Javier nos observa y lanza un beso a Verónica seguido de una sonrisa, luego gira el cuello y continúa hablando con Raquel —por lo tanto —sonríe —hago entrega de este cheque ante todos los presentes —alza las manos y las mueve alrededor de toda la habitación —incluso frente a quienes fueron mis contrincantes más fuertes en la competencia —Raquel toma el cheque —con esto podrán salvar el orfanato.
—¿¡Qué!? —Verónica pone las manos en cada una de sus mejillas, da pequeños saltos, grita y corre lanzándosele encima.
Las cejas me llegan a lo más alto de mi frente, esto no me lo esperaba. De repente parece que todo se solucionó y las expresiones de alegría se dibujan en el rostro de todos los presentes en este momento. Observo los abrazos, besos y demás gestos de afecto de cada uno y no sé qué sentir. Estoy feliz, pero, por otro lado, hay algo que no encaja.
—¿Y bajo qué condiciones donas este dinero? —meto las manos en los bolsillos y alzo la ceja, mi pregunta ha hecho que todo el bullicio cese y ahora el silencio reina.
Rodea con sus brazos a Verónica —bajo los términos de que quiero ayudar —sonríe y le da un beso a Vero en la cabeza —tranquilo Carlos —alza la mano deteniendo algo igual que un policía que dirige el tráfico —ustedes conservarán su autonomía, yo no pretendo ser el dueño de este sitio —sin embargo, lo que si me gustaría es ser voluntario —sonríe —la pasión de ustedes en verdad es contagiosa.
—Pero por supuesto que sí —Vero le da un beso en la mejilla.
Solo falta que Verónica se le arrodille y le bese los pies.
—Perfecto —asiento, sonrío y aprieto los labios —¿y tú Estela? —inclino la cabeza mientras me balanceo un poco y mantengo las manos en los bolsillos —¿también donarás la parte del dinero que ganaste?
Coloca la mano en el pecho, se mueve un poco hacia atrás y frunce el ceño —¿yo? —suelta una carcajada —¿y por qué tendría que hacerlo si es mi dinero? Yo no soy tan bondadosa igual que Javier, que se atrevió a donarlo como si nada, y menos después de lo que me costó ganarlo.
Me rio y alzo una ceja —¿Entonces qué haces aquí?
—Vengo a ayudar de otra forma —pasa la mano por su cabello y luego aplaude —así que no desconfíes de mis intenciones Carlos, me extresan las personas desconfiadas —toma aire —por si no están enterados, yo trabajo para el estado, así que me tomé el atrevimiento de investigar su caso entre los archivos y logré que les dieran los recursos que necesitan —hace una pausa, sonríe y junta las manos —y lo mejor es que no hay ninguna doble intención, ustedes continuarán siendo una institución autónoma.
Bastaron esas palabras para que la celebración continuara. Se abrazan, ríen y comentan la situación. Lo que siento es extraño, es decir, estoy feliz, pero al mismo tiempo no me encuentro cómodo con esto.
—Aquí está el cheque y los documentos que constan que ustedes siguen siendo autónomos —entrega todo en las manos de Raquel —solo les tengo una condición —hay silencio —no se asusten, lo único que quiero es ser voluntaria al igual que todos.
Respiro profundo y doblo el cuello para arriba manteniendo la mirada en el techo. Genial, después de aguantármelos en la competencia, ahora también tendré que soportarlos aquí.
—Luego de este gesto tan noble y desinteresado —Raquel une las manos en un puño y da una sonrisa de boca cerrada —está de más decir que las puertas de este orfanato están abiertas de par en par para ustedes. Ahora mismo me encargaré personalmente de consignar estos cheques a las cuentas bancarias de esta institución.
Todos aplauden y la atmosfera pasó de manifestar un ambiente de desesperanza a irradiar alegría. Verónica ha estado abrazada a Javier desde que dijo que donaría el dinero, sus ojos tienen un brillo y la felicidad en su rostro ilumina todo el lugar. Además, se mantiene estrujándolo, apretándolo y a cada rato le da besos.
¿Qué puedo decir? Parece que todo salió bien al final, solo que me habría gustado ser yo quien trajera la solución a los problemas del orfanato. Ahora no sé, estoy fuera de lugar.
Raquel ordena a unos de los chicos que trabaja como voluntario que consiga dos botellas de champán para brindar. Unos minutos después todos nos encontramos en círculos sosteniendo unas copas de cristal que suenan en un ligero sonido agudo al brindar. Todo este tiempo he tenido que soportar ver a Vero haciéndole mimos al idiota de Javier.
Muy idiota, pero pudo hacer lo que tú no.
Ganarse el corazón de Verónica y salvar el orfanato.
Voz en mi cabeza, ¿estás a favor o en mi contra?
Estoy a tu favor
—Se nota —digo en voz baja y doy una ligera sonrisa de boca cerrada para luego beber un sorbo de champán.
Lo único que me mantiene animado es saber que los niños están a salvo y que tengo muchos proyectos en mente que multiplicarán ese dinero. Quiero crear desde cero, negocios que puedan generar ingresos de forma constante al orfanato para que más nunca tenga que pasar por una crisis como esta.
Mañana o pasado citaré a una reunión para exponer los puntos que quiero tratar y escuchar opiniones y nuevas ideas. Me alegra que para hacer los cálculos contables tendré que trabajar junto a Verónica, estaremos juntos y nadie podrá evitarlo, así que pienso aprovechar ese tiempo con ella.
—¿Cómo te sientes Carlangas? —Camilo se acerca a mí y pone su mano en mi hombro.
—Bien —sigo tomando mi copa.
—¿Y por qué tienes esa cara de asesino en serie?
Suelto una risilla —no tengo cara de asesino en serie.
—Entonces intenta disimular, deberías estar contento porque el orfanato se salvó de esta crisis —da unas palmadas en mi hombro y quita su mano.
Respiro profundo —tienes razón, es solo que Vero lo está mirando como si fuera un dios.
—¿Celoso? —se ríe.
Bufo —no, para nada.
—Si tú lo dices —hace una pausa —cambiando de tema, ¿me presentas a esa mujer tan hermosa que vino con él?