Life Eternal

CAPITULO 31: Prism

     Durante la noche no recibí visitas, simplemente pasó  todo en silencio y sola, pero no fue suficiente para poder dormir, no pude pegar los parpados en toda la noche, no paraba de pensar en esa cosa que está creciendo, ¿cómo haré para hacer lo que tengo que hacer sin que le afecte?, tengo que salir con vida de aquí, morir no es una opción. Al día siguiente, temprano, Daniel llegó con un séquito de mujeres, todas entraron y empezaron a organizarse a mi alrededor, me enfundaron en un vestido bastante lindo y claro, blanco, no podía fallar, me maquillaron, me perfumaron y me peinaron, quede como muñequita de pastel sin alma, con la mente echa un caos. 

-¿Estás lista para firmar tu sentencia de muerte?- Me dice Daniel quien camina a mi alrededor, inspeccionandome de arriba a abajo. 

-Creo que sí...- Le digo mientras veo mi imagen en el espejo, las demás ya se han ido y no puedo creer lo que estoy haciendo. 

     Nos quedamos viendonos al espejo por un rato, Daniel parece poco convencida con mi reflejo, en ese momento la puerta se vuelve a abrir y veo entrar a mi padre, aunque está vestido para la ocación no parece muy alegre. Ambas lo vemos con sorpresa, su rostro se ve algo demacrado y tiene un ligero olor alcohol creo que la pelea con mamá no la está tomando muy bien. Le hace una señal con la cabeza para que Daniel salga de la habitación, ella de inmediato lo hace, cerrando la puerta detrás de ella.

-¿Qué estás haciendo?- Camina hacia mí desconcertado, toma mi rostro entre sus manos y noto el horror en su mirada.

-Me... casaré... con Nuriel... o eso creo... no sé como va está ceremonia...- Parece no comprenderme, frunce el ceño mientras mueve la cabeza en negación.

-¿Estás loca?... matarlo aquí es suicidio...- Abro mis ojos de par en par, ¿acaso todo mundo sabe cuál es mi plan excepto Nuriel?, en verdad... ¿soy tan obvia?.

-Papá es la mejor forma de hacerlo, no hay mucha oportunidad de matar al líder serafico lejos de estos muros...- Suelta mi rostro y retrocede, se sienta en la cama, sigue desconcertado. Me hinco frente a él buscando su mirada. -¿Cómo van las cosas con mamá?- Le pregunto con algo de temor por saber. Sonríe de lado y parece que abrí una herida que apenas intentaba curar.

-Nos... separaremos...- Sus palabras me toman por sorpresa, no sé que decir, se levanta y empieza a caminar por la habitación. -Yo... hice lo que pude... la busqué, le supliqué... pero ella no cedió ni un poco... - Pega en la pared con fuerza, el golpe retumba en la habitación, se queda por un momento con su puño aún en el lugar donde pegó. 

-¿Te rendirás?- Me levanto y camino hacia él, acaricio su espalda con cariño y espero a que voltee. 

-Podría rogarle toda la eternidad... misma que seguirá rechazandome...- Voltea hacia mí y el dolor se hace aún más palpable, en verdad esta muriendo de tristeza y me rompe el corazón verlo así, acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja y me ve con ternura. -Siempre le estaré agradecido por brindarme mis dos grandes tesoros... tu y tu hermano son para mí lo más importante... y cuentan conmigo para lo que sea... la casa y todo lo que está sobre esta tierra a mi nombre ahora es suyo y de su madre...- No puedo creer que me esté diciendo esto, en verdad me siento desconcertada, ellos eran mi mejor definición de amor y verlos desmoronandose me deja confundida y desilucionada. -Cuando quieran encontrarme... estaré en el infierno, en donde pertenezco...- Toma mis manos y las besa con cariño. -Mi niña... espero que la sabiduría llegue a tí y sobre todo que sepas como librar los peligros, por que lo que piensas hacer... es de suicidas...- 

     Asiento con la cabeza y me siento algo desconcertada por sus palabras, todos consideran que lo que hago terminará con mi vida, por un momento pienso en decirle que estoy embarazada, pero creo que eso complicaría todo. La puerta vuelve a abrirse y esta vez entra mi madre, cuando su mirada se detiene en mi padre ambos parecen querer desconocerse, mi padre sale por la puerta brindandonos espacio, pasa uno a lado de otro sin intercambiar ninguna palabra. 

-¿Ya te dijo que estas cometiendo el error más grande de tu vida?- Dice mi madre una vez que mi padre cierra la puerta. Asiento con la cabeza y camino hacia la cama. -¿Matar de esta forma al líder serafico? es demasiado arriesgado...- Me siento aún más indignada, ¿ella también?.

-¿Cómo es que todos saben lo que haré excepto él?- Le digo molesta y exasperada, ¿qué demonios?.

-Jajajaja mi niña... los que te conocemos sabemos que no harías esto por algo menos que eso... estás segura de poder hacerlo y no lo dudo... pero lo difícil vendrá después de hacerlo... tengo entendido que la seguridad aquí es una locura...- Se acerca y acaricia mi cabello con ternura. -Creo que debo de darte algo viejo, algo nuevo... algo azul... y ya no sé que más, es la tradición que la novia debe de llevar...- Se retira de su cuello un rosario negro bastante bonito y antes de entregarmelo toma dos cuentas pegadas, las separa y expone un hilo de acero perfecto para ahorcar a alguien. -Algo viejo... - Vuelve a dejarlo como estaba y lo pone en mis manos. -Te recomiendo que descanse junto a la cama, siempre es bueno rezar antes de dormir...- Me sonríe con ternura y después saca un adorno para cabello, son varias flores azules entramadas, lo deposita en mi mano y siento su peso, es de metal, aprieta la última flor y una navaja curva se asoma, la vuelve a meter y lo acomoda en mi cabello, adornandolo. -Algo azul... este me lo recomendó Rita, te manda saludos...- 




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