Permítame usted que en el vaivén de su mirada quede ensimismado
y con el dulzor de sus labios caiga conquistado.
Discúlpeme si suspiro y a sus ojos miro,
pero es que a pesar de tanto esfuerzo usted me deja sin respiro
con aquella elegancia que acompasa su andar y su estancia
aún en la distancia.
Cúreme del delirio
y que con un beso se termine el martirio,
dejando paso a un amor sin prejuicio ni suplicio
libre de perjuicio, a veces tan vano como un vicio.
Perdone si en sus palabras quedo ensimismado
y con sus caricias cautivado,
pero es que con usted a mi lado
no quedo más que chalado.