Cuéntame como te va,
si te supieron querer y si aun tus ojos brillan igual que en aquella entrañable época de torturante felicidad.
Dime si aún te asalta recuerdos,
altivos o fugaces,
pero recuerdos al fin y al cabo.
Dime si aún tus labios pronuncian mi nombre, aunque sea con desprecio o rencor.
Cuéntame si tu alma sanó y de tos ojos,
más lágrimas ya no caen.
Recuérdame el olor de tus cabellos,
el tenor de tus palabras
y la suavidad de tus mimos que hoy solo perpetuas fantasías son.
Dime si tu mirada, aquella que pretendía aparentar fuerza, pero que en la intimidad desnudaba su tersa y suave fragilidad aún es la misma que algún día conocí.
Cuéntame de ti,
háblame de tus amores y dime si ya eres feliz, pues solo si es así podré irme en paz a la eternidad de lo que pudo ser y no fue.