Desde que tengo memoria, los humanos han sido crueles y distantes conmigo, mi hermana siempre me dijo que no cerrara mi corazón después de todas esas amargas experiencias, ya que no todas las personas son de esa manera, con el tiempo entendí que esa crueldad derivaba del temor. Luego de perder a mi hermana, decidí ocultar mi pelaje, mientras más humana parecía a sus ojos más desapercibida y menos incómoda me sentía.
A pesar de llevar una vida normal, en el fondo estaba aterrada, tenía miedo pues había visto lo que las personas eran capaces de hacer… Hasta que un día, apareció Lena.
Lena y Rein Capítulo 5: Una trampa
-¿Así que perdieron a la chica?- Preguntó un hombre de traje a sus subordinados desde su silla tras un escritorio -Esa chica estaba trayendo buenas ganancias por su rareza ¿¡Cómo pudieron perderla!?-
Los hombres sospechosos comenzaron a hablar sin parar explicando la situación, hasta que colmaron la paciencia del hombre de traje.
-Un hombre lobo… ¿Esas bestias tienen algo que pueda valer en el mercado?- Preguntó afilando una navaja elaborada con el colmillo de una bestia.
-La mataremos esta noche y podrá averiguarlo- Respondió uno de ellos -Es el juguete de los espectáculos de los callejones, recuperaremos a la chica y la traeremos de vuelta-.
-Un licántropo como trofeo, asegúrense de no ensuciar demasiado su pelaje entonces-. Concluyó.
Los rayos del sol de media tarde entraron por la ventana, al salir de su alcoba, Brito encontró la cama vacía y a Lena durmiendo junto a Rein en el sofá.
-¡Ay cómo hizo frío esta noche! ¡Casi podría decir que tengo celos de no tener con quien dormir como ustedes!-
Rein despertó de golpe al escucharlo y en su impulso por incorporarse casi hizo caer a Lena del sofá -¡Cállate, Brito!- Gritó sonrojada.
Lena rió nerviosa, poniéndose de pie se dirigió rápido a la cocina y se quedó ahí, como pensando en lo que estaba sucediendo.
Brito seguía discutiendo con Rein, la discusión era en un tono juguetón, pero la loba perdía la paciencia demasiado rápido.
-¡Ya te dije que no pasó nada!- Insistía ella gruñendo y mostrando los colmillos.
Un aroma a comida los interrumpió, la joven había comenzado a cocinar.
-Lo siento, creo que dormimos demasiado y es hora de que comamos algo, ¿no creen?- Aconsejada en momentos por Brito, Lena preparó los alimentos, mientras Rein lidiaba con sus pensamientos en la sala.
-Eres bastante hábil, pronto podrás cocinar cualquier cosa- Le dijo Brito como cumplido al probar lo que había cocinado.
Rein ni siquiera se acercó a la mesa, estaba molesta todavía por lo sucedido hacía un momento.
-Rein, preparé omelette con tocino, los lobos comen eso ¿No quieres un poco?- Le dijo Lena desde la cocina sin obtener ninguna respuesta.
-Déjala, en cuanto le de hambre buscará algo- Le dijo el ciervo tratando de calmar el ambiente -Esa loba grosera nunca supo apreciar mi comida, se lo pasa comiendo pizza-.
Lena estaba mirando a Rein, como esperando que sintiera su mirada y volteara a verla de vuelta. De pronto, se quitó el delantal y caminó hasta quedar frente a la loba.
-Dormimos juntas en el sofá, eso fue lo que pasó, lo siento si eso te puso de mal humor-
Brito dio un sorbo grande a su café con una expresión de sorpresa al escuchar la disculpa de Lena.
-No es eso lo que me tiene así, no tiene nada que ver contigo- Le respondió.
Los 3 se quedaron callados, Rein se puso de pie y se dirigió a la cocina, abrió la nevera y sacó un pedazo de pizza colocándoselo en la boca -Tengo que irme a trabajar, nos vemos en la noche en el restaurante, Brito-.
Brito alzó la mano como señal de despedida, dejando que la bestia se fuera sin más.
-¿A dónde va a esta hora?- Dijo Lena al aire como pensando en voz alta -Se ve preocupada por algo-.
-Rein es un misterio- Le contestó Brito -Estará bien, le gusta hacer las cosas a su manera-.
Lena se notaba inquieta, aprovechando el momento cuando Brito llevó los platos a la cocina, salió del departamento para seguir a Rein, sabía que su olfato era muy sensible y podría detectarla así que intentó mantener la mayor distancia posible.
La loba se alejó del departamento, había detectado el aroma de Lena pero asumió que lo tenía grabado en su nariz, sin fijarse en ello se dirigió a los callejones, donde la esperaba nuevamente el hombre vestido de gabardina.
-Espero no tengas problema con enfrentar a más de uno esta vez- Le dijo mostrando un montón de billetes.
-Me da igual, acabemos con esto pronto- Respondió quitándose la prenda superior para dirigirse a la plataforma de pelea.
Las bocinas se encendieron y los usuarios comenzaron a aparecer en las pantallas, abucheando e insultando nuevamente a Rein, los pensamientos de la bestia intentaban mantenerse en calma.
De pronto las luces se apagaron, al encenderse 4 hombres aparecieron delante de la loba, eran los mismos que habían peleado con ella en los callejones hacía dos días.
-¿Nos recuerdas, monstruo?- Le preguntó uno de ellos en tono de burla mientras giraba una cadena en su brazo.
-¡Oigan, no está permitido usar armas! - Alcanzó a decir el presentador antes de perder el conocimiento tras un golpe de uno de los hombres.
Rein retrocedió unos pasos, escuchando como se cerraban las puertas de salida.
-¡Nos hiciste perder mucho dinero al dejar ir a esa chica!-
La bestia se puso en guardia, varios hombres comenzaban a rodearla agitando armas elaboradas con los huesos.
-Mordiste la mano que te dio de comer, bestia estúpida, sólo tenías que quedarte callada y aceptar las condiciones que te dimos, ahora lo pagarás con tu vida- Le gritaron empezando a lanzar golpes con las armas.
Rein recibió de lleno los primeros golpes al intentar esquivarlos, no había peleado contra oponentes armados por lo que no podía imaginar la distancia a la que debía alejarse.