Le conté a mis amigos lo que pasó.
—¿Que hacemos Neo?
—Siento pena por estas personas pero no es nuestro problema, tenemos que irnos de aquí.
El Arquero me sujetó por la camisa muy enojado. —Eres un estúpido si dejas así a esta gente, no deberías ser campeón.— Luis y Alberto me miraron sin decir nada.
Hunter fue a jugar con los niños.
—No es mi problema cargar con la vida de todos, yo no les pedí que vinieran.—
Eranscurrió el día con intriga, mis acompañantes me ignoraron todo el día.
Esa noche las cosas cambiarían para mal, Eliot se nos acercó para decirnos que pronto nos quedaremos sin comida.
—¿Que no estamos repletos?—
Eliot contestó que todo el almacén está lleno de ratas.
—Allá afuera tenemos un camión de carga, lo llevamos al supermercado que está en Chopo y lo traemos repleto de comida. Hunter distraerá a todos los infectados mientras nosotros vamos.— parecía un plan simple. Hunter no estaba de acuerdo sin embargo, terminó siguiendo la corriente.
Organizamos un grupo; yo, mis compañeros y la gente de Eliot. Guiados por Hunter hasta el camión de carga.
Hunter distraía a los infectados y nosotros manejamos al supermercado.
Nos adentramos, todo estaba oscuro. Un pequeño grupo fue a encender las luces mientras el resto buscaba la comida. Algunos se desviaron por cerveza y cosas innecesarias.
El grupo se dispersó por completo.
Estaba sólo pero no por mucho tiempo, sentí una scopaesthesia que recorrió todo mi cuerpo, el instinto de supervivencia no se hizo esperar.
Las luces del supermercado, se encendieron y el lugar estaba lleno de infectados. Nos atacaron. —¿cómo es que no me di cuenta?
El lugar se llenó de gritos y de lamentos. Logré esconderme en un vestidor y saque un cuchillo del cinturón. Decidí ahorrar balas.
A lo lejos, vi que Eliot y unos cuantos salieron por la puerta. Corrí tras ellos, matando a cada infectado que me atacaba.
—¡No subimos nada de comida al camión!—
Eliot estaba subiendo al resto del grupo, el Arquero iba a manejar.
—Tú quédate aquí y cubrenos la espalda.— le dijo Eliot a Alberto y le dio un arma, dejándolo en el estacionamiento. Cuando el camión avanzó, Alberto fue corriendo tras esté y el Arquero iba a detenerse pero Eliot gritó que no había tiempo.
Alberto intentó disparar pero está no funcionó. Uno de los infectados se aventó contra él tirándolo al suelo, aparecí tras esté tomándolo por el pelo y le corté el cuello.
—¡Gracias Neo!— Alberto lloraba en el suelo…
—¡Párate!
Corrimos a una caseta y logramos escondernos.
—Ponte trucha Alberto, a las tres salimos. Traigo cuete, na’mas paro y avísame si viene uno.—
—¿Porque mi arma no disparó?
—Presta… no está cargada.— Si me empu**
Salimos corriendo por todo el estacionamiento del supermercado. se aparecieron demasiados infectados. Nos quedamos sin balas y Hunter nos salvó.
Por poco y el corazón se me sale, escupí sangre y Alberto no paraba de llorar. Traté de tranquilizarlo y subimos al tercer piso de la plaza.
Llegamos al cine y Eliot nos recibió con una enorme sonrisa. —Alberto, si que eres audaz.
Al verlo confiado le di un puñetazo en la cara, armando escándalo y el lugar se dividió, toda la gente de Eliot y la mía.
—Chingonsita tu arma que le diste a Beto.—
—Tranquilo, fue una broma.
—No me estoy riendo estúpido. ¡MURIERON VEINTE PERSONAS MÍNIMO Y NO TRAJIMOS NADA!— quería ir en contra Eliot pero me agarraron Luis y el Arquero.
Nos reunimos mi grupo y yo en la pista de hielo. Alberto les contó todo lo que pasó.
—Y cuando quise disparar esta cosa ni balas tenía pero Neo me salvó y hasta se le salió lo ñero. — Todos nos reímos.
Alison escuchó la conversación e iba a irse de allí pero Hunter la sorprendió y la llevó con nosotros.
—Lo siento, no escuché nada.
—Sueltala, no es su culpa.— Hunter la soltó. Ella se quedó con nosotros.
—Nos mataran si nos quedamos aquí y no precisamente los infectados.
—Lléveme con ustedes, no me siento segura con Eliot.
—¡Esta decidido!— gritó Luis.
Las luces de la plaza se fueron, la única iluminación que había eran de cientos de velas. Eliot inició una ceremonia, para conmemorar a los que dieron su vida está noche.
—¡No lloren que ellos están a salvo con el señor!
¡Alabado sea!— gritaron todos.
Tuve más miedo aquí que en el supermercado. Esto era a lo que más temía, la gente…
—Son ellos o nosotros, nos largamos de aquí.