Liga Del Asfalto: Sombras De La Urbe - Libro 3

CAPÍTULO 7

LA NOCHE TRISTE

 

Los minutos pasaron. Oberon y Vargas se presentaron ante cientos de policías, convocados a última hora a una zona alejada de los curiosos donde podrían escuchar las órdenes. Los que no pudieran asistir, atenderían a sus superiores desde sus puestos de trabajo por los monitores.

 

—Este es el día esperado —dijo el alcalde—. El Comandante y yo mantuvimos esto en secreto para no alertar a nadie y no arriesgar la «Operación Tormenta Urbana».

—Durante meses, ha estado funcionando una sección especial de Inteligencia para desmantelar a la Liga del Asfalto y a otras pandillas más —continuó Vargas—. Finalmente, esos datos han podido ser corroborados y estamos listos para actuar.

 

El alcalde activó una pantalla holográfica para mostrar un mapa de la metrópolis, marcado con algunos puntos titilantes.

 

—Esta información está siendo enviada ahora mismo a todas las jefaturas de Ciudad Victoria —explicó el Comandante— Daremos un duro golpe a las pandillas del este, centro y suroeste de la ciudad, pero el premio mayor será la Liga Del Asfalto. Las demás pandillas serán eliminadas eventualmente. Dudo mucho que continúen funcionando después de hoy.

—Saben cuál es su trabajo—añadió Oberon—Saben a dónde ir y que hacer, confiamos en ustedes.

—Tienen sus órdenes. Que empiece la cacería de ratas.

 

La orden de los superiores no pudo ser más definitiva para sus subordinados, pues al fin los policías tendrían su noche de venganza contra los que robaban, contra los que vendían drogas en las entrañas de los centros comerciales, contra quienes recorrían las calles penumbrosas con total impunidad. Oberon, sonriente, observaba cómo se desplegaban los agentes en sus patrullas y motocicletas.

 

—¿Los hombres tienen los datos? —Preguntó Henry con discreción en relación los grupos de la muerte que se encontraban dentro de los cuerpos policiales.

—Sí, ellos tienen los nombres, apellidos y localización de los objetivos en sus PAC´s, si no hay testigos y las condiciones se dan, procederán a hacer el trabajo, tienen como prioridad a los líderes de La Liga Del Asfalto. Tal vez se escape alguno, pero con la información podrán buscarlos en las noches subsecuentes.  

 

—Perfecto.  

 

El Comandante no compartía su estado de ánimo.

 

—¿Qué pasa, Tobías? Deberías estar feliz. Este será el gran golpe.

—Sí, lo será —respondió con desgano.

—No deberías ponerte así. Esta será una noche memorable. La victoria está cerca.

—Me preocupan las repercusiones que pueda tener, las personas harán preguntas que posiblemente no podamos contestar.

—Que harán preguntas es seguro, pero los actos hablarán por sí solos.

—Henry, te pido por favor que eso no lo hagas, aún tenemos chance de echar esa orden para atrás, puedo mandar un mensaje general a los ejecutores, ya tienen su dinero se echaran para atrás sin dudarlo.

—¿Estas pidiendo por la vida de criminales?

—No, estoy pidiendo por nuestras conciencias.

 

Henry tomó a Tobías de los hombros, como solo un hermano puede hacerlo.

 

—Entiendo que estés preocupado, pero esto es por nuestro futuro, y el futuro está construido sobre decisiones difíciles. ¿De verdad crees que esos pandilleros le harán algún bien a alguien cuando todo esto termine?

—Claro que no, sé lo que son, al igual que tú.

—Entonces no te preocupes, que todo siga su curso.

 

Tobías parecía no estar muy convencido, se retiró para acompañar a sus hombres en una de las detenciones, tal vez podía reducir la tasa de sufrimiento con su presencia, pero no se mentía a sí mismo, Dios no lo perdonaría por sus acciones y el Diablo estaba listo para recibirlo con los brazos abiertos.

 

En tanto, el Alcalde no podía estar más satisfecho. La Liga del Asfalto había cumplido su propósito: atraer a las pandillas como la miel a las hormigas, para que pudiera pisotearlas todas juntas.

 

****

 

Era una buena noche para hacer ganar Créditos.

 

La Liga del Asfalto había organizado dos carreras, ambas en extremos opuestos de Ciudad Victoria, los apostadores y fanáticos estaban pendientes en los monitores, los dispositivos móviles, en las redes sociales, todos para saber quiénes serían los ganadores de las competencias nocturnas.

 

Hubo grupos de pandilleros que se reunieron con sus campeones en los puntos de encuentro de las dos carreras, delegados de cada banda preparaban a su piloto para la competencia, tenían que hacerlo rápido, un único evento, se decía el ganador, se distribuía los Créditos Federales, y luego cada uno desaparecía, ese era la verdadera belleza de todo el asunto, dinero fácil, una de las muchas tentaciones con las que la madrugada hipnotizaba a los jóvenes de la urbe.




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