Lejos de reconocer

Capítulo 13: Café caliente

Verónica

Mi pecho se expande al inhalar el aroma de los postres que preparan en la cafetería en la que estoy mientras intento despejar mi mente porque cada vez que pienso en la manera en la que actuó Carlos, una sensación de rabia recorre mis venas y hace hervir mi sangre. Aunque después sonrío, pues, es muy tierno su gesto, pero eso no justifica que tome decisiones por mí.

Doy tres pasos al frente en el momento en que la fila avanza, pues, espero para pagar por un café y un brownie, cuando estoy molesta siempre suelo degustar ese aperitivo, sin embargo, ahora que lo pienso se ha convertido en mi elección sin importar el estado de ánimo que experimente.

Finalmente, llego a la caja y entrego mi tarjeta a la cajera después de indicarle mi orden, la chica sonríe, cobra y me da el recibo.

—Gracias —lo tomo y salgo de la fila.

Camino hacia la barra y muestro el recibo a un joven, él lo lee entrecerrando los ojos y luego se dirige a la máquina de cafés. Pasan dos minutos cuando tengo mi pedido, el café está servido en un vaso sellado y con un sorbete, mientras que el brownie reposa en un plato de vidrio con una cucharilla plástica al lado.

Tomo mi pedido y cuando doy vuelta tropiezo con un hombre que estaba a mis espaldas, el café lo estrello en su dorso haciendo que la tapa que lo sellaba salga disparada al aire mientras parte del líquido caliente cae en mi mano y el resto va directo a su pecho y abdomen. El vaso desciende hasta el suelo derramando las últimas gotas que contiene y lo único que logro salvar es el brownie, ya que, me mantuve sosteniendo el plato entre malabares.

Sacudo mi mano y coloco el plato con el brownie en la barra —¡lo siento, no fue mi intención! —tomo unas servilletas del servilletero y comienzo a limpiar su camisa.

—¡Ciega! ¿¡Por qué no te fijas!? —agita las manos.

Al verlo a la cara noto que es un chico rubio de ojos verdes, su barba está afeitada al ras en forma de candado y aunque se encuentra molesto luce muy atractivo.

—¡Discúlpame, por favor! —continúo pasando las servilletas por su traje.

—¡No me toque! —empuja mis manos con las suyas.

—¡Tampoco tienes que ser tan grosero! —doy un paso atrás y lanzo las servilletas empapadas de café al suelo.

Ignora mis palabras y saca un pañuelo del bolsillo de su pantalón para continuar limpiando su camisa, luego alza la mirada y el joven detrás de la barra hace caso omiso del resto de clientes.

—Por favor Daniel sírveme dos cafés, un agua mineral y una ración de pastel de vainilla.

—¡Chico! —llamo su atención —¡tenme listo otro café, ya lo cancelo en caja! —observo al hombre a mi lado y le hago un gesto de molestia, después camino hacia la fila para pagar.

Él me toma del brazo —¡Daniel, no le hagas caso a las órdenes de esta señorita! —me mira de arriba abajo.

Me suelto de su agarre —¿Cuál es tu problema?

Ríe —¡cambié de opinión Daniel, obedécele! —voltea y llama la atención de la chica en la caja —¡pero no le acepten dinero!

Frunzo el ceño —¿Primero eres grosero y ahora quieres pagar por lo que pida?

—Admito que tuve algo de culpa —me guiña el ojo y lanza un beso —así que déjame pagarte un café nuevo o lo que sea que quieras ordenar.

Levanto una ceja mientras le lanzo una mirada asesina —no gracias, yo misma pagaré lo que consuma.

—No seas tan orgullosa —se ríe y confieso que su sonrisa es cautivadora.

—No es orgullo, es dignidad —cruzo los brazos.

Él se voltea y alza la voz llamando la atención de todos los empleados y clientes que hay —¡por ninguna razón atiendan a la chica dignidad! —me señala con su dedo índice mientras su mano está sobre mi cabeza.

Me rio de forma sarcástica —¿Quién te crees tú para prohibir que me atiendan? —agito la cabeza.

Mete las manos en sus bolsillos —ser el dueño de esta y otras sucursales repartidas por todo el país me da el derecho —voltea a verme y me guiña el ojo de nuevo.

Eso no me lo esperaba, así que hago un esfuerzo por ocultar mi sorpresa. De ninguna manera permitiré que este engreído me humille por muy atractivo y dueño que sea. Aprieto los puños, volteo los ojos y camino hasta la salida.

—¡Ey, chica dignidad espera! —volteo porque me causa curiosidad saber que tiene que decir!

En sus manos tiene un café nuevo y el brownie que estaba en el plato ahora está empacado en una bolsa de papel —¡disculpe si mi actitud la ofendió! ¡Pero le pido por favor que no rechace este pedido! —hace una reverencia —¡acéptelo como cortesía de la casa!

Lo pienso por unos segundos mientras las personas en el lugar observan con atención la escena. Decido tomarlo, ya que, el brownie que preparan en este negocio es de mis favoritos y el próximo local de estos está muy lejos.

—¡Gracias! —digo en tono seco tomando el café y arrancando la bolsa de papel de sus manos.

—¡Vaya! —alza las manos —¡la chica dignidad parece que cede muy fácil!

Al escuchar esas palabras me detengo y apreto los ojos. Destapo el café y doy vuelta lanzándoselo en el traje que lleva puesto. Él me mira y sonríe, luego salgo de esa cafetería y mirando a través de los cristales veo como ese sujeto me lanza un beso con su mano.

¡Ay qué tipo tan prepotente!

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Tuve que ir a otra franquicia a ordenar un café y me senté en una de las mesas ubicada afuera del negocio para disfrutar de mi aperitivo. Olvidando el mal rato que pasé me concentro en la decisión que debo tomar, participar en el concurso de baile junto a Carlos.

No sé qué decidir, aún sigo molesta con él, incluso salí tan furiosa de esa oficina que azoté la puerta al salir. Pero, dejando a un lado lo que siento, debo reconocer que el orfanato significa mucho para mí y que también amo a esos niños.

Además, debo considerar que ningún banco nos aprobará un crédito para el orfanato y que no contamos con muchos patrocinadores para recaudar fondos. Carlos no puede hacer más de lo que ya hace, él aporta el 50% de las ganancias de su negocio. En conclusión, no hay muchas opciones que nos ayuden a obtener recursos.



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En el texto hay: romance, comedia y amor, romance drama comedia

Editado: 10.12.2023

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