PERDÓN
Ciudad Victoria era una ciudad que ha sido testigo de las más importante alianzas regionales en Sudamérica, por ella han pasado dignatarios y empresarios que han forjado una realidad que algunos disfrutan y otros padecen.
Existen varios monumentos y lugares que sirven para recordar a los habitantes lo mucho que costó salir de las pesadillas del pasado, una de esos lugares era la amplia Plaza de la Unión, en su centro, una enorme bandera de la Unión Federal Latina ondeando orgullosamente con la brisa que se desplazaba entre los imponentes edificios que la rodeaba.
Pero aunque esa plaza servía para conmemorar las uniones de las naciones, en ella también podía darse la unión entre las personas.
—La verdad es que me hizo muy feliz que por fin me invitaras a salir contigo Christian —Dijo Circe al joven en la plaza donde el sol brillaba en todo su esplendor.
—Ah, gracias —contestó Christian con rostro indeciso.
—¿Qué pasa?, ¿te arrepientes de haberme invitado? —Preguntó Circe preocupada.
—¡No me puso muy feliz que dijeras que sí! —Contestó Christian —Pero es que yo pasé toda la noche con Nayive en un elevador —La joven pecosa, que estaba cerca escuchó todo, con alegría abraza a Christian.
—¡Gracias Christian por haberte quedado conmigo! —Dijo Nayive en frente de Circe que los observaba fijamente a ambos.
—¿En qué piensas Circe?, ¿te parezco raro? —Preguntó Christian en tan extraña situación.
—La cosa es muy sencilla —Respondió Circe —A ti te gusta más Nayive que yo, ¿no es verdad?
—¡No! —Exclamó Christian —¡En realidad la que me gustas…! —Se tranquiliza un poco para poder preguntar algo —¿En qué piensas?, ¿por qué tienes esa cara como si fueras a sonreír?, pasé toda la noche con otra chica y tú estás como si nada. Circe, ¿qué piensas de mí?, no importa lo inteligente que digan que soy, nunca pude saber lo que hay en tu cabeza.
—Es muy simple, tonto —contestó Circe con una sonrisa compasiva —Cuando estuvimos en la piscina tuviste una oportunidad de decirme lo que sentías, ¿y qué pasó?, Nayive se estaba ahogando y tú la salvaste. Acumulaste el coraje para invitarme a salir, yo te dije que sí y te esperé con ansias. ¿Por qué no llegaste? Porque te quedaste con Nayive en un elevador. Incluso ella durmió abrazada a ti. Como ves, hay una fuerza muy poderosa que quiere unirte a ella, yo contra eso no puedo competir.
—¡No es así, estás equivocada! —exclamó Christian soltándose de Nayive para ir con la rubia que se alejaba—. ¡Circe!
La joven de pecas y ojos oscuros agarra a Christian del brazo.
—¿Así que sólo eras amable conmigo por pura lástima? —Pregunta ella con el alma partida —Con tanto cariño yo te acompaño a buscar a tu hermanito, ¿y a ti te daría igual si estoy contigo o no?
Christian se despierta en medio de la noche sobresaltado por ese sueño, era de madrugada, así lo indicaba el reloj, se sienta en la cama por unos minutos, tiene miedo de que las neuronas y el corazón le muestren la conclusión de tal historia si llega a quedarse dormido. «¡Este sueño estúpido! —pensó frustrado y con la respiración agitada—. No tengo paz ni siquiera cuando duermo, ¡qué porquería!»
Horas después, en el Abraham Medina, Christian arregla con Lázaro sobre el plan a seguir para tomar el disco de casa de Marcos, al final se pusieron de acuerdo para ir en la tarde a comprar ciertos artefactos.
—No hay problema —dijo Lázaro—. Yo tengo el dinero y sé dónde conseguir lo que sea sin que nos hagan muchas preguntas.
—Perfecto, si la suerte nos sonríe todo podría salir como esperamos —dijo Christian.
—¿Eso es acaso un poco de optimismo de tu parte, Christian?
—No hace mal a nadie, creo.
****
Un túnel en algún lugar de Ciudad Victoria, un sitio oscuro alumbrado por luces de mala calidad y donde las paredes parecen enmohecidas, en ese lugar están los vendedores que tienen todos los dispositivos electrónicos existentes de dudosa procedencia en negocios improvisados disponibles para el público por un precio. Aquel lugar era conocido como la Feria, allí Lázaro, Anthony y Christian se acercaron.
—¿A dónde vamos? —Preguntó Anthony viendo a su alrededor con desconfianza—Este lugar está lleno de cosas robadas y de ladrones, ¡nos van a meter presos sólo por estar aquí!
—¡No seas niña! —Exclamó Lázaro— ¿Crees que un lugar así existiría sin que la policía no lo supiera?
—Tranquilos, iremos a donde Paul, tiene dos negocios de tecnología pero el que nos interesa está por aquí.
Los estudiantes caminaron por negocios improvisados con mala iluminación y vendedores con sonrisas complacientes hasta llegar al negocio de Paul, un hombre que tenía varios artículos en una improvisada mesa, el que habló fue Christian saludándolo con familiaridad, luego de las presentaciones solicitó un proyector holográfico portátil de la mejor calidad, el vendedor le dio un cinturón para retener la imagen y un pequeño proyector para transmitirla.
Editado: 11.06.2021