—Un buen alfa debe ser fiel y resistir a la tentación carnal, porque su pareja destinada lo vale.
Reglamento Moon Fighter. Normativa 10.
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Abrió las puertas del armario con fuerza, tomando dos mudas de ropa las volvió a cerrar con tanto estrépito que crujieron por el golpe. De un solo movimiento deslizó el cierre del bolso negro y echó en el interior las prendas sin preocuparse para nada por el orden.
En la sala Seth estaba esperando instrucciones, aunque no se negó a quedar a cargo del clan en tanto ellos iban de viaje, el rastreador tenía sus dudas. Seth todavía era el más fuerte de la línea jerárquica de lobos Beta, y por lo tanto, estaba por debajo de Jeanine. No obstante, los recientes cambios en su vida le costaron respeto ante los demás, no es como si fuera importante la opinión ajena, Seth tenía un orgullo muy potente.
— ¿Me dirás cuál es ese asunto tan urgente que requiere que tú y Jeanine abandonen el barco?
Mirando a los ojos azules de Seth, Derek tiró el bolso sobre el sillón, descansando los brazos sobre el respaldar se inclinó ligeramente hacia adelante. Seth esperaba paciente la respuesta, pero inclinando la cabeza un poco hacia el costado. Al verlo de esa forma, recordó cuando era apenas un cachorro de once años aprendiendo a rastrear, Seth era el único que sabía por quién rechazó a Lyra. El lobo frente a él conocía su secreto más grande, y hasta intuía que otras cosas más. Podía confiar en él.
—Anissa expulsó a Caleb y Eleine de Ricker Mountain, ambos se mudarán lo más pronto posible.
El habitualmente sereno rostro de Seth se endureció. Derek conocía el instinto protector, aunque Caleb fuera un adulto en toda la regla, para Seth seguía siendo su pequeño hermano menor, daría hasta la última gota de su sangre por él sin dudarlo un solo segundo, y estaba seguro que él también lo haría si sus hermanos estaban en peligro. Derek por fin sabría ese enorme sentimiento de familiaridad y protección que Seth profesaba hacia Caleb.
—Te juro que si les han hecho algo...
—No, no —cortó Derek—. Están bien, tu hermano defendió la guarida de Eleine y recibió unos golpes menores, ella intervino rindiéndose y aceptando retirarse de las tierras.
Seth cerró los labios en una línea tensa, sus ojos se llenaron del dorado profundo, animal.
—Ellos no debieron hacerlo.
—Al contrario, fue mi error revelarle la identidad y procedencia de Caleb al antiguo alfa de Anissa... —Derek bajó la voz, al igual que la mirada—. Pero no hay tiempo para analizar la situación, debes ayudarlos a instalarse. Tú y Logan quedan al mando.
—Sí, eso ya lo has dicho. —Seth entrecerró los ojos—. Lo que no has respondido es a dónde irás y a qué.
Derek se rindió.
—La ACC me envió un citatorio de emergencia, debo testificar sobre lo que sucedió con Carl Phillips y el falso clan Black Riot. Debo viajar a Fort Woodwall.
Seth redondeó sus ojos, la sorpresa y el temor abarcando cada parte del color dorado. Ya sabía por qué, y a él tampoco le agradaba la idea de pisar territorio ajeno.
— ¿Para qué viajar al territorio de los osos si se puede hacer las cosas aquí? —Seth hizo una mueca y luego un estremecimiento movió sus hombros.
—Territorio neutral —afirmó Derek—. Honestamente, ya lo veía venir, solo que no creía que llegara tan rápido. —Se incorporó tomando aire y soltándolo con lentitud—. Pero no pasará nada malo, solo es ir, hablar con los agentes que tomarán los testimonios y regresar.
Seth esbozó una media sonrisa afilada.
—Sigue siendo una mala idea tener que realizar todo un trámite en territorio Black Heart, los osos son malhumorados.
Derek rió bajo.
—Ni me lo digas.
Tras dejarle el resto de las instrucciones a Seth, Derek tomó el bolso, su celular y el radio transmisor, no serviría de mucho a ciento treinta y cinco kilómetros de distancia, pero al menos podría seguir recibiendo señales del clan hasta pasar Lake Saint Jerome.
Varios guardianes y cazadores lo vieron atravesar el terreno inundado de nieve rumbo a la zona de aparcamiento libre a dos kilómetros de la ruta principal. Su camioneta azul, un poco vieja y desgastada le recibió con la misma frialdad del entorno, ella no estaba ahí, Jeanine llegó veinte minutos después. Otra vez con su lacia cabellera de plata suelta, tal y como siempre le gustó, libre para que el viento jugara con ella a su antojo. La gabardina negra resaltaba el rico tono de su piel, pero sus ojos..., sus ojos estaban enrojecidos y ver eso llamó al instintivo lobo al frente.
—Haz llorado —dijo en un tono muy bajo, su cuerpo siendo apresado por la tensa rabia que le invadía desde adentro cuando notó el olor salino—. ¿Qué pasó?
Ojos oscuros, como el más delicioso café, le miraron, desde la profundidad pudo sentir a la loba moverse inquieta, tanto como lo estaba su lobo por la creciente cercanía, por fin, luego de tantos días dolorosamente solos...
—Sube —ella dijo—. El viaje será largo.
Y durante el primer trayecto, lo fue. Silencioso y tenso, sus animales deseosos de contacto y el ambiente cargado de tanto anhelo, que Derek tuvo que bajar la ventanilla un poco para no ahogarse. En su interior se preguntó por qué no hizo empeño en evitar que ella le acompañara..., aunque la respuesta era obvia, ante la voluntad de Jeanine estaba completamente indefenso, ella podía pedirle que se cortara las manos y obedecería con gusto. Así de grande era su mayor tentación, y ahora estaba sola y a centímetros de distancia, más cerca de lo que jamás había estado desde que se convirtió en alfa, y para el ansioso animal no era suficiente.
Porque su límite llegaba hasta donde el olor de Elliot marcaba su piel, sutil, pero presente, y Derek se torturaba a sí mismo pensando por qué tardaban tanto en vincularse. Una parte de él se aferraba a la idea de que no fueran compatibles, otra, dueña de la desesperación más pura, susurraba que solo era cuestión de tiempo para que la viera acompañada y feliz.
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Editado: 18.08.2019