Sábado 6 de enero del 2024
Nunca había celebrado mi cumpleaños con tanto tiempo de diferencia, siempre habían sido unos cuantos días atrás o después de aquella fecha, pero no un mes y todo gracias a aquella maravillosa apuesta, apuesta que yo propuse.
Marco me había encerrado desde la mañana en su departamento y se había apropiado del mío para decorarlo y adecuarlo a su gusto. Esperaba que no exagerara en invitaciones o decoración, y al despertarme esta mañana lo obligué a prometer que él arreglaría todo el desastre futuro porque conociéndolo sería capaz de dejarme todo ahí tirado.
Había visto tres películas en todo el día y todavía no hacía acto de presencia acá arriba, el aburrimiento se hizo presente en la soledad y evitaba el celular a toda costa porque, aunque evite entrar a aquellos sitios siempre caía en la tentación al leer comentarios, y aunque eran mínimos los negativos eran los suficiente para hacerme decaer el ánimo, y en la locura del día quería de todo menos eso.
Acción imposible porque desde que amaneció he sentido un desanimo con todo a mi alrededor, un decaimiento indescriptible.
Cuando recién empezaba a salir con Javier por la ciudad tenía millones de comentarios, unos muy lindos pero otros detestables, jamás me habían dicho cosas tan feas como en aquellos días, e incluso unas eran sin sentido que nos hicieron reír a ambos en su momento.
—Mira, mira—Marco se adentró a la sala con un vestido corto rosado demasiado fuerte para mis ojos y reí decepcionada sabiendo que lo de los unicornios se había cumplido.
¿Por qué el cielo no escucha mis plegarias?
—No puede ser, seremos un arcoíris de colores—murmuré viendo su camiseta azul eléctrica.
—Un lindo arcoíris. Ya sabes, somos gente atractiva y todo nos queda bien—me guiñó un ojo haciéndome reír.
—A mi todo me queda bien, de ti me queda la duda de aquello—me burle.
Me extendió el vestido, mi bolsa de maquillaje y unas zapatillas que combinaban, sabía que esto no había sido obra propia y que Paula también estaba de tras de esto, ese par para maldades se llevaban muy bien.
Casi me arrastra hasta la habitación de invitados para arreglarme y me dio cuarenta minutos para estar lista antes de que volviera a subir acá.
Me arreglé en menos de los establecido y me mantuve asomada en el balcón esperando a ver señales de alguien desde acá arribas, señales que no llegaron nunca y solo era gente emocionada por la bajada de reyes, deberíamos estar en pijama y con una rosca de reyes, no celebrando un cumpleaños inexistente.
—¡Nos vamos! —su grito me hizo asustar y me tomó de la mano casi arrastrándome fuera de su departamento.
—Estas muy intenso este día, lo sabes ¿no?
—Es tu cumpleaños. Además, tú estás más irritable que otros días ¿Sucede algo?
—No, nada.
Puse una sonrisa en mi rostro y me prometí mejorar mi ánimo, después de todo hoy era mi cumpleaños y que en un mes no lo sería.
Me llevó hasta la puerta de mi departamento, me detuvo frente a esta sin abrirla y me pasó una venda por los ojos, una vez lista nos adentramos a mi departamento en silencio.
Cuando aquel trapo dejó de cubrir mis ojos, estos se adaptaron poco a poco se empezaron a adaptar a la luz. Reí como no lo había hecho por días, todos y cada uno de los presentes se encontraban con camisas llamativas y de colores brillantes, desde Javier hasta Gonza, Carlos sonreía emocionado porque en el poco tiempo que lo conocía sabía que le encantaban todas estas situaciones. Oscar sonreía viéndose obligado y mi pequeña Stela estaba disfrazada de un unicornio.
—Admito que es una de las mejores temáticas de cumpleaños que he tenido en mi vida—le mencioné a mi amigo evitando que Paula me escuchara ella también se había encargado de algunos cumpleaños.
Se encontraban los mismos invitados de la cena navideña y poco a poco se acercaron felicitándome como si de verdad fuera mi cumpleaños.
—Felices veinte Odalys—Javier me dio un corto beso en los labios y me guiñó un ojo antes de darle paso a las felicitaciones de alguien más.
No lo había visto desde el año viejo y ya lo extrañaba, lo obligaría a quedarse esta noche conmigo si es que aquello ya no lo tenía pensado él.
Cuando estuve libre de felicitaciones y abrazos observé la torta con la cara de un unicornio y un arcoíris sobresaliendo, miré a Marco quien sonrió y se adentró a la cocina en busca de comida.
—¡Vamos a jugar! —exclamó Pau y me llevó con ella volviendo a vendarme los ojos, Javier se reía y Carlos se emocionaba de mayor manera que Stella—Vamos a ponerle la cola al unicornio.
Asombroso
Odiaba un poco no tener el control de las cosas en este tipo de situaciones y creo que esto era notable incluso ahora escribiéndolo. Escuché como pude las indicaciones de mi amiga mientras deseaba que esto acabara.
—Voy a darte unas cuantas vueltas, estaré cerca por si llegas a caer—la voz de Carlos me tranquilizó y el mareo se hizo presente. Reí cuando todos deseaban indicarme el lugar y al quitarme la venda una carcajada salió de mi al observar la cola en la pata del unicornio.
—Soy la mejor, dudo que alguno de ustedes me pueda superar.
Entre risas, vueltas e indicaciones Gonza terminó ganando gracias al apoyo de Oscar quien fue su guía en todo el juego. Luego de aquello armamos vasos en forma de torre en menor tiempo y tiramos dardos de juguete de lado a lado en mi departamento.
Me cantaron el tradicional Feliz Cumpleaños, nos tomamos fotos y terminé con el rostro embarrado de pastel gracias a Carlo, a quien tuve que perseguir por mi departamento para vengarme de la situación.
—Soy muy vengativa, recuérdalo para la próxima—mencioné mientras lo ayudaba a limpiarse.
—Créeme que ya me di cuenta—reímos ante su comentario y ambos volvimos a estar limpios.
Mientras servían la comida me permití darles las gracias a todos.
Editado: 09.10.2024