—No te rindas, no decaigas, y si alguna vez lo haces, levanta la cabeza y vuelve a ponerte de pie, porque cuando todo lo demás falla, debemos seguir adelante.
Reglamento de normas y conductas. Clan Moon Fighters.
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Por un momento, flotaba en una nube suave, tan suave como el algodón más fino, su mente se hallaba libre de cualquier pensamiento, no existía nada. Sobre todo, no había dolor, ni preocupaciones, era la nada misma, y el aire fresco descomprimía la presión que durante tanto tiempo le oprimió el pecho. Arriba solo el color azul se expandía tan nítido, en su mente ni siquiera sentía al lobo, todo estaba en paz...
Y en otro momento, el corazón volvió a latir, esparciendo la agonía inmersa en su sangre que iba a cada célula del cuerpo, la oscuridad le cayó encima, y Derek fue alejado de la nube.
La muerte le había abrazado y escupido al mismo tiempo para luego arrojarlo a la tierra y vivir... Vivir.
Los sentidos se hicieron agudos, sudor frío recorría su cuerpo a medida que sentía algo cálido abrazarlo, oía agua correr cerca. Suaves perfumes dulces alrededor.
—Creo que está regresando —dijo una voz, era femenina, con un trasfondo aliviado, pero no la conocía.
Entonces hubo un reflejo doloroso, el entramado de vínculos ya no estaba y su mente era una sola, con un lobo derrotado en el interior, hecho un ovillo.
— ¿Dónde lo encontraron? —Esa pregunta fue hecha por una voz masculina, fuerte, la conocía de alguna parte.
Los recuerdos giraron, se encontró incapaz de tomar uno para analizarlo con detenimiento, su mente se había fracturado junto a los vínculos que se deshicieron. Estaba solo, pero era un tipo diferente de soledad.
—Lauren dio el alerta, lo encontró desmayado a varios metros de la casa. Nunca imaginé que sería él, ¿qué le habrá pasado?
—No lo sé, pero voy a avisarle a Sean que se encuentra aquí.
Sean. El nombre resonó como un eco disolviéndose en el espacio, recordó al alfa del cual era aliado y amigo, entonces alguna de las piezas comenzó a formar un orden. Estaba en territorio White Claws, herido, débil y en un estado de semi inconsciencia que lo dejaba horriblemente vulnerable.
Esto no le agradaba.
— ¿Se quedará aquí papi?
Dulce, esa voz era dulce, una niña.
—Debo hablar con el tío Sean, luego veremos.
— ¿Vendrá hoy? —Esa voz sonó emocionada.
—Sí cariño, pero por ahora quédate cerca de nosotros.
—El señor lobo es inofensivo, además ya tengo garras más grandes... Oh, mira... ¡Se mueve!
El blanco impactó, un doloroso segundo después la vista borrosa acompañó el movimiento de sus párpados, sentía la boca seca, los labios partidos, ardiendo. Tres siluetas se hallaban frente a él, dos grandes y una más pequeña. Derek parpadeó, con fuerza, una, dos, tres, cuatro veces, hasta que la bruma se desvaneció y pudo enfocarse.
Había un hombre a la defensiva, cubriendo con su brazo extendido a dos mujeres, una de ellas era adulta y la otra, una pequeña cachorra de cinco, tal vez seis años. El hombre no mostraba signos de ser hostil, pero había instinto protector en sus ojos amarillos, por su porte dominante marcado en sus facciones duras y el color negro de su cabello largo, supo que estaba en la guarida de Luke Mckane.
La menuda mujer pelirroja, de amables ojos claros, debía de ser Kaylee, su compañera. Y la niña, su hija, idéntica a la madre.
—A..., a..., agu...,
—Quiere agua —dijo la pequeña, y luego desapareció por la salida. Pronto sintió el olor fresco del agua y algo frío, metálico, tocó sus labios.
—Lauren... —Una advertencia femenina, que no surtió efecto.
Derek absorbió el agua, calmando la necesidad y el fuego en su garganta, hasta que los ruidos del fondo indicaron que ya había consumido todo.
— ¿Lo ves? El lobo es inofensivo.
Una trémula sonrisa se le dibujó en el rostro, pero luego, cuando sus ojos vagaron por las contusiones y heridas de su cuerpo, se esfumó en medio de los recuerdos. Estaba en esa penosa situación porque fue vencido, humillado con la clemencia y ahora, desterrado.
— ¿Cuánto...? —Carraspeó—. ¿Cuánto tiempo he estado aquí?
Luke se cruzó de brazos, los ojos claros fijos en su hija que todavía sostenía el vaso vacío con la pajilla de metal.
—Dos días —respondió Kaylee—. Riley ha estado lidiando con tu fiebre.
— ¿Riley? ¿Quién es ella?
—Es la doctora del clan Ice Daggers —respondió la pequeña niña.
Derek miró el techo de madera.
— ¿Por qué un leopardo de las nieves y no un puma?
—Es la que se encontraba más cerca —dijo Kaylee. Era curioso que ambos padres no le quitaran la vista de encima a Lauren, lo hacían sentir como un potencial asesino de cachorros, algo absurdo dado que Derek estaba igual de indefenso—. Estamos a diez kilómetros de Lake Saint Jerome y tú estabas grave.
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Editado: 18.08.2019