Lena y Rein

Capítulo 7. Los verdaderos monstruos

 Mi hermana era una bestia, la más fuerte de ese entonces, sin embargo, a pesar de que todos los días luchaba en favor de los humanos, había personas que la odiaban, a diario volvía con distintas heridas en su cuerpo fingiendo estar bien y mostrando siempre una sonrisa.

Lena y Rein capítulo 7: Los verdaderos monstruos

-¿A dónde vas, hermana?- Se acercó una pequeña Rein a la joven que se preparaba para salir.

-Voy a trabajar- Respondió a secas, colocándose una banda adhesiva sobre una herida en su frente.

 La joven mujer era parte de una organización que se encargaría de traer estabilidad y paz a la sociedad después de la guerra, con la aparición de monstruos y nuevas especies originadas por la gran explosión, su naturaleza se convirtió en el arma clave para la organización.

-No quiero que te vayas, Liam- Le insistió la niña lobo sujetándole la tela del pantalón como un intento de detener sus pasos.

Liam bajó la mirada para verla y sonrió.

-En este mundo hay caos, Rein, soy muy fuerte así que puedo ayudar a las personas.

-¡Pero las personas te hicieron eso!- Exclamó al verla alejarse.

Las alas de Liam se extendieron, abarcando de lado a lado la habitación, abrazando a su hermana la alzó hasta tenerla acurrucada en su pecho.

-Las acciones hablan de lo que hay dentro de nosotros, Rein, nunca olvides eso, tienes un buen corazón y aunque te paguen con una bofetada, no dejarás que eso cambie ¿Me lo prometes?- Le susurró al oído.

Las dos se miraron a los ojos, con dulzura la joven limpió las lágrimas de su hermanita para colocarla de vuelta en el suelo.

-Te lo prometo- Respondió la niña lobo moviendo la cola y levantando las orejas mientras su hermana ocultaba sus alas nuevamente.

En ese momento, un dispositivo en la ropa de Liam comenzó a sonar, había recibido una petición de ayuda en algún lugar de los alrededores.

-¿Vas a pelear con los malos otra vez?-

-Si, debo irme- Respondió.

-¡No te vayas!- Volvió a pedirle desesperada -Déjame ir contigo, puedo rasguñarlos y morderlos para protegerte-

La chica rio de nuevo -Eres muy pequeña, pero si, un día podrás protegerme, mientras tanto quédate aquí y cuida nuestra casa de los malos- Le pidió con un tono serio para convencerla.

-¡Si y cuando crezca iré a pelear junto contigo!- Exclamó.

Una vez más, la bestia se inclinó para quedar de frente a su hermana pequeña.

-No tienes que pelear mi batalla, estoy segura de que mamá quería que tu camino fuera diferente al nuestro- Dijo en voz baja, como pensando mientras acariciaba la mejilla de la niña.

Mientras la contemplaba, Liam podía ver a su madre reflejada en el rostro de su hermana menor. Sin mencionar nada al respecto se encaminó hacia la puerta del departamento, indicándole una cosa más antes de cerrar la puerta.

-Rein, si algo me sucede, recuerda buscar a tu padre en el bosque más al norte-

La pequeña loba se quedó sin palabras al escuchar esto último y ver a Liam cerrar la puerta.

-Mamá dijo lo mismo… antes de…- Recordó corriendo y abriendo la puerta de golpe, para encontrarse con un resplandor que la deslumbró por unos momentos.

De pronto, se encontraba frente a la puerta nuevamente, sentada en el suelo como esperando.

-Hermana… ya pasaron semanas y no has regresado- Dijo en voz baja sin quitar la vista de la puerta.

De esa misma manera, pasaron meses, el corazón de la loba se fue eclipsando por la realidad de que su hermana nunca regresaría.

Lo único que tenía como recuerdo de ella, era un collar y un libro, objetos a los que conforme pasaron los años restó importancia.

Los delitos continuaron al alza, el pueblo en crecimiento donde estaba el departamento se convirtió rápido en una pequeña urbe infestada de maleantes, la economía creció para los poderosos mientras las personas comunes luchaban por sobrevivir.

De la misma forma, la discriminación hacia las bestias se incrementó, obligando a Rein a camuflarse entre la sociedad y tomar trabajos de bajo perfil que le permitieran ganar lo mínimo para comer.

En sus jornadas era testigo de cómo las personas eran hostigadas por los delincuentes, sin embargo, las bestias más que hostigadas eran tratadas como seres inferiores, recibiendo golpes e incluso siendo esclavizadas para trabajar con malhechores.

-¡Pon el dinero en la bolsa!- Gritó un hombre con astas en su cabeza, de complexión delgada y barba apuntando con un arma a la chica lobo que atendía una tienda pequeña.

-¿Lo haces porque quieres o porque te obligan a hacerlo?- Le dijo sin mostrarse inquieta por tener el arma frente a su rostro.

El hombre comenzó a temblar, sintiendo la mirada de la loba, su instinto de presa le hizo bajar el arma -Eres una bestia también… te lo ruego, sácame de aquí-

-Así que eres una víctima solamente- Respondió ella abriendo la puerta del área de la caja registradora, el hombre se escabulló y se ocultó debajo de la repisa.

De rato un grupo de hombres entró como averiguando si se había llevado a cabo el asalto que habían ordenado al hombre bestia. Al no verlo dentro del local, pasaron de largo y se fueron sin decir nada más que haciendo un leve gesto a la cajera.

Rein salió de su área para cerrar la puerta con llave, permitiendo que el hombre saliera de su escondite.

-Gracias… de verdad te lo agradezco

-¿Cuál es tu nombre?- Le preguntó la loba.

-Brito, me cazaron hace un año más o menos- Le dijo -¿Hace cuánto te cazaron a ti?-

-Nadie me ha cazado, soy una bestia libre- Contestó.

Brito caminó colocándose delante de ella, en apariencia era humana pues había cubierto su pelaje, orejas y cola con sus prendas.

-Puedes pasar por humana sin problema… de no haberte visto a los ojos no me habría percatado de que eres una bestia-.




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