—¿Ordenaste que se retirarán? —Alfred Damond dirigió su mirada furiosa contra su sobrina—. ¿Eres consciente de que ese hombre podría ser el asesino de tu padre y lo dejaste libre? Espero que ya hayas designado a otra institución para que se encargue de él.
Alfred no entendía la decisión que había tomado Danika, su carencia de sensatez lo alarmó demasiado. No sólo lo había interrumpido la operación liberando a un cómplice de Amelie Williams, además había liberado a uno de los hombres que podían haber descifrado el enigmático video.
—No he designado a nadie —Respondió velozmente Danika—. De habernos querido atacar lo habría hecho al momento, sin enigmas ni tapujos. Si esa mujer pudo ingresar y salir del palacio sin llamar la atención podría estar en cualquier parte. No es necesario retener a un profesor que no nos brindó ninguna pista en donde él creía sería la primera señal del poema.
—Aun así... —Suspiró Alfred—. No hubiese sido conveniente que lo soltases.
—Ahora eso no importa —Exclamó—. Lo único por lo que nos debemos preocuparnos ahora es darle una despedida digna a mi abuela y a mi padre. El MI5 y MI6 se encargaran de protegernos en caso de presentarse algún tipo de ataque en contra de nosotros en alguna ceremonia publica.
—¿Donde estuvieron cuando esa mujer se infiltró en el palacio? ¿Cuándo ingresó a la habitación de tu padre? Siento que estamos rodeados de incompetentes o cómplices que conspiran contra la monarquía.
Alfred Hizo una larga pausa mientras divisaba por la ventana, respiró profundamente, se arrepintió de las palabras que había pronunciado, sintió que la paranoia lo estaba consumiendo dudaba si debía hablarle a su sobrina sobre el primer vídeo que halló o si debía encargarse personalmente de encontrar a la maestra.
—Esa mujer —Continuó Alfred—. ¿Era muy cercana a tu padre no es así?
Danika asintió levemente durante pocos segundos.
—Más de lo que quisiera admitir.
—Entonces hay algo que debes saber.
Danika observó por un instante a su tío, se le notaba algo apartado, taciturno, casi como si se mordiese los labios para guardar un secreto a juzgar por su expresión, no eran buenas noticias.
—Tu padre estaba enamorado... Tras el trágico accidente de tu madre, el quedó muy afectado. Cada noche lamentaba la pérdida de su esposa y como ello lo había marcado. Intentó alejarla de sus pensamientos ahogándolos en fiestas, extravagancias y alcohol. Pero nada en el mundo pudo llenar el vacío que dejó el recuerdo de tu madre.
Danika desconocía hacia donde se quería dirigir Alfred con esa historia que todo el país y porque no, el mundo también conocían.
—Amelie Williams —prosiguió, mientras desbloqueaba su celular—. Quien en su momento fue tu maestra en la universidad tuvo un amorío con tu padre, él me lo confesó una noche mientras salíamos de una reunión. Se sintió cautivado por la forma en como la doctora Williams había dirigido la operación que le salvó la vida a la reina, su capacidad de solucionar, sus problemas, su... tenacidad para afrontar a la prensa ante los rumores... Él no había podido olvidar a tu madre, pero en los brazos de Williams logró superarla...
Danika escarbó en sus recuerdos, y era cierto, durante su adolescencia la doctora había sido invitada a muchas de las ceremonias de la familia real y al ingresar a estudiar con ella intentaba acercarse de manera cortes pero sin brindarle un trato especial por ser la nieta de la reina.
—Sin embargo... Cuando entramos a la habitación de tu padre, vi en su cenicero una imagen que no había estado allí antes, un código QR que al escanearlo me llevó a este video.
Alfred le dio su teléfono a Danika mientras ella intentaba entender todo.
—Aún no está confirmado, pero según mis deducciones puedo decir sin ninguna sospecha, que Amelie Williams burló la seguridad del palacio debido a la cantidad de veces que se escabulleron hacia la habitación de tu padre, conocía el camino para llegar a él, y dejó un mensaje para poder destruirnos desde dentro.
Danika quedó congelada por un instante.
—Sinceramente, espero que puedas entender por qué sospecho de Navarro como cómplice de Williams.
La dulce expresión de Danika se endureció al momento.
—Un profesor que solo ella conoce, que jamás había sido invitado a una ceremonia en el palacio se aparece tras la muerte de tu padre y tu abuela. No creo en las coincidencias Danika. De no haberlo detenido no sé qué hubiese pasado. Por ello es importante que te resguardes en el palacio por tu propia seguri...
Antes de completar la frase Danika ordenó detener el vehículo, tras ello, la caravana que los acompañaba también se detuvo de golpe.
Alfred, atónito observó como Danika descendía del auto sin precaución. «¿Se ha vuelto loca?»
La joven reina, se detuvo en medio de la pista observando hacia todos lados, allí Dominick Johnson hizo lo mismo y descendió preguntándole a la joven que sucedía.
—Necesito utilizar su vehículo, y por favor, también necesito que nadie me siga.
Incrédulo por lo que ocurría, Johnson volteó a ver a Alfred, quien asintió con la cabeza mientras guardaba su teléfono dentro del saco.
—Dale tu vehículo Johnson, y ven aquí, iremos juntos al palacio.
El príncipe Alfred Damond y el director del MI5 Dominck Johnson se enfrentaban con cierta regularidad a los asuntos del reino con respecto a la seguridad e imagen de la familia real británica. Eran admirados por la prensa y el país entero por velar por el cumplimiento de la ley por parte de los ciudadanos ingleses. Semanalmente ambos se reunían para comunicarse los planes en contra de arrestos a ladrones, pequeñas trifulcas contra el reino, y manifestaciones en contra de la familia real. Asimismo ambos intervenían y extraditaban a los ilegales. Sabían que esas tareas no estaban bajo sus jurisdicciones pero compartían una idea en común, no dejar que el Reino Unido escape de las manos de las tradiciones y la imagen que habían dado hacia el mundo.