nos pasamos con traer bocaditos.
—Somos un desastre para la organización —me sonrió Catalina— Tendrás que acostumbrarte a eso.
—Puedo hacerlo —contesté hundiendo mis hombros.
—Bien, vamos a que escoger tu cama —anunció Anne entusiasmada— Todas arriba.
Sé que no les he descrito la cabaña, pero ya háganse una idea de que era algo grande. Tenía dos niveles. La primera planta era como un lobby con un pequeño comedor y una cocina. Como era de imaginar, todo era de madera. Las paredes estaban pintadas de blanco con dibujos de flores y enredaderas.
Todo muy agradable.
Ellas comenzaron a caminar hacia las escaleras.
Catalina y Trix estaban hablando entre murmullos, Lu aún continuaba comiendo las papitas del plato y Anne se plantó a mi lado para no dejarme sola.
—Vienes de la ciudad cercana, ¿verdad? —me preguntó Anne.
—Sí
—La gran mayoría de campistas viene de la capital y... —iba a agregar algo pero Lu la interrumpió.
—Por eso, siempre solemos ser los mismos —reprocho Lu con la boca llena— Ya ves porque nos animamos mucho con los nuevos.
Anne debió ver mi rostro de confusión, por lo se puso a explicar la situación:
—Cada año, solo entran de 10 a 15 chicos nuevos. Como sabrás, la cantidad de postulantes es enorme. La Sra. Eleine me dijo este año llegaron más de mil solicitudes y que fue un reto elegir a tan pocos, con muchos chicos brillantes.
¿Brillante? Así no sería como me definiría.
Aún recuerdo el día que el anuncio del campamento apareció en mi perfil de Facebook. Fue a mediados de Julio, cuando fui toda emocionada a mi mamá para decirle que quería intentarlo. Al fin de cuentas, no perdería nada. Rellenamos la solicitud y me olvide del asunto hasta el inicio de diciembre.
Llego un mensaje a mi correo sobre que había sido pre-seleccionada y que debería redactar un ensayo sobre mí. Esa época estaba tan deprimida, que deje que mi hermana lo redactara por mí mientras yo le daba mis ideas. Sé que fue deshonesto, pero Lilia lo hizo tal como yo lo hubiera escrito. Ya por el final de las fiestas navideñas, me mandaron la noticia de que había entrado.
Y se preguntaran, ¿Qué tenía yo para que me eligieran?
Pues nada la verdad, solo sabía tocar el Titanic en la flauta y desatorar los baños de mi casa.
Mi hoja de vida estaba más vacía que yo.
—Dan un nuevo campista a cada cabaña, a veces dos, depende de los cupos —continuo explicando Anne— El próxima año habrá dos espacios disponibles, Laura y yo cumpliremos la mayoría de edad este año.
—Oh, no me hagas acordar eso —movió Lu su mano en signo de fastidio— Cuando llegue el último día, recién lo hablamos.
Anne puso los ojos en blanco y comenzó a subir las escaleras.
...
La segunda planta sí que era acogedor. El techo era de dos alas, por lo que la habitación parecía un ático pero más amplio e iluminado con pequeñas ventanas. Las camas eran pequeñas y estaban todas con unos cubrecamas celeste pastel, como el de sus camisetas. Estaban ubicadas en dos filas, haciendo un pequeño pasillo en el medio para que podamos pasar al baño del fondo. En la parte izquierda, había dos camas y en la derecha, tres. Al lado de cada una, había una mesita de noche con dos cajones. Debajo de las camas, había unos cajones que suponía que era para guardar la ropa.