Ideó un plan para acercarse al grupo de Giselle de manera que se viera lo más normal posible. Empezó el día con Xanath, Laila y Emilio. Solo tendría que aguantar la primera clase del miércoles que había sido Matemáticas, ya que la profesora de Geografía había cancelado la clase de aquel día, por lo que las tres horas libres previas las había pasado en la biblioteca con Emilio. Lamentaba el hecho de que lo abandonaría por segunda vez, pero pensó que si era lo suficientemente listo buscaría un par de amigas mejores que ellas.
Cuando el profesor dio la clase por terminada, puso el plan en marcha. Salió primero del aula, junto con Xanath, Laila y Emilio. El paso con el que avanzaban le favoreció y facilitó un poco, pues dio el tiempo necesario para que Giselle y su grupo salieran del aula.
— Adelántense ustedes, tengo que hacer algo. En un momento los alcanzo —. Les dio la espalda y bajó las escaleras. Las alcanzó antes de que llegaran al primer piso. Todas iban enfrascadas en lo que parecía una conversión divertida. Iban riendo, pero la que más destacaba por ser un poco particular era la risa de Aidée.
— Hola — saludó porque la educación siempre es primero.
— Hola — respondió Giselle. Del grupo era con la que había intercambiado al menos un par de palabras antes, a las demás solo las había saludado el día que se presentaron, antes de la clase de dibujo.
— ¡Hola! — también Aidée respondió, algo que no esperaba y que no sabía por qué le sorprendía. El grupo daba la impresión de ser amable y divertido.
Las otras chicas les siguieron después. Nancy respondió con un casi inaudible “aló” y el típico movimiento que hacía de la mano acompañado de su típica sonrisa que era solo un estiramiento de comisuras que adelgazaban sus labios.
El pretexto para acercarse fue preguntar algo acerca de la clase de aquel día. Aunque no tenía duda alguna, tuvo que mentir y pidió ayuda para que se lo explicaran.
— Si no es mucha molestia — el tono que Gibran empleó se acercó un poco a una súplica, y si hubiera querido humillarse más se habría puesto de rodillas, pero no habría sido una buena opción mientras bajaban las escaleras.
— ¡Por su puesto que sí! Nosotras tampoco tenemos idea sobre el tema, pero supongo que juntando lo que cada una entendió podemos armar algo — respondió Aidée y siguieron avanzando hacia la cafetería.
Se percató que en el grupo había una chica que no había visto antes. Dedujo que pertenecía a la sección B y por eso no se habían encontrado en ninguna clase.
Al llegar a la cafetería tuvieron la suerte de encontrar una mesa vacía. La ocuparon, pero eran un grupo extenso de seis personas para una mesa de cuatro asientos.
— Siéntense ustedes, yo puedo estar de pie, no hay problema — cuando terminó de decir eso, Aidée llegó con una silla que Gibran no supo de dónde sacó.
— Si nos acomodamos bien cabemos todos — comentó Aidée, mientras colocaba la silla a un lado.
— Yo tengo que ir al gimnasio, nos vemos después — la chica que no le sonaba de ningún lado tomó su mochila, hizo un movimiento con la mano y se fue. Llevaba un leggins negro y una playera azul de manga corta, ropa cómoda para entrenar.
— ¡Adiós, Lucero! — se despidieron a coro las chicas. Gibran movió la mano, pero Lucero no lo vio porque les dio la espalda. Al menos había aprendido su nombre, ya tendría tiempo de convivir con ella después.
Entre las chicas empezaron a explicarse mutuamente hasta que comprendieron el tema. Efectivamente, juntando las ideas que tenía cada uno lograron armar uno solo que les permitió clarificar las cosas. Se acercó mintiendo, diciendo que no había entendido un tema que, según él, había quedado claro, pero con eso se dio cuenta de que en realidad no había entendido nada.
Como Lucero se había ido y Aidée había llevado una silla, lograron acomodarse perfectamente en la mesa.
Gibran se acomodó, seguro de que no lo iban a correr. Y así fue.
Comprobó que Nancy era la más seria de las cinco. Era la que menos hablaba, incluso su forma de hablar y su postura lo confirmaban. No sabía si el motivo era su presencia, que no se sentía cómoda con ellas o simplemente así era. Se inclinaba más por la última opción.
Después le seguía Vanessa, que convivía un poco más que Nancy, pero tampoco hablaba tanto como Aidée. Su postura siempre era recta, y sus movimientos delicados y muy educada. Pedía permiso para todo. Se preguntó si también pediría permiso para ir al baño.
Giselle solo tenía el rostro de ser una persona de carácter de cuidado, porque en realidad era lo opuesto. Convivía con él a pesar de que no lo conocía. Cada vez que reía sus mejillas se hinchaban y se enrojecían ligeramente, contagiando la risa y sintiéndose muy cómodo ante su presencia.
Aidée estaba llena de energía: usaba muchos movimientos corporales, jugaba con sus tonos de voz. Desde la primera impresión Gibran estaba casi seguro de que podría ubicarla dentro de lo “kawaii” pues muchas de las cosas que hacía y su forma de decirlas le recordaban a un personaje de anime. Y cuando utilizó palabras en un idioma que no entendió lo confirmó.
Estuvieron conviviendo hasta que tocó la siguiente clase. Matemáticas terminó media hora antes, por lo que les dio tiempo de comer algo antes de inglés.