Día 7. Domingo.
David y Emily se levantaron con las ideas claras. Desayunarían y se irían al ministerio en busca de ayuda. Así que una vez hecho lo primero y mentalizarse para una larga mañana, Emily se entrelazó con David e intentó crear el portal ahí mismo, en el salón. Aunque por algo desconocido, no pudo hacerlo.
– ¿Qué? – Emily se separó de su chico e intentó de nuevo abrir el portal, dándole el mismo resultado –. Pero…
David se percató de que algo iba mal, así que intentó abrir el portal él. Pero al igual que ella, no podía. Pero aquel no era el único método de transporte, así que agarró a su chica e intentó teletransportarse, no moviéndose de aquel sitio.
– ¿Han cortado las comunicaciones? – Se sorprendió él.
Emily estaba en fuera de juego, ya que eso se le escapaba de las manos. Pero se dio cuenta de una cosa e intentó hacer una bola de fuego, dándole como resultando también, nada.
– No es que hayan cortado las comunicaciones, es que han bloqueado la magia de alguna manera – se exaltó ella.
– ¿Pero la magia de la sangre no puede hacer eso, verdad? – Preguntó él.
– No – negó ella –. Esto es algo más… Es un inhibidor de magia…
– ¿Y quién tiene eso es una isla cómo ésta?
Fue pronunciar aquella pregunta y a continuación llamaron a la puerta y escucharon el nombre de guardia nacional, lo que hizo que David y Emily se mirasen mutuamente sospechando.
– ¡Ya abro yo! – Gritó Shaw desde la otra sala.
– ¡No! – Dijeron al unisonó David y Emily mientras corrían hacia la puerta, logrando detener al mayordomo en el último momento.
– Shaw… Escóndete en la isla, vete con… Quien sea – le susurró Emily –. No es broma…
Al mayordomo le temblaron las manos al escuchar eso, pero por la determinación que lo había dicho ella, sabía que era verdad. Así que asintió con la cabeza y se marchó en dirección de la puerta trasera.
– ¡Guardia Nacional! ¡Abrid! – Golpearon otra vez.
David y Emily esperaron cinco segundos más para dejar margen a Shaw. Fue tras eso, cuando ella se dirigió hacia la puerta y la abrió.
– ¿Ocurre algo? – Masculló ella –. No son horas…
Ambos vieron que eran dos hombres los que estaban frente a ellos. Dos guardias que no eran los que vieron ayer, pero sí que mantenían la complexión fuerte. Viendo que uno de ellos llevaba un aparato electrónico entre las manos.
– Venimos a interrogaros. ¿Estáis los tres? – Soltó el otro hombre.
– Shaw está en el huerto, pero sí, estamos todos – admitió ella –. ¿Tanta prisa tenéis? – Refunfuñó –. No son modales para ir a…
– Tratamos a la gente como nos da la gana – soltó el guardia y al instante, el aparato que portaba el otro empezó a sonar.
– ¡Son magos, son magos! – Se exaltó el guardia.
– Oh, oh… – David quitó de en medio a Emily e intentó cerrar la puerta de la casa. Pero el guardia fue rápido y puso el pie, lo que imposibilitó hacerlo. Entonces, David volvió a abrir la puerta de golpe y le dio una patada en toda la espinillera. Fue ahí, cuando el guardia se retorció de dolor y ambos salieron corriendo por el interior de la mansión en busca de la salida trasera.
– ¡No le habrá dado tiempo! ¡Le vamos a llevar a él! – Soltó Emily en referencia a Shaw.
David masculló y giró a la derecha en la primera sala que vio. Adentrándose en un salón de bailes al estilo imperial. Pero aquello era lo de menos y cogió una silla de madera que estaba bien cuidada.
– Lo siento, Shaw – susurró él cogiéndola con las dos manos y a continuación se escondió tras la entrada.
– No irás a…
Y tanto que lo iba a hacer, ya que cuando el primer guardia entró corriendo hacía allí, David alzó la silla y la empotró con todas sus fuerzas sobre la cabeza del enemigo. Haciendo que éste se cayese al suelo inconsciente y quedándose David con el respaldo entre las manos al partirse la silla en trozos.
– Que bruto eres… – Le especuló Emily.
David dejó caer el respaldo y se adentró de nuevo en el pasillo, siendo sorprendido por el otro guardia. Que le cogió por la espalda y le intentó ahogar por el cuello con sus fuertes brazos. Siendo salvado por fortuna, por su chica. Que cogió lo que quedaba de respaldo y le golpeó la cabeza fuertemente. Aunque solo le aturdió, así que David acabó con él con un codazo en toda la cara.
– Luego dices que yo – añadió él.
– Quería aprovechar…
– ¿Qué hacemos? – Preguntó David mirando a los dos guardias.
– Huir – sentenció ella –. Pronto vendrán más… Y sin poderes…
– ¿Crees qué han sido ellos? ¿Los qué han bloqueado la magia?
– Sin lugar a dudas… – Emily se agachó para recoger el aparato con el que antes les habían detectado –. No conozco esta marca – agregó al ver el nombre –. Debe de ser del mercado negro – observó que aparecía un walkie talkie.
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Editado: 21.09.2022