Cuando Monse y Vianney tenían clase de biología y química, Gibran pasaba las horas libres con César, Andrés y Carina. Aunque prefería pasarlos con Mafer y Aolani, ellas se iban juntas a Estudiantina con sus respectivas parejas.
Si no iban a la cafetería, se sentaban a descansar en las jardineras, o en los pasillo. Y si tenían algo que estudiar se iban a la biblioteca. Fue en una de esas ocasiones en las que Gibran tomó valor para contarles su situación. César no estaba presente aquel día porque estaba saliendo con una chica del grupo llamada Fátima y los estaba empezando a cambiar por ella, pero estaba bien. El enamoramiento le había sentado de maravilla: empezó a ser más alegre, dejó de despreciarse y veía el mundo con otros ojos más bonitos.
Inició la historia contándoles el primer encuentro que tuvo con Alejandro, después la razón que lo llevó a alejarse de él por primera vez y como ese tiempo le sirvió para darse cuenta de que le gustaba. Lo mucho que se entristeció cuando comenzó a salir con Mairim y también lo mucho que se alegró cuando terminaron. Les contó también del día en el que iban a verse, en el que Gibran tenía la intención de contarle toda la verdad pero que no se pudo realizar porque Alejandro lo olvidó. Lo mucho que se molestó, lo bien que le sentó quinto año por estar completamente alejado de él y la situación por la que estaba pasando en ese momento.
Les confesó, con la mano en el corazón, lo mucho que aún le gustaba pero que ya estaba enterado de su relación con Sandoval y que no podía hacer nada para separarlos porque iba en contra de sus principios y valores. Le dolía que el chico que le gustaba estuviera con alguien más, pero tampoco quería ser el culpable de una ruptura.
Andrés y Carina escucharon atentamente el resumen de la historia, pero cada tanto se les salía una que otra expresión que no supo descifrar. No sabía si era bueno, malo o si su historia no tenía sentido o era patética. Cuando terminó ambos se quedaron callados, pensando qué decir.
— Es complicado — Carina estaba muy seria.
— Demasiado — agregó Andrés, con las manos entrelazadas apoyadas en la barbilla —. Sandoval y Alejandro no están bien desde que regresaron. Ambos están intentando que la relación funcione, uno más que otro, pero no han tenido mucho éxito. Aún así, no entiendo, si la relación va tan mal, ¿por qué siguen juntos? Solo están perdiendo el tiempo.
— Porque son unos aferrados que no saben lo que quieren. Sandoval sufre porque ve que Alejandro cada vez está más desinteresado, pero a pesar de eso se quiere quedar ahí y aunque todos se lo hemos hecho ver él se hace el ciego.
Gibran no pensó que en verdad estuvieran tan mal como para que sus amigos lo aceptaran y no hicieran el intento de decir lo contrario a pesar de que Gibran acababa de confesar que tenía sentimientos por Alejandro y que, si quisiera ser el malo de la historia, le estaban dando las armas para terminar esa relación si quería.
Aún así, intentó no demostrar tanta emoción ante todo lo que estaba escuchando.
— Tu situación es complicada, porque son sentimientos que has estado cargando desde hace dos años. No vas a superar al primer chico que te gustó así de fácil a menos que llegue alguien a tu vida que ocupe el lugar de esa persona, pero mientras eso sucede vas a tener que aguantar verlos juntos, hasta que ellos decidan ponerle fin a su disfuncional relación —. Una de las bibliotecarias pasó cerca de la mesa en la que estaban y los juzgó con la mirada, obligando a Carina a bajar la voz. Se acomodó los lentes y continuó —. Andrés y yo en verdad quisiéramos ayudarte, pero tampoco sabemos cómo hacerlo. Lo único que te puedo decir es que Alejandro no te conviene. No sabe lo que quiere, carece de afecto. Un día puede ser amoroso y los días siguientes estar cortante sin ninguna razón. No sabe cómo desenvolverse en las relaciones, por eso Sandoval y él están mal, porque los dos han fallado, pero él más que Sandoval. Te recomiendo que veas hacia otro lado, porque de no ser así vas a salir lastimado.
¿Lo que le estaba diciendo iba en serio o era la manera de Carina de quitarlo del camino? No tenía manera de confirmar la información que le estaba dando, pero, así como podía ser cierto también podía ser falso.
Aún así, no pudo evitar las ganas de llorar.
Se sentía confundido, confundido por sus sentimientos y por no saber qué hacer para dominarlos. Cada día se sentía peor porque necesitaba expresar lo que sentía, pero hacerlo podía ser contradictorio. Había más posibilidades de que saliera mal a que saliera bien y aunque quería hacerlo tenía miedo.
“La vida es un riesgo, y a veces hay que estar dispuesto a correrlo para lograr lo que queremos. Y si realmente lo quieres, adelante. Conquístalo.” ¿Alejandro seguiría diciendo lo mismo si supiera que él es la persona que le gusta?
Tenía que intentarlo. Tenía que salir de dudas. Lo que mandó Alejandro en el mensaje se quedó con él y lo acompañaba a todos lados, incluso en sus sueños.
Tenía razón, la vida es un riesgo que hay que estar dispuesto a correr, y por eso ya tenía un plan para confesarle todo.