Life Eternal

CAPITULO 2: Psychosocial

     Estoy sentada frente a la celda mientras veo como la mujer camina de un lado para otro sin quitarme la vista de encima, tengo en mis manos su expediente, lo he revisado hasta el cansancio, lo único que me sirve de esta información es su nombre, Regina Smith, madre de dos hijos y esposa de un alcohólico golpeador. La puerta del fondo se abre y veo al Coronel Kaspar caminar hacia mí, con esa actitud gallarda, frente en alto, sacando el pecho, es demasiado joven para el lugar que ocupa, pero no puedo negar que es buen líder, sabe lo que hace, aunque no sé si este caso salga de sus manos, tengo entendido que trabaja con las casas de cazadores, debe de saber que hay cosas más allá de lo humanamente posible. 

     Se detiene justo delante de mí y ve a Regina dar vueltas por la celda, con esos ojos negros y profundos, sin sentimientos, que muestran un cuerpo vacío, ¿su alma seguirá ahí?, su piel gris deja ver las venas más grandes de color azul y sus labios están partidos y sangrantes, caen de ellos hilos de saliva espesa con sangre, tiene una sonrisa retorcida que deja ver sus dientes amarillos y torcidos, es un espectáculo tétrico y desagradable. 

-Coronel...- Me levanto y me cuadro frente a él mientras que con una mano me da permiso de relajar mi postura. 

-Ghost... ¿qué le pasa a esta mujer?- No deja de verla y por un momento me siento algo indecisa, ¿qué tan sencillo es decirle que está poseída?.

-Creo que está... drogada...- Kaspar voltea escéptico, parece que mi argumento no lo convence y solo termino suspirando y aferrandome al folder que tengo en las manos.

-No soy idiota... sea clara... y sincera...- Me dice regresando con molestia su mirada hacia Regina quien empieza a reír de manera exagerada.

-Bien... está poseída...- Kaspar aprieta su mandíbula y parece aceptar más esa teoría. 

-¿Puede hacerse cargo?- Me pregunta con voz fuerte, veo hacia Regina quien parece un animal desquisiado, caminando de un lado a otro, tocando los barrotes, noto sus dedos ensangrentados, parece que se ha perdido bastantes uñas rasguñando las paredes de la celda. 

-Claro que podemos...- Escucho la voz de Leo acercandose, cuando me asomo por encima del hombro del Coronel lo alcanzo a ver, caminando despreocupadamente hacia nosotros, ese rubio de ojos granate con sonrisa arrogante, mi hermano, un híbrido igual que yo, apático y molesto por naturaleza, soberbio a más no poder. La mayoría, si no es que toda la comunidad femenina de este edificio, suspira por este tonto, tal vez sea guapo, pero para mí es horrible y un cabeza hueca, supongo que es el amor de hermana el que habla. 

-Bien... entonces haganlo...- El Coronel Kaspar toma el folder de mis manos y camina de regreso hacia la puerta, parece nervioso y preocupado, Leo y yo nos vemos por un momento, él simplemente está confiado y seguro, pero admito que tengo miedo, no es un exorcismo, no es una poseción normal. Me acerco a la puerta de la celda y Regina de inmediato retrocede hasta el rincón más oscuro, parece que se mimetiza y se vuelve imperceptible, sus ojos brillan y es lo único que se alcanza a ver. Entro primero yo y detrás de mí Leo, caminamos con cuidado sin quitarle la vista de encima a la mujer mientras esta empieza a reír de manera escalofríante. 

     Camino lentamente sin quitarle la mirada de encima, preparada para lo que venga, la criatura sale de ese rincón oscuro emitiendo un rugido gutural, con sus garras por delante y sus dientes asomados, la esquivo, choca contra la pared y voltea lista para arremeter de nueva cuenta, veo a Leo y este parece emocionado, no puedo evitar poner los ojos en blanco, no se toma nada en serio. Regina vuelve a correr hacia nosotros y esta vez estoy dispuesta a no quitarme, lanza el primer zarpazo como si de un león se tratara, atrapo su muñeca con una mano la jalo hacia mí y la tomo del cuello, la pongo contra la pared y siento como su mano libre se apodera de mi brazo, encaja sus garras, pero no me detengo ni un segundo, sigo apretando su cuello, viendo como lucha por safarse de mi agarre, la separo de la pared y la vuelvo a azotar contra ella, repito el movimiento un par de veces hasta que noto que está atolondrada, la aviento con fuerza hacia las rejas, choca contra ellas y cae de frente al suelo, debilitada, la sangre cubre mi brazo, las heridas que generó arden, la sangre corre caliente hasta la punta de mis dedos, pero no le doy importancia. Leo la toma por un brazo y la levanta, pasa ambos brazos por debajo de sus axilas y coloca sus palmas detrás de su nuca dejandola inmovilizada, me acerco y busco en su pecho el órigen de su mal, una mancha negra crece desde el centro, amenazando con seguir invadiendo su cuerpo, palpita y pequeñas pustulas crecen alrededor, me acerco un poco más y veo ese trozo de madera asomandose entre su piel podrida. La tomo con fuerza y es como su una descarga eléctrica se apoderará del cuerpo de Regina, abre sus ojos de par en par y empieza a gritar de forma gutural, me apoyo en ella y empiezo a jalar la astilla, opone resitencia, pero mi perseverancia o necedad es aún más fuerte, continúo jalando ese trozo de madera que lentamente empieza a ceder, la sangre sale negra, oleosa, como petróleo crudo, mancha mis manos y la ropa de Regina, el olor es insoportable, como destapar el caño, se me revuelve el estómago, pero no me detengo hasta que el trozo de madera sale totalmente de su pecho. Cuando el objeto está fuera de su cuerpo ella empieza a convulsionar, Leo la lleva hasta su catre que está pegado en la pared y la sostiene con cuidado, me acerco guardando el trozo de madera en una de las tantas bolsas de mi pantalón y me siento a su lado viendo como su cuerpo empieza a cambiar.




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