Carlos
Después que Verónica me dijera que aceptaba participar conmigo en el concurso de baile, decidimos pasar esta última semana ensayando, ya que, ese era el tiempo que teníamos antes que comenzaran las audiciones. Practicamos muchas coreografías que ambos ya conocíamos y también intentamos montar unas nuevas, pero por tratarse de clasificar escogimos ir por lo seguro seleccionando una con la que estuviésemos familiarizados.
Hay algo que me ha estado pasando y es que me resulta muy difícil permanecer cerca de ella porque siento una especie de tensión que no puedo explicar. Es como si la estuviera viendo de forma distinta.
Tocar su suave piel me fascina y pasar las manos por su cadera en medio de los ensayos me enloquece, además sentir su respiración tan cerca hace temblar mis piernas debilitándome por completo.
La he observado en detalle todos estos días tratando de detectar alguna señal para saber si siente lo mismo. Pero no, parece no pasarle nada mientras que a mí me pasa de todo. Cuando bailamos y nuestros rostros quedan frente a frente es inevitable ver su sonrisa porque es igual a la de un ángel, aunque nunca he visto uno, estoy seguro de que transmite la misma paz.
¿Por qué eres así?
El espejo que uso al decir esa frase son sus ojos. Solo espero que esta tensión que siento no sea piedra de tropiezo y arruine nuestra participación, o peor aún que dañe la amistad.
Vero es mi amiga y por encima de todo está nuestra amistad, no pienso arruinarla por confundir las cosas. No entiendo por qué comencé a sentir esto cuando estoy con ella, pero soy consciente de que no me ve con los mismos ojos.
Ella es la persona que mejor me conoce, excepto por un tema del que no me gusta hablar. Pero al hacer retrospectiva me doy cuenta de que ha estado conmigo en mis peores momentos, lo más reciente fue cuando quise ahogarme en alcohol tratando de olvidar a Amanda. Vero siempre tuvo la disposición de escucharme y su compañía me ayudó a salir de ese hueco.
Llevamos varias horas haciendo fila esperando nuestro turno. Un estambre rosa mi cuello y de él cuelga un cartel plastificado con el número 1213, el de Vero es 1214. Es decir, que tenemos más de mil personas por delante. Bufo y me recuesto en la pared que nos proporciona sombra, comienzo a pensar que esto no era tan buena idea, pues, destacar entre tanta gente no va a ser fácil.
Un chico recorre la fila con una pila de volantes en su mano y entregándole uno a cada pareja —Carlos mira esto —Vero toca mi hombro mientras yo mantenía la mirada en el cielo.
Observo el volante y leo la información plasmada que afirma que los jueces no harán ronda de pre-clasificatoria, por el contrario, seleccionarán al número exacto de parejas que participaran oficialmente en el show —nuestras posibilidades se ven reducidas —sobo mi cuello por qué el roce del estambre me ha causado irritación —¿no?
Se encoge de hombros —ya estamos aquí y con intentarlo no perdemos nada.
Asiente y me le quedo viendo, Vero luce hermosa a pesar de que parte de su cabello se ha pegado a su frente debido al sudor, sus labios están un poco resecos y no puedo dejar de mirarlos.
¿Te los mojo?
Carlos… ¿Qué te pasa?
Si estuviera solo me golpearía por tener esos pensamientos, pero entre tantas personas no me atrevo porque pensarán que estoy loco. Los participantes adelante comienzan a avanzar y entramos a un domo donde la fila continúa, a diferencia de que esta vez luce más corta.
El lugar es un domo amplio y en medio hay una tarima con una escalera a un lado por donde las parejas suben para mostrar su talento. Tres personas están en una mesa frente a ese escenario, no se tiene que ser un genio para saber que se trata de los jueces.
A la derecha de la tarima hay un grupo de hombres y mujeres vestidos con un chaleco que tiene un logo en letras verdes que no logro distinguir bien, pero asumo que es el nombre de la organización que patrocina el show. Unos teclean a paso veloz una laptop, otros conectan varios cables a los parlantes y me llama la atención como uno de los chicos controla la iluminación del escenario.
Una música comienza a sonar y la pareja que ha subido a la tarima se adueña de ella. Doblo mis pies y me sostengo con la punta de los dedos intentando ver su baile, pero solo logro visualizar sus espaldas mientras bailan.
Al rato la pareja que estaba delante de nosotros baja de la tarima luego de terminar de bailar. La canción con la que debutaron me resultaba familiar, creo que la escuché en una película, pero en estos momentos no recuerdo cuál.
Ahora que es nuestro turno, siento que esto se ha vuelto real y tenemos que subir al escenario a darlo todo. Muevo mis dedos sintiendo el sudor entre ellos mientras observo a Vero que respira profundo una y otra vez. Las escaleras terminan y nos paramos frente al jurado.
Bienvenidos —dice uno de los jurados al terminar de anotar unas cosas en una hoja —¿Cuáles son sus nombres?
El jurado está conformado por dos hombres y una mujer que se encuentra sentada en medio de los dos, parecen agradables —Carlos Pereira y ella es Verónica Goncalves —digo señalándola, pues, noto que los nervios no le permiten hablar.
—Perfecto —dice el mismo jurado que nos habló antes. En ese momento una chica detrás de ellos le entrega una planilla a cada uno —como ya deben saber, seleccionaremos veinte parejas de forma inmediata, es decir, no habrá preclasificación. Entonces evaluaremos su presentación con un puntaje anónimo con base en ciertos criterios como, coreografía, sincronía, ritmo, postura, y demás factores plasmados en esta hoja —toca la planilla tres veces con su bolígrafo —si quedan seleccionados nuestro equipo técnico se encargará de informarles en los próximos siete días.
Vero y yo solo asentimos —bien, pueden comenzar —uno de los chicos a la derecha sube a la tarima.