>>Desde los ojos de Fiore<<
Me mantengo sentada en la misma silla frente a mi madre, veo que su piel está totalmente limpia, ella volvió a cerrar los ojos, supongo que no está lista aún, el dolor de su corazón es el único que no puedo curar.
-¿Cuál es el problema entre los ángeles dorados y blancos? ¿Por qué no se toleran?- Mi voz suena rompiendo el silencio, Naheca está a unos metros de mí, organizando todo lo que desacomodo, sé que me escuchó.
-Hace muchos milenios... no había diferencia en el color de las alas... todos eramos ángeles blancos...- Empieza a contarme mientras camina por el lugar con libros en la mano, acomodandolos en los altos libreros, yo me inclino hacia delante, me asomo para prestarle atención. - Pero un día... un ángel... nadie recuerda su nombre... empezó a estudiar sobre la energía, la vida, esta esencia vital que nos rodea, como es que cambia, muta... todo se vuelve un círculo, mueres y regresas, pero en otro cuerpo, otra especie, pero tu esencia se mantiene ahí... tus recuerdos se disuelven... no siempre, pero si la mayoria de las veces...- Camina hacia la cama de mi mamá y pone sus ojos en mí. -Esa energía que nos da vida, que nos hace regresar... es la misma que mantiene el cielo, la tierra y el infierno separados, pero en el mismo plano... todos esos hallazgos los compartió con aquellos que querían aprender y seguir descubriendo, pero como en toda sociedad, tendrás a alguien que ve eso con envidia, incluso miedo y no dudará en señalarte con el dedo y alentar a los demás para que también lo hagan...- Dice con tristeza mientras toma la mano de mi mamá entre las suyas, suspira y cierra los ojos. -El conocimiento volvió nuestras alas doradas... y dividió nuestra especie... nos volvimos seres repudiados por nuestra misma gente... huimos y nos alejamos para mantenernos vivos, ya que nuestra naturaleza no era la guerra, si no la investigación, el conocimiento...-
-Curioso que lo digas... pensé que los alas doradas eran temidos, que eran considerados asesinos sanguinarios, guerreros violentos...- Mi comentario le hace dibujar una sonrisa en su rostro, suelta la mano de mi madre, la coloca a un costado con cuidado y camina hacia mí, jala una silla y se sienta.
-Nosotros seguimos investigando, manejando la energía a nuestro alrededor, aprendiendo lo que significaba manipularla y entregando un diezmo a cambio... los alas blancas se fueron quedando estancados en la ignorancia hasta que un grupo decidió que aprender era demasiado arriesgado, pero podián esclavisarnos y hacer que nosotros manejaramos esta energía para ellos... así empezó la verdadera guerra entre nosotros... - Me quedo sorprendida, ni siquiera parpadeo, me quedo atónita escuchando su relato. - Ellos nos capturaron como animales, mataron a muchos de nosotros e hicieron crecer su ciudad... ¿quién crees que creo esos enormes edificios de cristal y oro? no solo fuimos sus fuentes de poder, también sus obreros....- Suspira y se recarga sobre el asiento casi con tristeza. - Por eso nos rebelamos... los atacamos sin piedad, el dolor que nos habían provocado nos motivó a ser sanguinarios y crueles, capturarlos y torturarlos por el simple placer de hacerlo... de ahí que ellos nos empezaron a temer... cuando por fin no quedaban alas doradas esclavisados en sus enormes torres llegamos aquí, encontramos un refugio donde continúar con nuestro legado...-
Me quedo maravillada por lo que dice, ¿cómo es posible que entre la misma especie se intenten dominar?, bueno, ahora que lo pienso no es tan lejano a lo que los humanos hacen ¿no?. Parece que nadie está interesando en dejar que el otro mejore y en vez de aprender rompemos, destruimos y tachamos de amenaza a cualquiera que pueda ver más allá de lo que nuestros ojos son capaces de ver. Noto como Naheca me sonríe, parece satisfecho con lo que me dijo, se levanta de la silla y pasa por enfrente de mí de regreso a lo que estaba haciendo sin más.
La puerta se vuelve a abrir, sacandome de mis pensamientos, de esa historia tan fuerte que me dijo Naheca y entran los primos alegres y jugueteando, mientras Zanza es una morena chaparrita que brincotea, Hariel es un moloso, mucho más alto que ella que solo camina y la empuja de vez en vez, ambos riendo. Creo que tal vez esta destitución no le sentó mal a mi ángel. Cuando se paran frente a la cama de mi madre se sorprenden por ver la mejoria tan avanzada, Hariel voltea hacia mí sorprendido esperando a que explique como es que pudo suceder. Naheca solo sonríe y me guiña un ojo.
-Todo está listo... mañana será oficial... Hariel es el comandante... y quien sabe, cuando me retire podría volverse el líder... aunque antes de eso crearé una ley que exija a los emperadores casarse y tener hijo con alguien que no les guste...- Hariel pone los ojos en blanco y camina hacia mí, no dudo en levantarme y abrazarlo por el torso mientras él reniega de su prima.
-Eres demasiado odiosa, no sé como es que podremos soportarnos...- Contesta Hariel mientras me da un beso en la cabeza.
-Será divertido...- Dice Zanza con una sonrisa en los labios, ella parece muy feliz de tener a Hariel aquí, entre ellos. Me alejo un poco de Hariel y lo veo fijamente a los ojos.
-Creo que tengo que ir a la tierra de nuevo... necesito hablar con mi padre y mi hermano, debo de evitar que vayan con los alas blancas buscando a mi madre...- Le digo y parece entender mis palabras. -Será rápido... -
-A ver... a ver... Tu no puedes irte de aquí, en cualquier momento pueden hablarnos y si no estás los del comité se molestarán...- Le advierte Zanza a Hariel, se acerca a nosotros y después desvía su mirada hacia mí.- Lo siento, pero es importante que se quede aquí, en lo que todo esto se vuelve oficial...- Parece apenada, pero entiendo perfectamente la situación, asiento con la cabeza.
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Editado: 09.05.2020