Letra, azucar y arsénico

Pretensión, reminiscencia y realidad

En la penumbra dos destellos, taciturnos y fugaces,

de sus entrañas nacían espinas que iban cortando la amalgamada oscuridad, 

sus ojos color miel destilaban, cada uno, una lágrima que se secaba cada vez más rápido con cada frío ventarrón.

A través de la neblina se escuchaba el ulular de un búho y el sonido de algunas hojas frotándose contra el suelo con cada ventisca, ahí estaba ella, incólume ante el inclemente clima, al punto de la hipotermia con la ropa desgarrada cuando por fin entendió que era mejor el crudo frio de la soledad que el calor infernal de una mala compañía.

Ya no lloraba más. Sus párpados hinchados y brazos amoratados junto a su inocencia destruida quedaron en ella como la triste reminiscencia de una sociedad podrida.




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