Life Eternal

CAPITULO 12: Closing Time

     Antes de que esta tortura termine, mientras todos están inspeccionando el lugar con detenimiento una voz chillante inunda el lugar, ya me es conocida, demasiado, volteo y veo a ese ángel rubio de ojos enormes color miel, con esa figura envidiable por cualquier mujer, viene acompañada de una escolta de ángeles, estos se ven más jovenes y andróginos, no podría determinar su edad ni su sexo, todos traen caras serias y caminan como soldados, con paso firme y frente en alto. Un grito enérgico vuelve a salir de la boca de Rivia y no puedo evitar voltear hacia Hariel quien solo pone los ojos en blanco y parece molesto, decido darle la espalda a todo este show, me concentro en Claire que parece ponerse nerviosa ante mi actitud, no comprende por que de repente toda mi atención ahora se concentra en ella.

-¡Hariel! ¡Estás aquí!...- Si voz es tan molesta, taladra mis oídos y cae con peso en mi corazón, ¿qué me pasa?.

-Rivia... ¿Qué haces aquí?...- Escucho a Hariel y volteo un poco, noto que se acerca a ella, admitamoslo, los dos son hermosos hacen una divina pareja, no podemos negarlo. Ella pone sus manos en los brazos fuertes de él y de nuevo siento esa punzada en el corazón. 

-Diana me encargó traer Querubines a este lugar para que sean la nueva guardia del corazón del Covenant...- Dice como una niña que ha hecho lo que le mandaron de manera correcta, orgullosa de su gran hazaña. Veo hacia los susodichos querubines que se mantienen firmes esperando instrucciones.

.-Perfecto... entonces... quiero cuatro en cada puerta principal, dos por puerta secundaria y uno por columna... este lugar debe de estar mejor custodiado que el anterior- La voz de Hariel suena fuerte, los querubines asienten y se disponen como Hariel mandó. Creí que los querubines eran de un rango más alto que los serafines, supongo que tendré que revisar mis apuntes.

     En cuanto Hariel termina de dar las ordenes Rivia extiende sus enormes alas blancas y se impulsa abrazandolo por el cuello, Hariel parece molesto, la sujeta de la cintura como intentando alejarla un poco de él. Yo no me siento bien, lo admito, y entre más celos siento más me molesto conmigo misma. Sé perfectamente bien que Hariel es un mujeriego, sé que él solo me besó para conseguir algo, lo que siempre consigue de las tontas ilusas, un juguete para un rato, lo sé perfectamente bien y me molesta que aún sabiendolo me muera de celos. Claire coloca su mano en mi hombro, nota mi malestar aunque por su cara de sorpresa parece que no sabe a ciencia cierta que es lo que me causa esta revoltura de estómago. 

-Rivia... no tendrías que estar aquí... deberías de haberte quedado allá... - Le dice Hariel con molestia mientras vuelve a dejarla en el piso.

-Quería verte...- Sonríe de lado y lo ve con una ternura exagerada.

-Lo siento... se rehusó a quedarse en casa...- Escucho a otra mujer que camina por el lugar con paso seguro, su cabello es oscuro y largo y sus ojos son verde oliva, tiene rasgos finos, como toda buena ángel, trae una espada colgando de un cinturón, su ropa difiere de la de Rivia, parece lista para pelar.

-Daniel... llevatela... en verdad no tiene nada que hacer aquí...- Le dice Hariel empezando a perder la paciencia. 

-¿Qué quieres que haga? ¿qué me la lleve arrastrando?- Sonríe la tal Daniel, se cruza de brazos y pasa su mirada en cada uno de los presentes mientras Rivia sigue queriendo abrazar a Hariel, cuando llega hasta a mí abre los ojos con sorpresa, camina en mi dirección mientras volteo hacia mis lados, tal vez está interesada en algo detrás de mí. -Sobreviviste...- Me ve con una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos escanean mi rostro y yo no puedo evitar sonreír con algo de incomodidad.

-¿Nos conocemos?- Vuelvo mi sonrisa aún más forzada, ella retrocede un par de pasos, parece encantada conmigo. 

-Jajajaja si... de forma fugaz... te vi llegar en brazos de Hariel...- Entre cierra sus ojos de una manera muy característica, como si esto fuera más allá de mi enfermedad, como si supiera algo que ni siquiera yo sé. 

-Ah... cuando me estaba muriendo... claro...- Desvío la mirada y pongo mis manos en la cintura. -Oye... un gusto Daniel... pero... bueno, tengo que trabajar- Le guiño un ojo y le sonrío de manera pícara mientras pongo mi mano en su hombro. -Así que... bien... los dejo en su casa...- Doy media vuelta y camino directo hacia la primera puerta, en verdad necesito aire, no soporto esto. 

-Fiore... Espera...- Es Diana quien me habla, siento un escalofrío que me recorre, en verdad no quiero no voltear, pero ...¿tengo opción?. Giro lentamente y veo a todos observandome, en serio creo que no he vivido un momento tan vergonzoso como este. -¿Has pensado en lo que te propuse a ti y a tu hermano?- Me habla con solemnidad, con esa máscara hipócrita. 

-Claro... lo de ser inquisidor...- Suspiro y veo hacia una de las mesas, veo que hay fruta de todos colores y tamaños, me acerco y tomo un par de uvas verdes mientras hago tiempo para responder a eso. 

-Así es... tu hermano ya alegró mi existencia aceptando ser inquisidor...- Lo dice con una sonrisa tan encantadora, odio a Leo, ¿cómo puede ceder así? ¿en qué posición me deja?. Empiezo a comer las uvas mientras camino de un lado a otro, como si no pudiera hablar por comer y no por el pánico que se apodera de mí. 

-Si... si... estaba ahí cuando lo dijo...- Veo fijamente a Leo con odio, él solo levanta los hombros como excusandose de su pésima decisión. 




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