Maggie
Sabía que me iba a arrepentir de alguna manera de lo que hice ayer. Amanecí con un resfriado y no pude ir a la escuela, Liam ni siquiera entró a mi habitación por su miedo irracional a que lo contagiara y el tenia uno de los partidos más importantes la próxima semana. He estado todo el día desesperada tirada en la cama, mensajeándome con Liss preguntándome porqué no asistí el día de hoy, obviamente solo le conté la parte del resfriado no el porqué me encontraba así. A esta hora ya debieron terminar las clases, ya tendría que ver como me ponía al día.
Escucho el timbre de la casa sonar y me levanto pensando que a mi hermano se le quedaron sus llaves, y yo estaba en mi peor estado, bajé a abrirle llevándome una sorpresa de que no era Liam sino el idiota, quise cerrar la puerta pero metió su pie entrando a la casa.
—Te ves horrible—dijo haciendo una mueca de asco.
—me alegra que hayas recuperado tu sentido del humor—dije peinándome un poco. Rodó los ojos y sacó de su mochila 2 cuadernos y un libro dejándolos en la mesa.
—Tu hermano me dijo que estabas enferma, así que le dije a esa amiga tuya que me dejara sus apuntes para que te adelantaras—dijo mirándome, yo le devolví la mirada extrañada.
—¿Por qué harías eso? —dije cruzándome de brazos.
—Si no lo quieres me los llevo—dijo comenzando a recoger. Suspiré entendiendo la buena acción que estaba haciendo, supongo que se siente un poco culpable por que me enfermé.
—Está bien— él volvió a sacar las cosas y alcancé a ver un folder con muchos documentos. —¿Eso también me lo mandó Liss?
—No, es el expediente de mi padre—dijo en un susurro volteando la mirada.
—¿Por qué lo tienes? —dije acercándome
—No te importa—dijo alejando el folder.
—¿Sabías que ese folder debería estar donde trabaja mi padre y no aquí? —dije con una ceja alzada— podría decirle apenas llegue a la casa. Él solo suspiró mirando al techo.
—No creo que lo de mi padre haya sido un accidente—me quedo mirándolo animándolo a seguir—muchas personas tenían interés en la empresa, y el justo había arreglado su auto en esa semana—lo miré sin saber que decirle—En la misma semana de su "accidente" muchos problemas se presentaron en la empresa, no puede ser casualidad.
—Te ayudaré—dije, el se levantó del sofá mientras negaba con la cabeza. Era la única manera de querer estar en este lugar, haciendo algo que me gusta y tener un propósito.
—Te conté para que no me delataras no para que te involucraras.
—Todavía puedo delatarte—dije mirándole retador.
—Eres una molestia— solo sonreí sabiendo que había ganado, se quedó mirándome con una sonrisa de repente
—me vas a ser de mucha ayuda, eres hija del detective que van a asignar cuando pida que abran el caso, teniendo en cuenta que es el único en seafalls —dijo poniéndose la mochila en el hombro. Camina hasta la puerta y se fue de la casa sin dejarme decir nada.

Estoy comiendo en la cocina cuando me llega un mensaje.
Número desconocido
Necesito que consigas las llaves del despacho de tu padre para esta noche.
Era obvio que era ese idiota, no sé como consiguió mi número. Pero lo guardé en mis contactos
Margaret
¿Qué te hace pensar que lo haré?
Idiota
¿No querías participar?
Margaret
Está bien.
Idiota
Está lista a las diez.
Subí rápidamente las escaleras entrando con cuidado al cuarto de mi padre que llegó treinta minutos atrás, escuché la ducha abierta y entré, debía darme prisa si no quería ser vista, busque en la mesita de noche al al lado de la cama y no había nada cuando me levanto y giro mi cuerpo veo que hay un manojo de llaves en la cómoda, me dirijo hacia allí y hay como cien llaves, nerviosa saco la que creo que él utiliza y salgo de ahí.
Ya eran casi las diez cuando escuché un auto pitando en la calle. Salí rápidamente haciendo el menor ruido posible cuando lo veo a él en el asiento del piloto, vestido de negro y su cabello hacia todos lados pero notablemente peinado, sino fuera tan idiota me podría gustar, pero no.
—¿No podías ser más escandaloso? —le dije subiéndome y mirándolo mal.
—debiste estar aquí esperándome, no soy tu chofer—dijo empezando a manejar—¿conseguiste lo que te pedí?
—Si, ¿por quién me tomas? —dije mostrándole la llave.
Seguimos en silencio hasta que llegamos a la comisaria, al parecer no había nadie que extraño, aunque era una pequeña sede siempre deberían haber oficiales para atender.
—¿Dónde están todos? —Le pregunté bajándome.
—Atendiendo un altercado entre pandillas a quince cuadras de aquí—dijo sonriéndome.
—¿En serio? —le pregunté extrañada. Rodó los ojos sacando una llave de su bolsillo y entrando como si fuera su casa.
—No, en realidad vine aquí por la mañana y una oficial estaba tan impresionada con mi belleza que me dejó abrazarla y aproveché para robar su celular y llaves—dijo mientras yo entraba.
—Tú fuiste el que los sacó de aquí—dije captando.
—Exacto, ahora dame la llave—dijo cuando estamos frente a la puerta del despacho de mi padre. Se la dí y la llave no entraba en la cerradura por más que él intentara—¿Segura que esta es? —dijo mirándome con el ceño fruncido.
—No—dije en un susurro mirando a otro lado.
—¿En serio?—dijo soltando la puerta y mirándome— solo tenías que hacer una cosa, una, y no la haces bien—dijo mirándome molesto—ahora tendremos que forzar la cerradura—abrí los ojos asustada.
—No, nos van a descubrir, además de las cámaras—dije mirando a todos lados.
—¿Te refieres a la que dejé sin funcionar esta mañana? —dijo mirándome burlón. Forzó varias veces la cerradura hasta que cedió.
Cuando entramos todo al despacho de mi padre estaba oscuro hasta que encontré el interruptor y miramos hacia al frente y no podía creer lo que estaba al frente de nosotros.