Libro 1. La princesa perdida

Capítulo 3

Los ancianos eran tres en el templo, Ceris, el enfurecido, Veruto, el noble y serio y Robis, el carismático y doble cara.

El pasado, presente y futuro.

De las historias que existen del reino, el único con la facilidad de los tres sin duda, era Veruto.

El único al que le inventaban historias de que era un hada y que no experimentaba el poder de las enfermedades.

Decían que su dýnami-therapeftís-surgió luego de que viniera del reino de las hadas como el descendiente, y con un látigo, para castigar a todo aquel que atentara contra su pueblo y el cayado, para identificarlo como el ser gobernante ante todos.

Poderes que se daban en la realeza de las hadas.

Así como el dominio de la oscuridad y la luz, él estaba bendecido.

Irradiaba con solo mirarlo una imponente presencia.

Pasado el poder a su hija la Reina Nesterani Sockutsbane Lelynaly y la línea pérdida entre sus fallecidas nietas.

Princesas que fueron ejecutadas y cuerpos nunca encontrados.

Las historias de que el sabía donde estaba el río Sokko.

-Y bien- fue el dote de sus ojos color olivo que me sacaron de esas historias y me llevaron a la realidad-¿Cómo te fue hoy?-preguntó.

Grettel siempre mencionaba que sus pláticas le aborrecían.

A mi por el contrario; sus clases siempre eran entretenidas y más cuando contaba historias de fantasía.

Me quede en silencio jugando mechones rojizos y ondulados de mi cabello.

El sabía si mentía y no debía hacerlo en su presencia.

Siempre evaluaba antes de meterse en mi mente para saber más información.

Cuando estaba pequeña el primer día que lo ví, en mi primera sesión, mis huesos gritaban en agonía ante la fractura de mi alma al domarlo.

Y cuando no aguanté, el dolor apareció y eso me dejo exhausta haciéndome dormir.

Y desde ese momento un lazo entre los dos encajó como un pedazo en mi alma que necesitaba. Que ambos necesitabamos. Haciéndolo invisible al cual ahora estaba atada.

Nunca pregunté a mis hermanas si les hizo lo mismo.

Ahora me sentía cansada y gemía por un baño.

-Hoy me fue bien, porque por fin pude dominar el juego repulsivo de Tiara. Porque a pesar de sus exigencias era una excelente profesora.

Su expresión fue de un blanco muerto. Como si quisiera decir algo pero no dijo nada.

Pase mi vista por toda su oficina, admirando unos pergaminos en un lenguaje que no conocía.

Y giré lentamente mi cabeza en su dirección.

Tenía la mueca torcida.

Lo volví a ignorar porque sabía que no podía fulminarme, salvo con la mirada.

En otro pergamino estaba una imagen de un ave hecho puramente de fuego y patas de pollo contra… contra un monstruo de grandes patas y dientes de cuchillo que peleaban en un mar teñido de rojo carmesí. La escena estaba en donde el ave le encajaba una pata de pollo en la garganta del león, la otra quedaba en el aire. Las patas del ave me recordaban a los avestruces largos y delgadito.

En cuanto al león con cara de pájaro quedaba a horcajadas del ave. Como si se rindiera.

En otra escena, las poderosas alas del león estaban encima del ave-ave fénix- así es como se le llamaban por los juglares que regaban sus historias en todos los territorios que pisaban.

Caí en a cuenta que el animal al que se enfrentaba era un grifo.

Eran imágenes sin sentido. Pero sabía que el debía saber más información sobre esas escenas ya que el era el presente.

Lo que estaba posiblemente sucediendo en otro reino o lugar.

Estaba a punto de preguntar cuando en el suelo vi pedacitos blancos. Petálos de rosas.

Rosas blancas.

-¿Y los petálos para que son?

-Es para aromatizar mi santuario de las malas vibras. Un hombre de pocas palabras pero un gran corazón invaluable.

-Y, ¿como te sientes? Una pregunta que no se refería a mi condición física.

Sino al trato que me daba mi madre y sus preferencias entre cada una de sus hijas.

-Ahora me siento un poco cansada,- evadiendo su pregunta,- tal vez… tal vez necesito a mi hermana Catalina-. Hoy fue extraño porque cuando terminé de fulminar los cuchillos con mi dýnami, decían algo como “por la que brilla el sol, por la que brilla el sol” y me da un poco de miedo enfrentar a mi madre.

Todo lo que decía era cierto porque no querría que mis padres me usaran de ese modo.

Sus ojos curiosos me fulminaron, hasta relajar su expresión.

-Lo dicen porque te aman.

La confianza que teníamos era de un padre a una hija.

-Nunca me amarán como lo hacen con Catalina.

Alcanzó mi mentón y me hizo mirarlo a los ojos. Esos ojos oliva me fulminaron e hicieron ruborizarme.

-Tú eres nuestra luz en esta oscuridad.

No sabía a que se refería con la oscuridad.

Pero solo sabía que Catalina, mi hermana de los juegos posibles podría impedirlo solo con casarse con alguien de un poderío muy fuerte como Pieluck.

Era la única solución. O mis hermanas gemelas podían hacerlo.

Si es que yo huyera de mi familia y no volviera a ellos.

Me soltó y me dedicó una sonrisa.



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En el texto hay: sirenas, brujas, faes

Editado: 27.12.2019

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