—Me alegra que estés detrás de Jeanine, así podrás mantenerla controlada, no nos gusta que tenga tanto poder.
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Jeanine se sentó en la hamaca en la que solía jugar de niña, observó la casa de sus padres, cuyas paredes eran devoradas por las enredaderas que tanto le gustaban a Sullivan.
Siempre era bueno regresar al lugar donde construyó tan hermosos recuerdos, la familia estaba en casa para un almuerzo de fin de semana. El patio estaba colmado de risas proveniente de sus tres sobrinos, los cuales estaban jugando en el tobogán ubicado al fondo del patio. Cerca de la parrilla estaban sus tres hermanos, Clive, el mayor de los cuatro, Steve, el siguiente después de ella y luego estaba Calvin, el menor.
Todos ellos con familia, vinculados y establecidos en Paradise City, Jeanine era la única de la familia que todavía seguía en el territorio forestal. Sullivan apareció con la bandeja de ensaladas mientras que Heather le seguía con el pollo listo para asar. Sus padres eran una de las parejas más unidas del clan, aunque se distanciaron un poco cuando decidieron irse a vivir a la ciudad.
—Así que... Tú y Elliot... ¿Están juntos?
Jeanine levantó su mirada al cielo, un mosaico de algodonosas nubes blancas. Ya se lo veía venir, la privacidad en los clanes era un concepto extraño para la mayoría. Girando su mirada, le sonrió a Clive quien había ocupado la hamaca contigua. Sus revoltosos hermanos eran todo un calco de Heather, cabelleras lisas de color castaño oscuro a excepción de Calvin, ojos que variaban en distintas tonalidades de ámbar mezclado con verde; de los cuatro solo ella había sacado el cabello plateado que alguna vez tuvo Sullivan, aunque ahora el viejo lobo tuviera solo canas.
—Fue algo... —empezó pero no pudo proseguir, ¿cómo le explicaba? Ni siquiera podía entender en qué se había metido al aceptar a Elliot—. Solo estamos saliendo, eso es todo.
Jeanine no era una mujer cobarde, pero cuando despertó entrada la mañana, comenzó a sentir pánico, muchas dudas le asolaron sin descanso y al final se encontró con el miedo de perder a Derek, algo absurdo si lo pensaba bien teniendo en cuenta que el alfa del clan era intocable para ella. Pero lo sentía en su corazón, estaba tan confundida... Sin embargo, si rechazaba a Elliot podría dañar una bonita amistad, y tal vez no volvería a encontrar pareja... «No necesitamos a un lobo» se dijo, intentando creerlo «Porque ya tenemos a uno, lo elegimos» Jeanine ignoró el susurro animal, distrayéndose con el cachorro de Clive corriendo para empujarle la hamaca, el lobo con una risa movió sus pies en la tierra para hacerle creer al niño que de verdad tenía mucha fuerza.
La risa de Jamie fue enternecedora, se sentía tan bien volver con la familia...
— ¡Más fuerte Jamie! —Exclamó Clive al borde de la risa—. ¡Eso es, un poco más!
Tan pronto como apareció, el pequeño se esfumó tras el llamado de sus primos.
— ¿No vas a decirme nada? —Cuestionó Jeanine.
Clive sopló un mechón de cabello castaño oscuro que le cayó entre los ojos.
— ¿Qué tenemos que decirte hermanita? —Inquirió Steve acercándose para apoyar su hombro sobre uno de los pilares que sostenían las hamacas.
—Puedes hacer lo que quieras —secundó Calvin—. Vamos a tener una linda charla con Elliot más tarde.
Jeanine miró a uno y a otro, negando rotundamente, pero los tres asintieron con determinación. Calvin y Steven estaban más emocionados que Clive, ambos pasaban la segunda década de edad, llenos de vigor, eran protectores a pesar de ser los menores de la camada, ¿qué no harían por ella?
—No quiero que pase lo mismo con Asher
Calvin bufó, acomodando el largo cabello castaño claro que mantenía con pulcro cuidado.
—Fue débil —refutó—. Si quería conservarte debía soportar un par de visitas de sus cuñados.
—Además —continuó Steve con los brillantes ojos dorados del lobo—. Su rango casi rozaba en épsilon.
—Ash sigue siendo un Delta —replicó Jeanine.
—Como sea, no era un buen tipo para ti Silver.
Jeanine rió por lo bajo al escuchar el apodo que le habían dado sus dos hermanos menores, incluso Clive lo usaba a veces. Regresó su mirada a la tierra en sus zapatillas de montaña, mientras recordaba al hermano de Dashiell, apenas duraron un mes, y meses más tarde de romper... Ocurrió la emboscada a los alfas, y tuvo el infortunio de haber decidido unirse a la cuadrilla de guardianes que defendieron a Derek, perdiendo su vida en el intento junto a otros seis.
—No quiero que se burlen de él —dijo en tono exigente—. Fue valiente, y muy amable conmigo, si no funcionó fue un asunto privado. —Bajó la mirada, los tres hombres le siguieron—. Ahora está muerto y no puede defenderse de sus lenguas.
Sus hermanos podían ser tres Betas de temperamentos fuertes, pero Jeanine sabía cómo bajarle los humos y hacerlos razonar. Además de que su puesto como lugarteniente le hizo que le escucharan más seguido.
—Lo sentimos —dijo Calvin.
—No tenemos un lindo cerebro inteligente como tú —continuó Steven.
—Hasta que por fin lo notan —terminó Clive.
Jeanine gruñó bajo ante la broma, y le empujó la hamaca con fuerza.
—Les hablo en serio, no quiero que hagan sus intervenciones con Elliot, ¿entendido?
Los tres lobos le ignoraron a consciencia, Jeanine bufó y decidió recurrir a la artillería pesada.
—Entonces creo que tendré una interesante charla con mis cuñadas.
— ¡No! —Exclamaron los tres, provocando que Grace, Opal y Tom los miraran raro.
Jeanine levantó una mano para saludarles, y luego apreció el resultado, ya los tenía.
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Editado: 18.08.2019