Quinto sobre.
23/08/15
¿Has conocido el sentimiento de arrepentirse por algo que hiciste? Pues bien, si este sentimiento es terriblemente frustrante, el sentimiento de lo que nunca se hizo, eso es indescriptible.
He sentido aquellos, mil veces, pero en cosas tan insignificantes que no tiene sentido explicarlas. Aunque aún ahora, después de todo, hoy y hasta el día en que me muera me arrepentiré de dos de ellas.
Me arrepentiré todos los días de mi vida el haber contestado aquella llamada, y aceptar ir a aquel lugar mientras Annie caminaba inocentemente lejos de mí.
Luego, encontrarme con aquel sujeto en una cafetería cerca del instituto, mientras buscaba desesperadamente el número de Nate entre mis contactos para pedirle ayuda.
Nunca tuve oportunidad de hablar con él, y pedirle que fuera tras de Annie, aunque él ni siquiera la conocía, ni lo hace. Porque al cruzar la esquina, a unos cuantos pasos de la cafetería, encontré a un hombre, alto, formidable, de cabello negro y ojos claros, separando los labios suavemente para dejar ir el humo que precedía de su cigarro, y unos segundos más tarde pronunciar mi nombre.
-Cameron Blake, ¿Verdad?
-¿Cómo lo sabe?- pregunté yo con desconfianza, mientras tosía para liberar a mis pulmones de ese infernal humo.
-Tus rizos y ojos, te pareces a tu abuelo. En realidad supongo que debe ser cosa de los Blake esos espantosos genes.- dijo con una sonrisa que creía más falsa que el mismo.
Me tensé inmediatamente y cerré mis puños en mi costado. Apresuré a decirle algo, pero él hombre con un gesto de la mano me hizo callar y preguntó:
-¿No crees que sería mejor charlar acerca de todo en la cafetería?
Asentí con una mueca y los dos nos apresuramos a entrar al establecimiento, yo por mi parte con cierta desconfianza propia de mí, mientras que el sujeto se encontraba totalmente tranquilo y sin afán ninguno.
Yo sí que lo tenía, y era una chica, que iba a ser lastimada por mí y mis arrebatos.
-Bien, Cameron, ¿podrías dejar de mirarme así? No creo que sea un hombre que de una mala impresión, y si eso fuera, en todo caso ¿por qué te habría de invitar a una cafetería donde solo viene gente joven a pasar el rato?
-No lo sé, tal vez eso puede ser la nueva moda de los acosadores.- mi tono sonó con más sarcasmo del que quise transmitir, el hombre sonrió con todos los dientes y se recostó contra la pared, pegado aún más al asiento.
-Mi nombre es Matías, ¿suena muy de chico sacado de televisión, verdad? Pues bueno, no soy eso, ni mucho menos un acosador Cameron. Soy solo un artista, que tiene curiosidad por conocerte.
-Bien, Matías, el artista, cómo sea. ¿Puedes creer lo que estás diciendo? Porque ni yo me creo que hago aquí cuando tengo que estar resolviendo asuntos más importantes que este.
-Conocí a tu abuelo ¿sabes? Y a tu madre, los dos iguales de arrogantes y desconfiados que tú. Oh, lo único que tienen de bello los Blake son sus ojos, nada más. No te confundas, Cameron, no estoy aquí para juzgaros a ti y a tu familia, así que no me hagas esas muecas tan propias de Cecily, tu madre. Mi punto es que, como te dije antes, los conocí bien, no fuimos tan amigos, de hecho, nunca lo fuimos, ni un poco. Eran conocidos, que estaba obligado a ver cada mes por culpa de mi madre, jamás entendí lo que ella quería de esa peste, digo, de tu familia, claro. Hace poco me enteré de que ha muerto, es toda una pena, y quería darte mi más sentido pésame.
-¿Todo esto por decirme que te alegras de la muerte de mi abuelo? Creía que sería más divertido una tarjeta con música de esas igual de arrogantes a mi madre.
-No malinterpretes todo esto, jamás dije que me alegrara, ni lo más mínimo. Apuesto a que todo esto del siglo veintiuno hace que sea más formal un mensaje en Facebook que un simple café, para recordar a la persona que era tu abuelo.
-Fue hace dos años y medio. Llegas un poco tarde, tu mensaje, tu café y tú. Así que si me permites, fue un gusto conocerlo señor Matías, el artista.
Me levanté de la silla, asegurándome de hacer ruido al ponerla en su sitio, y antes de que siquiera pudiera coger el teléfono celular para hacer otro fallido intento de llamar a Nate, Matías exclamó:
-¡Cameron! ¡Espera! En realidad también vengo por otra razón…
-¿Y?
-No quiero que vayas a pensar mal enseguida, quiero que luego de que te lo mencione, me des tiempo de explicarte todo con detalle, y también prométeme que no saldrás corriendo como es propio de los Blake.
-¿A qué te refieres?- pregunté mientras intentaba poner en claro todo lo que mi retorcida mente iba creando.
-Es solo una pregunta, así que siéntate por favor, que me pone de nervios verte levantado, me hace sentir un poco incómodo.
Yo hice caso, y volví a mi antiguo puesto, luego empecé a jugar nerviosamente con mis dedos.
-¿Es Caroline una buena hermana? No, espera, esa no sería la pregunta, ¿eres buen hermano con Caroline?