Le Dije Adiós A Las Citas Amorosas

Veinte

Dedicado a Ericka M 

 

 

Turquía - Estambul


ATESH ÖZDEMIR

Desde nuestra llegada al aeropuerto de Estambul y luego hacer una parada en la mansión de mis padres para descansar el siguiente par de días fue movido para mi.

La casa que había escogido para vivir con mi hija estaba lista para ser habitada por mi pequeña familia compuesta por mi Defne y yo, aun tenía a mamá rogando para que vivamos en la mansión hasta que la bebé este un poco más grande sin embargo le dije que era necesario que yo disfrute sólo está nueva etapa de mi vida.

Ella comprendió y aceptó.

—Ha quedado hermosa tu casa —pronunció mamá luego de un momento de silencio mientras estábamos en el balcón que daba vista  al jardín.

Mi brazo descansaba en sus hombros mientras ella rodeaba mi torso con sus brazos apoyando su cabeza en mi hombro derecho, podía oler el shampoo de flores que ella utilizaba estaba mezclado con el perfume de papá.

—Gracias a ti.

—¿Dónde quedó yo? —Pregunto Alev a nuestras espaldas, mamá y yo giramos nuestros rostros para verlo quitándose unas gafas de sol.

—Ven aquí, hay espacio para ti mi chico guapo —mamá quita su brazo derecho de mi torso y lo extiende para que Alev sea parte de nuestro abrazo.

—¿Ahora yo donde quedó? —me quejo, sólo por molestar y mamá pellizca mi costado izquierdo y Alev me saca la lengua.

—Siguen siendo unos niños celosos ambos —intercala su mirada entre los dos y sonríe nostálgica como recordando algo que caliente si corazón de amor— Extraño cuando apenas eran unos bebés en pañales y les gustaba correr por la casa o cuando hacían tortas desastrosas.

—Mamá, rompes nuestro cuore —mi hermano apoya su rostro en el hombro de mi madre para eso tiene que agacharse un poco y es divertido por que parece que se va a torcer el cuello en esa maniobra— Quieres decir que nos mentias cuando decías que lo hacíamos bien.

—Culpen a Egan, era otro niño junto a ustedes y no hacían bien un pastel estando junto con él.

—Señora Özdemir, eso no tiene nada que ver con lo que decía Alev.

—Cuando estaban conmigo si hacían bien, con Egan no ¿Contentos?

—Eres la mejor mamá del mundo. —elogia mi hermano.

—Eso ya lo sabía. —se regodea la mujer en medio de nosotros.

—Papá sal de mamá, así es aburrida. —bromea Alev ganándose un golpe en su nuca.

Voy a extrañar estos momentos.

***

Era la segunda vez que le pedía ayuda a mi hermana en algo demasiado importante para mi, la primera vez no dio resultado y ella no estaba contenta de ayudarme a elegir un anillo de compromiso.

Esta vez sería más tradicional y escogería dos anillos de compromiso, no sólo uno como aquella vez para una mujer la cual creí amar, ahora aquel momento no era más que un recuerdo lejano, de eso ya se cumplirá un año.

—Vaya, vaya.

Aquella voz cargada de ironía en esas dos simples palabras me hicieron levantar la cabeza y girar sobre mi lugar para encontrarme con Tugce,  que cargaba un par de bolsas de algunas tiendas de ropa que antes solíamos ir juntos.

—¿Por qué intentaste huir con mi hija? ¿Por qué no contestas mis llamadas o las del abogado?  — no me moleste en saludar y lance ambas preguntas más sereno que pude ocultando mi molestia.

—Te recuerdo que también es mi hija, no estaba huyendo solo iba de viaje —se encoge de hombros como dando poca importancia a lo que dice— Y si no contestó las llamadas es porque... ando ocupada.

—Ocupada para ti es estar de compras, medirte vestidos, ir al gimnasio, contar chismes de las chicas de la sociedad y ¡oh! leer libros es algo que ya no haces hace mucho ¿Me equivoco?

—Para nada —la sonrisa en sus labios y su acercamiento hacia mi, me hizo saber que nada de lo que le dije la afecto— Al parecer recuerdas mi rutina demasiado bien, sólo te equivocas en los libros, leo más que cuando estaba contigo por que ahora me debo hacer cargo de una maldita empresa que esta a dos pasos de ser historia.

Su rostro lleno de frustración me hizo entender que no la pasaba bien, pero aun así se mantenía recta y con esa mirada altanera que nunca dejaba de  lado, recuerdo haberla visto llorar una vez en todo nuestro noviazgo y era por que no pudo conseguir hacer sentir a su padre orgulloso.

Nuestros brazos se rozaron cuando se puso a mi lado y miró los anillos que yo hace segundos estaba observando.

—¿Ahora te vas por lo tradicional? ¿Crees que le entre uno de estos anillos en su dedo? —ambas preguntas destilaban cierta burla y desagrado.

—No tengo por que responder esas estúpidas preguntas señora Yildirim —respondí molesto, como había dicho estaba siendo demasiado bueno con ella y era momento de frenarla— Salgamos de aquí.

Tome su brazo sin ser brusco y la saque de la joyería, ella no dijo nada solo siguió caminando por donde la guiaba hasta una cafetería que por arte de magia estaba casi desolada, no  había más que el personal de que trabajaba allí, sus miradas sobre nosotros no se hicieron de esperar, una parte de mi estaba odiando el haber aceptado un papel protagonico de una telenovela turca hace un par de años, además a causa de mis hermanos era reconocido por muchos.

—Siéntate y más te vale no huir Tugce Yildirim —la señalé con mi dedo antes de ir con la que parecía ser la encargada del lugar para pedir que la  cafetería este sólo cerrada para mí.

Gran sorpresa me lleve cuando me dijo que ya estaba reservado por mi adorada hermana.

—Antes que lo hagas, hablaré yo —pidio apenas tome asiento frente a ella— Athena hablo conmigo, por casualidad me la encontré en una exhibición de arte y llegue a aún acuerdo con tu querido Tomatito.

La mire alzando una ceja, nunca la había visto nerviosa y ¿vulnerable?, la vi tomar aire y luego expulsarlo mientras miraba algún punto sobre su hombro derecho.




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