A pesar del cansancio que me embargaba no conseguí conciliar el sueño esa noche. A pesar de que di vueltas y vueltas en la cama, intentando quedarme dormida, mi mente no paraba de pensar en Jake. Las imágenes de nuestros besos venían una y otra vez a mi memoria. Toqué el labio de manera inconsciente, sintiendo todavía sus dulces labios sobre los míos, deseosa de volverlo a ver ya.
La pálida luz que entró por la ventana junto con el despertador del móvil es lo que me despertaron de mi sueño. Eran las 12:00 de la mañana, lo que me permitió darme una ducha rápida para conseguir despejarme de todo antes de bajar. Una vez que estuve completamente arreglada me empecé a sentir nerviosa porque iva a ver a Jake de nuevo después de nuestros besos. Tenía miedo de la reacción de nuestros padres, de que no les agradase la idea; pero sea cual fuese su reacción lo que tenía claro era que no iva a permitir que nada se interpusiese entre yo y Jake. Antes de bajar al recibidor cojí su regalo, el cual consistía en un ajedrez cuyas figuras representaban el mundo de la ley. Elegimos ese regalo entre todos por el hecho de que era su juego de mesa favorito y porque ser abogado era su sueño.
Bajé hacia el recibidor, en donde me senté en uno de los sofás frente a la chimenea que se encontraba encendida con una taza de café en mi mano. El reloj ya marcaba la 13:00 y no había rastro de nadie, por lo que decidí salir afuera a tomar algo el aire, avisando a todos por mensaje. Todo a mí alrededor estaba cubierto de nieve, una nieve que seguía cayendo en perfecta armonía. Como una niña pequeña decidí hacer un muñeco de nieve, como los que hacía con mis padres cuándo todavía me consideraba en edad de hacerlos.
-¿Te ayudamos?-Escuché a mis espaldas. Me giré para encontrarme cara a cara con Jake, que me dedicó una sonrisa.
-Pensé que nunca os levantaríais. Desde luego no se os puede llevar de fiesta.-Respondí lanzándole una bola de nieve que impactó en su hombro.
-Eh eso ha dolido.
-No seas quejica Bigfoot.
-Te vas a enterar. Dafne ayúdame.
Gracias a dios las mujeres tendemos a ayudarnos entre nosotras, por lo que al final la pelea de bolas de nieve que inicié terminó siendo entre yo y Dafne contra Jake.
-Me rindo. Vosotras ganáis-Dijo tirándose sobre la nieve de forma dramática.
-Arriba hermanito, tenemos que terminar el muñeco de nieve de Aria.-Dijo Dafne agarrándole la mano, instándole para que se levantase.
Al final entre los tres terminamos de hacer nuestro muñeco de nieve justo a tiempo de entrar a comer y reunirnos con nuestras familias en el comedor a las 14.00.
-¿Y bien, que tal lo pasasteis anoche en vuestra fiesta?-Preguntó mi padre. ¡Oh dios! Fijo que sabía algo. A mi padre nunca se le escapaba nada.
-Ha estado muy bien-Respondió Jake por mi agarrándome la mano por debajo de la mesa-De hecho al final pudimos ver las auroras boreales. Fue algo increíble, ¿Verdad Aria?
-Si. Son más impresionantes en persona-Respondí llevándome un bocado a la boca.
-Me agrada escuchar eso, que os lo pasasteis bien-Dijo el padre de Jake-Y eso me recuerda que tenemos un regalo para ti hijo por tu decimoctavo cumpleaños-Comentó sacándose un sobre del bolsillo del pantalón que entregó a Jake.
-Es para usarlo hoy. Hay una excursión desde aquí al lago de LightIce y de los Enamorados y hemos pensado que te gustaría ir con Aria y pasar un tiempo a solas alejados de vuestros padres aburridos-Dijo su madre.
-Exacto, eso de los enamorados no solo se aplica a parejitas sino también a amigos-Dijo mi padre, clavándonos la vista fijamente.
-Eso me recuerda que Lemniscata también te tiene un regalo-Comenté tendiéndole la bolsa en el que se guardaba. Lo desempaquetó con sumo cuidado, no queriendo rasgar el papel de seda de colores para dárselo a Dafne quién los coleccionaba.
-¡Vaya! Es increíble. Espero que seas mi contrincante.
-¿De verdad ansías perder? -Si pierdo será con gusto, dado que eso significaría que eres una gran contrincante.
Al terminar de comer, Jake y yo, subimos a nuestras respectivas habitaciones en donde terminamos de arreglarnos para asistir a la excursión que sus padres le habían regalado. Me pregunté en ese momento si sus padres le regalarían eso de saber que habíamos empezado a salir.
Antes de subir al autobús que nos llevaría al lago nos despedimos de nuestras familias que asistirían a los baños termales durante esa tarde. Una vez dentro nos sentamos juntos, y la tensión que teníamos salió sola haciendo que soltásemos una carcajada simultánea, coordinada. Agarró mi mano, en la cual empezó a hacer círculos con su dedo pulgar que enviaron varias corrientes por todo mí ser.
-No sabes lo feliz que soy en este momento de tenerte a mi lado sin nuestros padres delante-Comentó, mirándome a los ojos-Así ya no tengo que fingir lo mucho que me gustas-Me dijo.
-Yo también me alegro. He estado más en tensión durante la cena que en toda la época de exámenes.
-Pues no se notaba nada-Dijo riéndose-Lo ocultabas muy bien.