Letras a muertos.

Soñé.

27/09/15

Hora: 15:40

Cementerio.

La noche pasada soñé que vivía en un mundo mejor. Donde no existe el prejuicio, la envidia, la lujuria, la maldad, ni la muerte.

Por lo tanto soñé con mi papá, con tu abuelo, con Marie y Thiago, soñé contigo.

Estábamos todos juntos, éramos realmente felices.

Luego tú te acercabas a mí, con paso lento, y me dabas la llave del cofre. No sé cómo sabía que esa era la llave, sólo, lo sabía. Lo abría y… No había nada.

-Nunca morí, Annie.- me susurraste con una sonrisa.- No hay razón de ninguna muerte.

-¿Entonces en el cofre está la razón de tu muerte?- pregunté acercándome lentamente, para poder observar tus claros ojos con detenimiento.

Tú le restaste sentido a la pregunta con otra maravillosa y deslumbrante sonrisa, y me cogías de la mano.

Cuanto deseaba abrazarte, Cameron.

Y qué raro. Normalmente sientes deseo de abrazar a alguien cuando hay una sensación de cercanía. Y tú y yo ni siquiera el saludo pasamos.

Luego todo se volvió confuso, y los dos aparecíamos en tu habitación. De fondo se escuchaba el sonido de las teclas de un piano, se escuchaba tu melodía favorita.

-¿Puedo?- preguntaste y yo asentí.

Tus manos fueron a mi cintura y restamos los centímetros que nos separaban, segundos después, sin creerme lo que estaba pasando, empezamos a bailar, con movimientos suaves y tiernos.

-¿Por qué no me has vuelto a escribir?- preguntaste de repente.

-No lo creo necesario. La llave es mucho más importante ahora.- tu sonrisa cambió, arrugaste un poco las cejas y las curvas de tu boca se volvieron una línea recta.

-Para mí sí que lo es. Annie, tus cartas son lo único importante. ¿Me oyes? El resto ya se sabrá después.

-No estoy tan segura de ello ahora, ¿Me hablas de que ya se sabrá después?

-Prométeme que nunca me dejaras de escribir.- Cambiaste de tema y tus ojos tan claros y apacibles me envolvieron en un ensueño.

-Jamás lo haría. Pero Cameron, dime por favor dónde está la llave.

-¿Por qué te preocupas tanto de esa estúpida llave?- Preguntaste mientras me dabas una vuelta y tus manos volvían a mi cintura.

-Porque tú me importas Cameron. Necesito saber qué fue de ti.- Acaricié tus mejillas y un instante después las besé. Eran tan cálidas… Sin embargo tu solo te limitabas a sonreír y a sacar horquillas de mi cabello, una a una, mientras caían con lentitud al ritmo de la música, al suelo.

-¿Leíste la nota?- yo asentí con la cabeza.- Ahí está la respuesta.

-Pero, ya la hemos leído mil veces con Nate, y no encontramos ninguna respuesta. Hasta Caro la ha leído y no tiene ni idea.

-No creo que meterla en esto sea muy bueno. Es solo una pequeña… No tiene idea de muchas cosas.

-Está bien… Creo que tienes razón, he sido una insensata en ese tema. Pero solo dame una pista ¿sí?

-Te quiero, Annie.- susurraste.

-Yo a ti Cameron… Creo, creo que te he llegado a querer tanto. No me explico  cómo es posible… Tengo muchas preguntas para ti. Tantas, que no creo que nos alcance la noche para hablar de ellas.

-Sin embargo tenemos muchas noches más ¿no?

-¿Nos habíamos visto antes, en persona cuando estabas vivo?

-¿Quién dice que no estoy vivo ahora? Tú me quieres, eso hace que me estés viendo… Que sea, una especie de realidad.

Te miré tratando de comprender sus palabras.

-Sí, nos habíamos visto antes.- respondiste al ver mi confusión.

-¿Cómo es que no me reconociste, ni yo a ti?

-Apuesto a que la vida nos jugó una mala pasada.

Sin darme cuenta, estabas limpiando mis lágrimas con una tierna sonrisa.

-¿Por qué querías verme? –volví a preguntar

-Porque… desde el primer momento en que te leí, mi corazón parecía estar destinado a ser tuyo. Eres, simplemente perfecta, Annie, tú y tus pensamientos, parecen estar hechos a la medida para robar mi corazón y mis pensamientos, y siempre hacerlos tuyos.

Intenté ocultar el rubor que sentía por mis mejillas. ¿Era acaso eso real? ¿Era posible que esas palabras existieran antes de que Cameron acabara de pronunciarlas?

-Vaya…-¿En serio eso era todo lo que podía decir al respecto? Tomé una bocanada de aire y aclaré mi garganta- Entonces ¿Por qué no me buscaste cuando todo el pueblo supo que yo escribía a los muertos?

- Annie, porque desde ese momento, yo ya me estaba muriendo…

Tu imagen, tu cuerpo estaba empezando a perder brillo, a perder claridad.

-¿Qué está pasando?- pregunté alarmada.

-Ya es hora de irme, Annie.

-¡No! ¡No te vayas, Cameron!- empecé a gritar y a llorar ahí mismo, tu solo me mirabas con compasión y ternura.

-Ya es hora de irme.- repetiste.

-Pero, necesito saber más de ti. Necesito estar contigo.- te abracé, pero era simplemente como abrazar el aire, te escapabas de mis brazos. Era tan frustrante verte y no poder tocarte.



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En el texto hay: cartas, amor y sufrimiento

Editado: 01.04.2018

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