La princesa de cristal y el fiel siervo
En la vida, siempre va existir algo de los que nos sintamos avergonzados y deseemos enterrarlo en lo más profundo nuestro ser.
Para Alison Spencer, su día a día era una batalla tras otra, no porque le fuera mal y sufriera de acoso escolar, quizás en el pasado esa era una parte de su vida. Escapar constantemente de sus hostigadores, teniendo que esconderse en los baños, con tal de almorzar en paz, sin tener que recibir insultos por parte de sus compañeros de escuela. Se odiaba, constantemente observaba su cuerpo desnudo frente al espejo, se sentía asquerosa, se tocaba la papada muy notoria, producto del sobrepeso que sufría, deseaba verse como las jovencitas que salían en las series que solía ver, tan perfectas y frescas, sin un rastro de imperfección, fuerte y dispuestas a pisotear a todo aquel que intentara contradecirla, ella las admiraba, eran su modelo a seguir, a pesar de que para algunas personas, ese tipo de muchacha no fuera considerada alguien vacía, demasiado superficial, pero eso era lo que ese quería, ser ellas.
Trataba de ocultar sus kilos de más, usando ropas dos tallas más grandes de lo que es ella, vistiendo colores opacos, con tal de no llamar la atención de nadie, pero vanos eran sus intentos. Trataba de ocultar su rostro bajo su cabello, no se sentía nada orgullosa de sus rasgos y mucho menos de su nariz de "tucán" como muchos le solían decir. Su vida quizás continuaría de la misma manera y terminaría graduándose, para luego intentara desaparecer o simplemente volverse una ermitaña, con tal de que nadie la pudiera ver. Pero al destino siempre le va a gustar jugar sucio. La mañana del cinco de abril, el roció de la mañana aún estaba fresco sobre la grama del jardín, los días fríos eran de sus favoritos, ya que podía usar unos suéteres y chaqueñas gigantescas, con la excusa de ser muy friolenta. Su mañana estaba transcurriendo con total normalidad, uno que otro típico empujón o insulto, cosas que podía sobrellevar o simplemente ignorarlas. Aquel día solo pasaba clases hasta las tres de la tarde, podría volver temprano a casa y ponerse el pijama de ositos que tanto amaba usar, mientras miraba un capítulo de Gossip girl, fantaseando con ser una muchacha igual de guapa como lo es Serena o igual de calculadora y manipuladora como lo es Blair, sus ejemplos a seguir, los típicos de una jovencita pre-adolescente.
Las tres en punto de la tarde mostraba la pantalla de su móvil, emocionada y apresurada por irse, metió todas sus cosas a su mochila, corriendo directamente sin detenerse a mirar nada, ni nadie. Algo la detuvo, la estaban jalando para atrás, intentó forcejear con tal de que la soltaran y la dejaran ir, pero era inútiles todos sus intentos. Beck, era el doble de su tamaño, un muchacho demasiado fornido para su edad, solía decirse siempre Alison, pero al menos él cumplía los requisitos del típico capitán del equipo. Quizás ella fantaseaba con él en las noches, soñando que ella era su novia, pero no, cómo podría tener semejantes pesadillas tan tenebrosas, Beck, tal vez era guapo y toda la cosa, pero él irradiaba arrogancia y petulancia, un muchacho completamente impulsivo y agresivo, para nada su tipo.
Fue arrastrada hasta la parte trasera de la escuela, el área en la que estaban construyendo un nuevo módulo. Allí estaban ellas, Chris y Sam, tan alegres como siempre, retocándose el maquillaje por milésima vez en el día. En algunas ocasiones se preguntaba si no les hacía daño aplicarse tanto polvo en el rostro, cayó al suelo por culpa de la brusquedad en que fue soltada por Beck.
—oh mi querida Spencer, me ha llegado el rumor de que decías que tu sola puedes con todas nosotras —dijo Samanta
—No, yo no he dicho eso —respondió Alison, temerosa de lo que pudiera llegar a pasarle
— ¡como que no! Vas a decir que estoy mintiendo —replicó Erika, saliendo de su escondite detrás de un muro a medio construir, dejando caer al suelo la colilla del cigarro que estuvo fumando
—Es verdad, yo jamás dije eso y mucho menos he llegado a hablar contigo Erika —trato de defenderse, mientras apretaba con fuerza entre sus manos la tela de su chaqueta
—yo en ningún momento dije de que hubiéramos hablado, vez como tu solita te contradices —respondió mientras sujetaba de los cabellos a Alison, jalandola con brusquedad para que se acercara a ella
No existía escapatoria para Alison, a pesar de que peleará por demostrar que era inocente. Solo tendría una oportunidad para escapar de ellas, observo por un momento el suelo del lugar, aun había en el tierra y escombros, intentar agacharse y agarrar un poco de tierra para lanzarla a ellas, no era una opción, Erika, fuertemente jalaba sus cabellos.
Entonces decidió que si iba a escapar debería hacerlo en ese momento, antes de que Chris y Sam, se llegaran a acercar más de lo que ya estaban. Con todas sus fuerzas pateó a Erika, en la pierna, por la sorpresa del momento y el dolor, dejó de sujetar los cabellos de Alison, en ese instante, intentó salir corriendo, pero se había olvidado de un pequeñísimo detalle, Beck, aún estaba allí, afuera, vigilando que nadie pasara por el lugar. Al momento que noto todo intento de escapatoria de Alison, la sujetó por la espalda y la volvió a llevar adentro, donde la lanzó al suelo, cayendo ella de espaldas. Las tres muchachas empezaron a patearla, mientras aún estaba tirada en el piso, intentó evitar los golpes en su estómago y rostro haciéndose bolita, pero Sam, no permitiría que hiciera eso, con una mano agarró los cabellos de Alison, levantándose a la fuerza, ella intentó sujetar el pelo jalado, intentando de que Sam, la soltara, pero al instante que miro para arriba, Chris, la pateó directamente en el rostro, rompiéndole la nariz, derramando sangre a borbotones.
Alison, intentó detener el sangrado con sus manos, pero eso no le gusto a Erika, volviéndola a empujar para que callera de espaldas, dejando Alison, uno de sus brazos, libres del agarre de su nariz, intentando volver a levantarse, en ese momento Sam, le pisó la mano y repitió la acción de Chris, dándole golpes en el rostro a la pobre muchacha, uno de sus brazos estaba extendido en el suelo, adolorido por los golpes, en su mano empezó a agarrar bastante tierra, esta vez sí serviría ese truco para escapar, pero Samanta, descubrió su plan y pisó con fuerza en reiteradas ocasiones el brazo ajeno, hasta que se escuchó un clic, estaba roto. Alison, estaba a punto de desmayarse por el dolor y la dificultad de respirar, por la sangre en su nariz.