Leave The City

Capítulo 6. Un extraño vidrio

El dolor que nacía del lado izquierdo de su torso era insoportable. Yasu seguía rezándole a la mujer para que Violeta se detuviera. Pasados unos segundos de su primer ruego, los golpes dejaron de llegar. Fue como si un trabajo de hipnosis hiciera efecto y Violeta dejó de golpearla y les dijo a sus amigos que se retiraran del lugar. Ellos, desconcertados, obedecieron. Los muchachos que los tenían aprisionados siguieron a su líder y soltaron a Alysson y a Ethan, los cuales por la fuerza que ejercían cayeron.

— ¿Qué demonios fue eso? — expresó Alysson. Se sacudió la tierra de los pantalones y se dirigió a Yasu, que se encontraba en el suelo.

— ¿Estás bien? — preguntó Ethan preocupado, mientras ayudaba a Yasu a incorporarse.

— Si no mencionamos que me acaban de dar la paliza de mi vida, sí, estoy bien. Solo que hay algo que me quema —. Sacó algo de la bolsa de su pantalón. Era el vidrio que encontró en Elysium. Con la claridad del día al fin pudo examinarlo cuidadosamente. Era un trozo de vidrio rojo que por dentro tenía una especie de venas negras que le causaron curiosidad. Yasu alzó el vidrio para verlo contra luz. La imagen a través del vidrio se veía normal, como si no estuviera teñida de rojo. Vio unos cuantos objetos en el cielo, quitó el vidrio y se fueron, volvió a poner el vidrio en dirección al cielo y regresaron.

— ¿Qué rayos? Mira esto, no sé qué se ve en el vidrio.

— Nada de eso, tenemos que llevarte al hospital. Tenemos que asegurarnos que no tengas algo más grave. Aly, ayúdame con el otro lado —. Ambos ayudaron a Yasu a caminar hasta la camioneta de Ethan.

El camino fue una tortura para Yasu. Cada movimiento le infringía un dolor inexplicable, pero ella seguía viendo aquel vidrio extraño. La curiosidad y fascinación hacia el objeto sobrepasaba el dolor. Apuntó el artefacto hacia la ventana contraria, se lo acercó a un ojo y cerró el otro. Las cositas eran muy similares a los que salían en los carteles que decoraban su habitación. Estaban suspendidas en el aire, como si estuvieran vigilando la isla.

Cuando llegaron al hospital, el malestar ya había disminuido. Aún así, Alysson y Ethan la obligaron a hacerse unos estudios. Estuvieron ahí casi por tres horas, debido a que Yasu se veía bien y los enfermeros no creían que se trataba de una emergencia. La breve consulta con la doctora concluyó en que solo eran un par de moretones que con el paso del tiempo se curaron. Los tres estaban muy confundidos por los resultados. Estaban seguros de que los golpes recibidos habían sido lo suficiente fuertes para necesitar un tratamiento más profundo.

Ethan y Yasu llevaron a Alysson a su casa, que se encontraba a unos minutos del hospital. Ella vivía con sus padres en un departamento en el centro de Isema. Después, los amigos se dirigieron a la zona donde vivían.

Yasu siguió observando al cielo con aquel vidrio. Los puntos seguían en el cielo y se preguntó si podía ver más cosas. Dirigió su mirada hacia uno de los lados de la carretera. Se sobresaltó cuando vio a unos conejos con cuernos que corrían, quitó la piedra y ya no se encontraban ahí. Confundida, guardó la piedra en su mochila.

Llegó a su casa temprano, por lo que ni su mamá y hermano estaban. Se dispuso a dormir, ya que estaba agotada, pero la misteriosa piedra le atraía más. Prendió la lámpara de su escritorio y la examinó, las venas negras parecían tener un leve movimiento. Vio toda su habitación a través de la piedra y no logró percibir algo. Salió a la sala y nada.

Logró ver algo cuando salió de su casa, eran unas criaturas diminutas que no pasaban del tobillo. Parecían ratas bien vestidas que andaban en dos patas, con un gorro entre las dos orejas. Las criaturas notaron la presencia de Yasu, la cual escuchó que murmuraban algo, pero no logró entender lo que decían. Sorprendida y asustada decidió seguir explorando los alrededores. Cuidó de no pisar a las criaturillas.

Conforme avanzaba hacia la casa de Ethan, escuchó un zumbido agudo. Creyó que era un mosquito por lo que dio manotazos al aire para ahuyentarlos, pero su mano chocó con algo más grande que un mosquito. Tenía forma humanoide de piel gris, largas piernas y manos con tres dedos. Sus alas eran puntiagudas y transparentes. Tenía dos canicas completamente negras en el lugar de los ojos, boca gatuna y dos antenitas junto con sus orejas. Yasu se sorprendió porque eso se movía de manera burlesca y apresuró el paso hasta la casa de su amigo.

Tocó la puerta y la mamá de Ethan le abrió. — Oh, Yasu. Que milagro que estés aquí, ¿quieres ver a Ethan? — la recibió la señora Jane dulcemente. — Ethan, Yasu está aquí — avisó con un grito desde la puerta.

— ¿Qué haces aquí? Se supone que tienes que estar descansando —. Rodeó el brazo de Yasu con el brazo y la guió de regreso a su casa.

— Eso no importa ahora. Ve a través de esto —. Yasu le tendió la piedra a su amigo, el cual la veía confundido.

— A ver. Solo lo hago porque sé que recibiste golpes que pueden causar alucinaciones —. Ethan se puso el vidrio delante del ojo izquierdo y el miedo nubló su cara. — ¡¿Qué es eso?! — exclamó al ver a los hombrecillos que no llegaban más allá de su tobillo.

— No lo sé y no solo se ve eso. De regreso de la casa de Aly, vi unos conejos con cuernos. Además de eso que estás viendo, vi a una especie de pájaro sin plumas. Estoy muy segura de que no tendríamos que ver eso — dijo emocionada por lo que significaba lo que estaban viendo.



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En el texto hay: novelaligera, urbanfantasy, lgbt+

Editado: 28.05.2024

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