Estaba sufriendo. El dolor que ella sentía nos estaba alcanzando, aunque siempre solía ser duro y hasta estricto con la loba, la verdad es que siempre estuve agradecido por haberme ayudado. Verla en ese estado también me ponía mal.
Sin embargo, era Lena quien llevaba la peor parte, se esforzaba en acercarse, pero Rein simplemente no lo permitía, no percibía maldad ni malas intenciones en ella, percibía desesperación y dolor.
Capítulo 20. Ela y la Bestia
— ¡Lena, deja de hacer eso! -Le gritó Brito al ver como ambas quedaban envueltas por la energía oscura de la bestia.
A pesar de que Rein la empujaba, la chica se aferraba con fuerza a ella, llamándola repetidamente, intentando hacerla volver en sí.
De pronto, una sombra espesa las cubrió entre nubes negras y electricidad, la energía se palpaba como una presión que impedía a Brito acercarse a ellas.
—Me… duele… Quiero morirme…-Se escuchó un susurro entre la oscuridad, la imagen de una joven cubierta con una sábana húmeda suplicando por terminar con su sufrimiento apareció en sus pensamientos.
—Ya no más… por favor -Seguía rogando la joven escondida bajo la cama.
—Lena… - Se entendió que Rein dijo entre gruñidos al ver la escena en su cabeza.
La joven tocó con delicadeza su rostro, en ese momento el collar comenzó a emitir una energía brillante que contrarrestó de a poco la niebla que las rodeaba.
—Rein ¿Qué es lo que te duele tanto?
Por un momento la voz de Lena era diferente, Rein pudo ver entre la oscuridad que frente a ella estaba una mujer de cabello negro quien con una expresión cálida llamaba su nombre.
Sintiéndose adormilada, cerró los ojos.
“¿A dónde vas? ¿Por qué está oscuro aquí?” Vio a una niña pequeña escondida en un sótano, era una nueva imagen en su mente.
—Madre… me abandonaste -Susurró con tristeza al verse a sí misma en la visión.
La escena se extendió, mostrando a la misma mujer de espaldas frente a una multitud de sombras que levitaban delante de ella.
— ¿Qué es… eso? -Se preguntó Rein al ver esa imagen.
La mujer volteó hacia la puerta del sótano donde había escondido a Rein de pequeña, con una sonrisa triste se despidió, en sus labios se leía una frase que la bestia no alcanzó a leer entre la neblina de la visión.
La mujer desapareció lanzándose hacia las sombras que la esperaban con bolas de energía en sus manos, causando que todo se iluminara al punto de cegarla por un momento.
Al abrir los ojos, Lena estaba delante suyo, sus mejillas estaban inundadas de lágrimas.
Brito estaba ahí, sin palabras, ante él, el collar emitió una energía blanca que las envolvió y disipó la nube oscura, al regresar, la loba se había tranquilizado y vuelto a la normalidad.
— ¿Estás llorando de nuevo? –Le dijo limpiándole las lágrimas sutilmente con su garra.
—Lo siento… me alegra… que estés bien –Le contestó Lena aliviada pero notablemente agotada, sus manos seguían posadas sobre las mejillas de Rein.
—Esa era… ¿Mi madre? – Preguntó desconcertada la bestia.
— ¿Tú también la viste? -Le contestó la chica sonriendo -Me alegro de no ser la única – Apenas alcanzó a decir cuando el cansancio venció su cuerpo. Rein la atrapó para que no cayera.
— ¿Pudiste ver la misma visión? Lena ya me había comentado al respecto, pero sinceramente no le creí en ese momento -Intervino Brito.
—La vi… y no sólo a la mujer que parece ser mi madre -Dijo haciendo una pausa para ver a la joven en sus brazos.
— ¿Qué pasa? ¿Qué viste? -Insistió el ciervo.
—Vi a Lena… ella… su pasado- Se quedó pensando mientras fruncía el ceño -Debo protegerla, no puedo permitir que nadie vuelva a lastimarla.
— ¡No tienes que decirlo! ¡Así será! - Exclamó Brito –Y sobre Liebchen, no nos queda más remedio que confiar en que estará a salvo con Bruno, no podemos arriesgarnos a permanecer mucho tiempo en un solo lugar luego de lo que acaba de pasar.
—Entonces el cachorro se queda aquí… -Pensó en voz alta la bestia -Creo que es lo mejor, nos encontraremos en aprietos muy seguido de ahora en adelante, aunque Lena se sentirá triste.
—Necesitamos pensar en que es lo que vamos a hacer ahora, los bandidos, la policía, esas mentiras que dijeron en la televisión y ahora ese abuelo de Lena que seguro no se quedará tranquilo luego de hacerte esa maldición.
Guardando la conversación para cuando estuvieran a salvo, ambos comenzaron a caminar hacia el bosque. En el camino interrumpieron brevemente el silencio para hacer uno que otro comentario.
Habiéndose adentrado al bosque, encontraron un lugar donde descansar, con un suspiro se dejaron caer en el suelo y se sintieron a salvo. Rein colocó a Lena sobre una cama improvisada con hojas secas mientras Brito reunió ramas y vegetación para hacer una fogata.
—Por cierto, nunca te había visto transformarte ¿No te gusta tu forma bestia?
—Nunca me había transformado, siento como si todo hubiera sido un sueño, uno doloroso.
—Creo que es mejor, si normalmente eres violenta, convertida en bestia serías incontrolable, estuviste a nada de lastimar a Lena.
—No me perdonaría hacerle daño… Es todo lo que tengo… -Respondió sin considerar que estaba pensando en voz alta.
—Por fin aceptaste que la quieres… eso me da gusto- Dijo el ciervo sonriendo mientras movía las hojas con una rama para avivar la brasa.
—Cállate… Ni siquiera estoy segura de cómo me siento –Respondió –Pensé que sería capaz de dejarla ir cuando supe que había encontrado a su abuelo, pero…- Hizo una pausa.
—El anciano es todo un caso, nunca imaginé que te lanzaría una maldición o fuera capaz de usar energía mágica –Añadió –Había escuchado historias de personas que podían usar magia pero según yo ya no existían.
—Energía mágica –Repitió la loba, de alguna manera relacionó el comentario de Brito con la visión que tuvo junto a Lena.