Boris despertó al día siguiente y la luz del día se filtraba por las ventanas. Se levantó y para su sorpesa los vendajes ya no estaban y sus heridas habian cicatrizado.
Ahora tenía puesto un pijama antigüo. La habitación era muy grande, la cama permanecía en el centro de la misma. Las paredes estaban cubiertas con un tapiz que mostraba las constelaciones.
Un gran escritorio con dos sillas adornaban el lugar y más allá dos sillones.
También había un gigantesco placard que al abrirarse el joven podía entrar allí y elegir los diversos tipos de ropas de los mas variados estilos y colores. El baño estaba al otro lado donde se ubicaba el placard.
Boris eligió unas prendas para usar, un pantalón negro, camisa roja al estilo antigüo y un pulover negro.
Medias rojas y zapatos negros. Se dió la mejor de las duchas y momentos luegode vestirse salió de la habitación.
Quería saber dónde estaba Nahuel ya que el sueño que tuvo la noche anterior lo tenía muy nervioso y preocupado.
"Solo tú puedes liberar a Nahuel de su prisión".
Aquellas palabras seguían resonando en su mente enloqueciéndolo. Pero aquel castillo era en verdad extraño ya que según iba recorriendolo, cada habitación tenía un tema diferente.
Al salir entró a un pasillo en cuyo final veía que había una escalera. Las puertas de las otras habitaciones estaban cerradas.
Pero al bajar entró a un salón cuyo tema era la música por ende las paredes tenían un tapiz cuyos dibujos eran el pentagrama con alegres notas musicales que se divertían en dicho pentagrama.
Había un hermoso piano rojo en uno de los lados del lugar, en otro se encontraban guitarras colgadas. También había un chelo y violines.
Una hermosa chimenea adornaba una de las paredes. Boris vió aquello asombrado. Las ventanas tenían formas de guitarras y violines.
Muy exótico aquel sitio pero Nahuel no estaba allí. Boris salió del lugar y siguió buscandolo preguntandose dónde estaría.
Entró en otra habitación cuya temática era la muerte. Las paredes tenían un tapiz con dibujos de calaveras, esqueletos, fantasmas y lápidas.
Las ventanas tenían formas lápidas y el suelo estaba hecho por tierra sintética y además habia más de diez lápidaz adornando el lugar.
Unos cuántos esqueletos saliendo del interior de las tumbas. Horrorizado Boris salió de allí. Asi fue entrando a las diversas habitaciones y salones con tematicas mucho mas extravagantes.
— Nahuel ¿dónde estás?
Buscó por doquier durante más de cuatro horas y solo habia recorrido la cuarta parte del Castillo nada más. Estaba exausto y hambriento.
Llegó a un pasillo cuyos candelabros estaban sujetados de manos cuyos brazos emergían de las paredes y estaban hechos de piedra. Así fue descendiendo hasta llegar al sótano donde el jóven sintió que le faltaba el aire. El olor nauseabundo le dió arcadas.
Mazmorras cuyas puertas permanecían abiertas y en sus interiores solo había esqueleto pero éstos eran reales no de plástico como los de ese cuarto que había visto.
Esqueletos encadenados a las paredes, al suelo, al techo. Pero nada vivo. El temor empezó a adueñarse de su persona y comenzó a temblar como una hoja.
Tenía que volver al sector del castillo donde reinaba la luz y prevalecia la vida. Sin embargo Boris no pudo volver ya que cada pasillo que doblaba llevaba a otra mazmorra y así.
Aquel era un auténtico laberinto. Pero cuando la locura estuvo a punto de hacer presa de él unos brazos lo agarraron.
Quiso gritar y no pudo ya que alquien tapó su boca. Su corazón latía como un tambor.
— Tranquilo, soy yo — la voz de Nahuel lo serenó. Inmediatamente él lo soltó pero lo volteó obligandolo a verlo - Boris ¿Qué haces aquí?
— Yo....te estaba buscando.... — No podía dejar de temblar, estaba muy asustado — ¿Dónde estabas Nahuel? — Boris lo abrazó cerrando los ojos, esto sorprendió a Nahuel quien le respondió dicho abrazo con otro mas intenso.
— Ya pequeño, calmate. Ya estoy aquí.
— Tengo miedo.
— Este no es un buen lugar para alguien como tú — Nahuel le sujetó la mano mientras que con la otra acariciaba suavemente su dorado cabello — Debes estar hambriento — Boris asintió con su cabeza — Ven connigo entonces —como el joven seguía temblando Nahuel lo volvió a abrazar con ternura — Calmate muchacho, nunca te haría daño — Luego lo miró a los ojos — Solo espero que tú tampoco me dañes a mí.
— Nunca lo haría — Boris sujetó la mano de Nahuel que seguia sobre su pálida mejilla — Sacame de aqui....Nahuel
— Ven conmigo.
Boris se dejó llevar por el hombre que despertaba en su persona extraños sentimientos. Él estaba fascinado con Nahuel.
Dios ese hombre le quitaba el aliento y sí, estaba más que dispuesto a liberarlo de donde sea que se encuentre encerrado o imposibilitado de ejercer su libertad.
Pronto salieron de ese horrendo lugar. Nahuel lo llevó a otro sector del castillo donde habia habitaciones al parecer más normales.
Boris se sentó en una de las sillas del comedor cuyas formas eran la de un trono de reyes. Así Nahuel atendió al jóven como si fuese un principe hecho que incomodó un poco a Boris ya que nunca nadie lo había tratado así.
Nahuel llevaba puesto un pantalón negro, una camisa naranja y un pulover naranja oscuro.
Medias naranjas y zapatos negros. Sus rubios cabellos estaban alborotados y esto le daba un atractivo singular ante la mirada del joven.
Ambos desayunaron y tímidamente conversaron de sus gustos y preferencias. Boris le contó que tenía fascinacion por la lectura de novelas y de psicología.
También le contó que le gustaba hacer ejercicios al aire libre como ser correr y caminar. Tambien le contó sobre su desesperación al saber que sería encerrado.
Las lágrimas empezaron a humedecer sus ojos ya que comenzaba a sentirse asfixiado y desesperado. Pero Nahuel le sujetó la mano suavemente.
— Tranquilo Boris — le dijo con dulzura — Aquí nadie te lastimara y no tienes que volver a esa ciudad.
—¿En serio? ¿Puedo quedarme aquí?
— Nada me daría mayor placer, quedate conmigo.....por favor.....
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Editado: 05.03.2021