Le Dije Adiós A Las Citas Amorosas

Veintitrés

 




 

Turquía - Estambul


MICAL ETHRIDGE

Estaba más que furiosa, nunca me había sentido así ni cuando los chicos de la escuela solían insultarme por mi sobrepeso o como me veía.

"Fue un pedido de ella" "Ella no quería verte mal" "Fue por tu bien"

Como odiaba esas frases y que las personas se tomen atribuciones donde no deben, hasta la hermana trilliza de Atesh sabía lo que sucedía con mi abuela y yo no.

¡Yo no! ¿Por qué?

Ellos eran unos extraños, soy su nieta, su sangre, a veces no comprendía a mi abuela.

Cuando llegamos al hospital me sorprendi por la rapidez con la que atendieron a mi abuela, parecía que todos los doctores y enfermeras estaban ahí sólo por ella, no comprendía lo que Atesh hablaba con ellos, pero cuando el podía traducía lo que estos decían por que si no me iba a volver más loca de lo que ya estaba.

Una de las chicas que atendía a mi abuela se apiado de mi y comenzó a hablarme en inglés comentando que es lo que pasaba con ellla y lo iban a hacer con mi abuela, pues Atesh hace unos minutos lo había perdido de mi vista.

Ya más tranquila me fui a la sala de espera pues no podía hacer más que esperar a que ellos hagan su trabajo.

Miraba a un punto en específico de aquel pulcro lugar, Atesh hace unos minutos también estaba aquí pero sentado al otro lado del sala y era lo mejor por que ahora estaba muy molesta con él.

Levanté la mirada cuando escuche pasos  y murmuros de más personas llegando a la sala de espera.

No debí hacerlo, pero la rabia y la posiblidad de perder a mi abuela me cegaron, apenas estuve cerca de la chica pelirroja alce mi mano y la estampe en su mejilla, está cayó al suelo sorprendida por el golpe que recibió y yo lo estaba mucho más.

—¿¡Pero que te pasa!? —aquella exclamación me sacó de mi estado de letargo, era Atesh reclamando.

—Es... ¡Fue su culpa!  —estalle molesta mirando a la chica que era ayudada por su padre y hermano menor a ponerse de pie—  ¡Mi abuela está así por ella, ella la llevo a esas fiestas, si lo abuela se hubiese mantenido tranqilla y en casa no estaría así!.

Me queje con molestia, mi mirada seguía en la chica que tocaba su vientre y al parecer le costaba respirar.

—Ella no tiene la culpa de nada, tu abuela quería disfrutar los días que le quedan, Ethridge —gruño Atesh, su mirada llena de odio estaba dirigida a hacia mi, se estaba conteniendo en lanzarme todo su odio en base a  palabras, por que ambas manos las tenía apretadas en puños— Mi hermana es inocente y en tu vida vuelvas a ponerle una mano, ella puede estar media loca pero en su estado no merecía lo que hiciste, si algo pasa con el bebé no te lo voy perdonar. 

Me señaló con su dedo aún así no baje la mirada, en este momento lo único que quería es que todos sintieran el dolor que sentía yo justo ahora, no me importaba más que la salud de mi abuela.

No baje la mirada hasta que caí rendida en el sofá de aquella sala, mi cabeza daba vueltas y mi corazón latía a una velocidad considerable, en estos momentos no me arrepentia de mi arrebato pero más adelante estoy segura que lo haría.

***

—¿Tu debes ser Mical? —levanté la mirada hacia la persona que se había parado frente a mi, era la misma chica que me hacía hablado en inglés y lo hacia ahora también.

—Sí, soy yo ¿Cómo está mi abuela? —pregunte poniéndome de pie de inmediato— ¿Puedo verla?

—Tranquila —pidió con su mano sobre mi hombro— Ella está bien, pudo ser estabilizada y atendida a tiempo por los mejores doctores de este hospital y podríamos decir de Turquía. No todos los pacientes tienen ese privilegio.

—Supongo que gracias. —dije con un intento de sonrisa.

—Podrás verla en media hora, yo misma vendré a llevarte.

Luego de ver a mi abuela los siguientes días pasaron lentos y tortuosos, asimismo el arrepentimiento llegó.

Los padres de mi novio se mantuvieron en silencio luego de aquel bochornoso momento y aunque no dijeran nada podía ver en su miradas lo mucho que les molesto que lastime a su hija, más que todo el señor Hades que no fingia su molestia estando en la misma sala de espera.

El no me daba  ni el saludo y así lo prefería sin embargo su esposa, me daba los buenos días y preguntaba por mi abuela o como me encontraba yo. Era una mujer atenta que trataba de mantener la paz en aquella sala de espera, pues Athena termino en el hospital después de la cachetada que le propine.

No me atreví a verla  hasta el día de hoy, tres días que sólo se de ella gracias a su mamá y Sinam su hermano menor que a pesar de la molestia de ese momento comprendió  mi reacción pero no la aprobó.
Sobre Atesh trataba de evitarlo la mayor parte del día, además el tampoco hacia mucho para hablar conmigo ya que siempre paraba en la habitación de Athena.

—Creo que dejamos pasar mucho tiempo  para hablar sobre algo ¿No crees?  —me tense al escuchar aquella voz que por días había anhelado y mucho más su calor.

Atesh rodeaba mis hombros con uno de sus brazos, no estábamos dentro del hospital si no en el jardín del mismo al cual yo había huido cuando él decidido aparecer en la sala de espera.

—Lo siento, hable con mi abuela y ella me comento todo, no debí haberme exaltado de esa manera y agredir a tu hermana...

—Alto, detente, no sigas  —mis disculpas  estaban siendo interrumpidas y no entendía por que hasta que el volvió a hablar— Disfrutemos de este momento para luego hablar seriamente sobre muchas cosas.

Asenti sin negarme a su pedido creo que ambos necesitabamos un momento juntos en silencio como si lo de hace tres días no hubiera ocurrido, como si todo fuese normal cuando en el fondo sabíamos que estaba resquebrajado, roto.

No se cuanto tiempo estuvimos así observando a algunas personas caminar y a otras ir y venir apresuradas.




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