Liga De Guerreros

Capitulo VI

CAPITULO VI

Ellia

 

El sueño no pudo ser más extraño…

Ellia se encontraba en frente de la entrada a una cueva gigantesca. Todo a su alrededor era teñido de un rojo cálido, hasta ella. La gran cueva le hacía sentir ansiosa, un cosquilleo se filtraba por debajo de su ropa, desde los pies hasta la nuca.

-¿Qué es… esto?

La entrada estaba oscura por donde sea que mirase, tal vez no era entrada y estaba una pared de material oscura obstruyendo la entrada. Sentía que la llamaba, aquella cueva estaba repleta de misterio, de personas, de cosas inimaginables. Ellia trataba de recordad si había leído alguna vez de algo así, de un lugar tan interesante, pero no daba nada.

Algo pasó por unos arbustos a su derecha, era pequeño, y parecía que se arrastraba por el suelo, ya que se escuchaba un metal siendo golpeado por las rocas que llenaban todo el terreno visible a la vista de Ellia.

-Sabes muy bien que hay algo mal, Ellia – dijo el señor con sombrero -.

La chica se volteó y cayó al suelo del susto.

Estaba aterrada, confundida y perdida. Aquel “hombre”, era un esqueleto viviente, parecía ser un montón de huesos pegados, parecía no tener vida, como una decoración barata para el día de las Almas. Vestía de traje negro y de unos pantalones muy apretados de la cintura, parecía que un cinturón, hasta el más pequeño, podía dar dos vueltas en su flaca y casi nula cadera. De ahí, sus zapatos algo grandes, negros, parecían estar casi vacíos, no había carne que ocupara mucho espacio en ellos.

-¿Quién… eres? – Preguntó Ellia mientras retrocedía arrastrándose lejos de él -.

El hombre la miró alzando un poco su sombrero. Ahí lo pude entender. No estaba vivo, por más lógico que pareciera. No tenía ojos, eran huecos. Su mandíbula se cayó. La recogió y se la colocó.

-Cómo puedes notar, no me queda mucho tiempo, seré el primero en desaparecer si no me ayudas, tú y tus amigos.

-Pero, ¿quién eres?

-Soy un Dios, no cualquier Dios, soy el Dios del sueño. Me gusta repetir que soy un Dios – se rio y de sus huecos profundos y resecos, una luz roja explotó por un segundo -. El dios cayó.

-¿Eres el dios del sueño? En toda mi vida, no he escuchado más allá de cinco deidades.

-Lo sé… podría platicarte más, pero estoy gastando mi energía en esta oportunidad, eres lo único que me queda, si desaparezco, las personas no volverán a estar tranquilos, la desesperación invadirá a cada humano, cada ser vivo. Las pesadillas controlarán la realidad humana, cada persona se verá a sí mismo, y entonces vendrá lo peor.

Ellia estaba asqueada de ese hombre, tal vez en un pasado había sido hermoso, pero ahora era un simple saco de huesos. La idea de que haya más dioses, era un poco ridícula, por su escepticismo, no admitía eso, pero parecía ser algo serio, algo majestuoso, que le hacía sentir estúpida creer que no lo era.

-¿En qué quieres que te ayude? – Dijo por fin algo asustada pero intrigada -.

-Hay alguien que ha estado esperando desde hace muchos años, está despierto por un corto periodo de tiempo y luego vuelve a dormir por muchos años. Ha estado rompiendo el tejido que mantiene viva esta realidad tuya, mía, de todos… yo soy un Dios, del sueño, me encargo de mantener a salvo ese tejido, pero me es imposible últimamente. Moriré después de que despiertes de este sueño.

El sombrero del hombre cadavérico salió volando lejos, por una ráfaga de viento inusual. La parte izquierda de su cráneo se quebró, se hizo polvo y desapareció.

-Tienes que… mantener a salvo tu mundo, mi mundo… Hay más esperando detrás de esa cueva – dijo – por eso te he traído aquí, está cueva conecta a los otros mundos que se escapan del tuyo, mundos en donde yo vivía…

La ráfaga de viento volvió, ahora era más fuerte, parecía actuar sólo en el Dios, pues Ellia no sentía ser arrastrada por ella. El viento era más violento, el traje que llevaba el Dios empezó a romperse, dejando al desnudo el cuerpo huesudo del Dios. Era una imagen tan triste y lamentable para Ellia, por alguna razón.

-Niña… eres lo único que tengo, en tu mundo siguen confiando en dioses como yo, por eso acudí a ti, tienes que buscar al responsable de esto… luego volveré a la vida y repararé esta realidad humana.

El brazo izquierdo salió volando hacía el vacío, luego su pierna derecha, ambos se desprendieron y se pudo escuchar el crujido de los huesos y el despliegue de la poca carne del Dios.

-Ya las palabras no me alcanzaron, mata a ese maldito, y devuélveme a la vida.

La otra pierna fue arrancada. El Dios sólo se sostenía con su brazo derecho a duras penas.

-Ella es… es difícil de tratar, pero conseguirán entenderse…

Todo el viento se detuvo. Hubo un silencio penetrante y abrumador.

-Mierda.

Un pájaro cucú salió del “estomago” del Dios…

Un rayo cayó sobre él y se pulverizó. El Dios del sueño había muerto.

-Cielos, cielos, CIELOS. ¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué clase de maldito juego es este?! La locura empezaba a ser visible, tal como había dicho el Dios.

Ellia vio sus manos, eran viejas, arrugadas y muy lamentables.

Ellia gritó moviendo su cabeza de lado a lado. Mientras más gritaba, sus ojos se derretían y su boca se alargaba hasta alcanzar el suelo.

Debajo de Ellia todo se empezó a hundir y por fin despertó.

Al abrir los ojos, el sol le pegó directo.

-Oh… - dijo y se levantó de su costal -.

-Hmm…

Miró atrás de ella y vio a los chicos observándola.

-¿Qué pasa...? – dijo -.

-¿Dónde está Hector? – Preguntó Neo – se supone que tú vigilarías, no puedo creer-

-¡Ya!, aquí estoy – dijo Hector que estaba atrás de ellos – sólo fui al baño -.

-¿Y por qué tardaste mucho? – le preguntó Neo, pero luego puso cara de asco -.



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En el texto hay: deidades, pecados

Editado: 30.01.2021

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