Leonora H

CAPITULO 15

Trudy era la que más sufría por la loca decisión de Amelia de organizar una reunión, una semana completa albergaría a diez personas de la más alta sociedad de Londres.  Pipa Brighton, con su hermana Sofía y si hermano Juan, Dorothy Anderson, su madre la señora Luisa Anderson y su primo Andrés, la condesa Azucena Clayton y su sobrino Jonás una cara conocida para Leonora y por supuesto el vizconde Alexander y un acompañante amigo de él, el señor Gilberto Batista de España.

Se habían mandado pedir dos cerdos, un cordero, aves, verduras, frutas, harina para los pasteles y bollos y demás ingredientes, se lavaron sabanas, cobijas, almohadas, toallas, se abrieron ventanas para ventilar las habitaciones, se limpió a conciencia todos los muebles y alfombras, en estas andaba Trudy cuando fue abordada por Amelia.

-Trudy esta es la lista de los invitados, quiero que las habitaciones de los familiares queden contiguas.

-Si señora, yo me encargo. – Trudy tomó la lista y de inmediato se topó con el nombre del vizconde Alexander, Trudy sitió un cierto temblor, se le quedó viendo con ojos indignados, pero no dijo nada.

- ¿Te pasa algo Trudy?

-No, señora nada.

-Bien, ve a disponer las habitaciones. – Trudy se retiró, entró en una de las habitaciones donde Leonora ayudaba a Lidia a limpiar.

- ¡No lo puedo creer! ¡Una cosa es recibir una carta, pero traerlo en persona! – Leonora y Lidia no sabían de que estaba hablando, pero las palabras se le quedaron grabadas a Leonora, ya antes había hecho un comentario sobre las cartas.

Los invitados fueron llegando, las damas iban directo a refrescarse y los hombres a tomar un Wiski y fumar sus cigarrillos, Julián era el más encantado en tener tanta gente en la mansión, sus intentos por conquistar a Hana lo extenuaban y aburrían, conversaban amenamente cuando entró en la sala el vizconde Alexander y su acompañante, Julián se volvió para ver a su hermana, que estaba con los ojos brillantes al ver al recién llegado.  Amelia supo que la mirada de su hermano era de reproche, solo él sabía de su aventura con el vizconde Alexander, y aprovechó la ocasión cuando su hermana fue a servir unas copas en el rincón de la sala.

-Que hipócrita eres hermanita, - Amelia se incomodó, - tu dándome un sermón sobre tener cuidado y hacer que la fortuna de los Al Rashid quede en nuestras manos, te has dado cuenta que la presencia de Alexander aquí pone en peligro todos tus planes.

- ¿Me crees tan tonta como para echar a perder todo lo que he conseguido?

-Pues espero que te cuides en tus encuentros con el vizconde. – Amelia lo miró enfadada, tomó la charola de las copas y se las llevó a la mesa de centro.

El único que faltaba en la velada era Hassan.

-Ustedes disculparan a mi esposo, pero una vez que se encierra en la biblioteca no hay poder humano que lo saque,

-Estos arqueólogos – Comentó Alexander, - ven un escudo abollado y creen que puede ser de la época de las cruzadas, una pintura roída y creen que es de Miguel Ángel, o una espada oxidada y creen que proviene del imperio romano. – Todos soltaron una carcajada.

-A mí sí me gustaría ir al Cairo, - Dijo Pipa, - dunas del desierto, el Nilo ha de ser muy romántico.

-Pues yo lo odio. – Continuó Amelia, - de regreso de nuestro viaje de bodas llegamos al Cairo por tres días, y agradecí a Dios que solo fueran tres, no hubiera podido soportar más tiempo allá.

- ¿Qué fue lo que no te gustó querida? – Preguntó la señora Luisa.

-Demasiado calor, y la arena se mete por todas partes, siempre todos los muebles están llenos de arena. – Su comentario fue interrumpido por Hassan.

-Me disculpo damas y caballero por el retraso.

-No tienes por qué disculparte Hassan, - comentó la señora Luisa, - es bueno que tengas un entretenimiento, los jóvenes de hoy solo están esperando algún evento para terminar con su aburrimiento. - La señora Anderson era conocida por no tener tiento y comentar todo lo que pensaba, a pesar de que la sala estaba llena de jóvenes, los cuales eran tan ricos que no trabajaban en nada, y solo mataban su tiempo libre en reuniones y fiestas.

-Mi madre, gracias a Dios que la esclavitud se abolió, ella quisiera ver a todo mundo trabajando de jornaleros. – Comentó Dorothy quien trataba de suavizar el ambiente con los jóvenes.

-Bueno pues espero que no se aburran aquí. – Dijo Hassan, - mi esposa les ha preparado un itinerario de, caza, día de campo, etc.

-Nadie podría aburrirse en compañía de tu esposa. – Expresó Alexander, Hassan y los demás invitados lo tomaron como un mero cumplido, pero Amelia, Julián y Trudy que recién entraba con una bandeja de refrigerios comprendieron el doble sentido del comentario.

Al día siguiente trece caballos bien ensilladlos, bañados y peinados los estaban esperando, todo ese día estarían de caza, las mujeres bajaron con sus trajes de montar, botas y sombreros con velos para cubrirse del sol.

Nathan que había notado el alejamiento de Hana, no amarro a propósito su montura para hacer un poco de tiempo mientras esperaba a que terminara.

-Señorita Hana ya no me buscó para que le cuente lo nuevo que he leído del libro.



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En el texto hay: romance, desierto, piramides

Editado: 14.06.2022

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