Capitulo X
Neo
-Oh cielos, ¿qué voy hacer?, ya es muy tarde.
Neo estaba volando por encima del pecado, esperando a ver si alguien tomaba la iniciativa de atacar, pero nadie se atrevió.
-Muy muy tarde…
El pecado llevaba un jarrón en su espalda, tal vez ahí estuviera su punto débil.
-Ewan es su contrario, al igual que Audrey.
Audrey saltó al pecado y lo golpeó en el pecho. La chica era muy insegura al igual que Neo, pero últimamente había cambiado mucho. Cuando la conoció era muy tímida, torpe, insegura, pero bonita.
El pecado retrocedió un paso. Era lo único que pudo hacer Audrey con su fuerza sobrehumana. Geraldine se prendió fuego y se dirigió al pecado saltando por encima de él como una bala de fuego.
El pecado gritó lo que parecía ser el nombre de Hector. Otros cuatro pecados aparecieron, era alguna clase de multiplicación, o una simple ilusión, Neo era pésimo para reconocer eso. Toda esa imagen de guerrero no quedaba con él.
Audrey golpeó a dos de los nuevos pecados. Geraldine prendió fuego a uno de ellos y Ewan desapareció a uno por completo. El original se dirigió con gran velocidad a Hector. Neo se tele transportó enfrente del chico y Ewan creó un escudo del tamaño del pecado, el chico aguantó con fuerza para detener el paso del pecado, pero era imposible.
Una lanza pequeña apareció al lado de Neo, y Geraldine apareció, sujetó el escudo y el pecado empezó a retroceder.
-Increíble…
-Ellia, ¿puedes hundir al pecado? – le preguntó Neo.
La chica dejó a Hector en manos de Evelyn.
Ellia empezó a hundir de poco en poco al pecado. Entonces Hector se levantó y la empezó a ayudar. Neo no podía creerlo, ese chico en verdad era un fastidioso, quería robarse toda la atención. Pero era más fuerte que él mismo.
El pecado se estaba enterrando por fin.
Geraldine estaba a punto de atacar, pero la detuvo Hector.
-No. Ewan, captúralo con tu escudo.
Ewan dobló su escudo y atrapó a Ira, lamentablemente le había quedado libre un brazo. Por detrás, Audrey saltó y golpeó con mucha fuerza la cabeza de Ira, fue muy fuerte que puso su cabeza en donde deberá ir su cuello, parecía que no tenía. Geraldine concentró el fuego en su mano y lo expulsó, quemándole la cara por completo al pecado.
Neo sacó de su bolsita un martillo especial, uno que había construido con alguien.
El chico subió y su martillo se volvió más grande, más pesado. El escudo desapareció y golpeó su pecho, quebrando sus costillas, pero no las cadenas que llevaba el pecado.
Ira empezó a partirse en dos, y un gusano negro empezó a brotar. No era cualquier gusano, sus patas eran pernas humanas, sus ojos eran de una mujer y su boca era horripilante, babosa, maloliente y repulsiva.
-He-he-Hector – dijo Ira -. V-ven… por favor. El gusano empezó a llorar, eran lamentos de bebes, era horrible, era insoportable. Con sólo el grito, hacía despertar imágenes y posible visiones de bebes siendo torturados. Neo quería vomitar.
Hector cayó. La mitad de su cuerpo se tiñó de negro. Luego se levantó.
Su brazo derecho ahora era una enorme espada negra. Miró al pecado y saltó hacia él. Hector se sostuvo en su cara, metió su espada en lo más profundo de su garganta y jaló hacia arriba, partiéndolo a la mitad. Rugió, se lamentó, pero no más. En un segundo se pulverizó. El cubo de metal desapareció y el cielo volvía a ser el mismo de siempre, sin ningún rastro del pecado.
-Cielos, ya fue, ya acabó…
Todos los guerreros estaban de rodillas. Todo indicaba un cambio, desde ahí se podría decir, que habían nacido los guerreros.
-Qué mierda… - dijo Geraldine.
-¿Cómo puede existir algo así? – dijo Audrey -.
-Cielos, en verdad lo hicieron bastante bien, guerreros – dijo Evelyn -.
-Nos hemos estado distrayendo, no han estado distrayendo de nuestra misión verdadera. Aún falta mucho para llegar a la capital. Cerrar las cascadas está tomando más tiempo de lo que debía – dijo Neo.
Todos se levantaron. Hector se encontraba mejor, Neo no quiso ponerle tanta atención, ese chico podría acabar con él, en cualquier momento.
-¿Cómo te sientes, Hector? – le preguntó Ellia.
-Bien. No hizo tanto ese pecado, tendría que haberme llevado, pero no pudo. –el chico miró a Evelyn con una mirada desgarradora -. ¿Quién eres?
-Mucho gusto, Hector. Soy Evelyn y vengo a ayudarles en su misión.
-Creí que no podías ayudarnos – le dijo Ewan -.
-Sí, bueno… hay maneras en las que puedo “romper las reglas”, aun manteniéndome dentro de lo legal y posible.
-Entonces… ¿por qué lo haces?, ¿qué quieres a cambio? – insistió Hector.
-Oh, ¿por qué te metes con ella?, está loca y llena de poder, cualquiera le temería a una niña con un poder enorme.
- Todavía no puedo decirles mucho, quiero que lo vean por ustedes mismos. Les juro en nombre de mis sagradas deidades, que no puedo matar a ninguno de ustedes, a nadie ni a nada puedo matar. Para mí, ese es un castigo que se paga con la muerte.
-¿Quién te…?
-Shh. No más preguntas.
Un agujero delante de los guerreros se creó. Era el mismo que los había traído a donde estaba Hector, pero ahora con un destino diferente.
-Los llevaré a la entrada de la capital, no se preocupen por la caminata, guerreros. Yo creé este portal PARA MÍ, pero ACCIDENTALMENTE ustedes pueden entrar en él. No los estoy ayudando, ¿verdad?
Neo sonrió un poco, pero lo ocultó antes de que lo vieran. Era muy astuta esa niña. Mierda. Todos lo voltearon a ver. Neo asintió y todos los guerreros entraron en el agujero.
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Del otro lado, la capital se encontraba a unos metros. Podía verse la entrada a ella. Los guerreros estaban exactamente en el patio que rodeaba a la capital, detrás de ellos se extendía un largo camino de terracería. Evelyn había desaparecido, pero podría ser buena y mala noticia.
Editado: 30.01.2021