Ligera y agridulce

Nada nuevo bajo el sol: Capítulo 24

 

Queriendo concentrar ahora todas sus energías en mejorar su calificación se pasó el fin de semana con la cabeza entre los libros de física, al menos la teoría seguía siendo solo ciencias y le parecía mucho menos atemorizante.

 

Luego de esa extraña despedida, no había vuelto a saber de Miu, por suerte, ya que aunque le hubiese dejado un pequeño vacío, no se sentía con el valor suficiente como para seguir siendo hablándole por su cuenta.

 

Cuando casi oscurecía, y como debió haber previsto, su madre llegó esa tarde con una expresiva sonrisa. Secretamente aliviada, y aunque no se atrevió a abrazarla, las ganas no le faltaron. Anne dejó sus cosas en el recibidor y la saludó, al parecer satisfecha que se encontrara estudiando.

 

La vio servirse un vaso de té helado y la sorprendió mencionando que irían a cenar, así que se apresuró en cambiar sus penosos ropajes y tomaron el metro hasta el restaurant de yakiniku favorito de ambas.

 

- He recibido la mayoría de tus calificaciones de fin de semestre- musitó tomando un sorbo de jugo- si continuas así, es seguro que podrás entrar a una buena universidad.

 

Ciertamente que fuese una buena estudiante había sido la meta de su madre desde siempre.

 

-…bueno, aún tengo algunos trabajos que entregar- desvió la mirada- además no he pensado qué debería estudiar.

 

-ten en cuenta que el tiempo pasará muy rápido y quiero que seas una buena enfermera, pero para eso debes estar por sobre la media de los estudiantes.

 

Se sintió un poco fastidiada.

- sabes que de entre todas las profesiones jamás sería enfermera- respondió maliciosamente.

-aún no lo sabes...

 

Hotaru pensó en su propio ejemplo y suspiró.

- quién querría pasarse el día entero en un hospital.

 

Su madre la miró de reojos y pareció no querer insistir en el tema, aunque Hotaru sabía que mantenía la esperanza de que algún día le dijera que lo haría.

 

Cuando el camarero les llevó al fin sus cortes de vacuno, se aseguró de comer todo lo que su estómago pudiese soportar, no salían juntas hace mucho y sabía que Anne sería capaz de complacerla con cualquier cosa con tal de suplir su irresponsabilidad afectiva.

 

Se dieron un gran banquete antes de volver a casa y aunque había prometido continuar con el estudio durante la noche, el sueño la derrotó antes de incluso ponerse el pijama.

 

Le costó despegar el cuerpo de las sábanas a la mañana siguiente, y el saber que debía pasar el día estudiando, no fue suficiente estímulo. Se incorporó con un ligero mareo, al poner los pies fuera de la habitación un horrible cólico bajo el estómago le obligó a correr al baño. Antes de confirmar si se trataba o no del periodo, se encontró con la cabeza vomitando dentro del inodoro.

 

Se recostó en el sillón con la idea de continuar con su informe, pero apenas cerró los ojos no pudo volver a levantarse. 

 

Anne llegó del trabajo antes del anochecer, descubriendo sólo hasta ese momento que había dormido toda la tarde. La saludó con un murmullo, aunque su respuesta fue un regaño por no haber comido en todo el día.

Debió excusarse en el dolor de estómago. Tras examinarla la regañó por haber comido tanto la noche anterior, cuando fin de cuentas ella misma le había animado a hacerlo.  

 

Se miró en el espejo del baño, a pesar del dolor de estómago no estaba arrepentida de comer tanto. Aunque si era cierto que le agradaba mucho comer no podía considerar si estaba gorda o no, al menos no mientras no se comparara con Miu.

 

Antes de ir a dormir se tomó la medicina indicada por Anne con la esperanza de mejorar, pero a la mañana siguiente, apenas intentó tomar su vaso de té, los cólicos volvieron. Anne ordenó volver a la cama, y a pesar de sus berrinches por ir al instituto, al final prefirió resignarse.

 

Antes de salir hacia el trabajo le indicó no ingerir nada más que una infusión que había dejado en la nevera. Se recostó mirando el techo, después de un día completo sin comer sus músculos comenzaban a debilitarse, aunque al menos debía aprovechar que estando enferma Anne se preocupaba por ella como nunca, al punto de tratarla como una niña.  

 

Aunque llevó los libros de física a su habitación el cansancio le impidió concentrarse. Cuando su madre regresó se había tomado las dosis de medicinas e incluso cenaron juntas, pero el poco arroz que logró comer no pudo mantenerse más de media hora dentro de su estómago.

 

-…No lo entiendo- suspiró- se supone que me sentía bien...

 

Se recostó en el sillón, la cabeza había comenzado a pesarle y la garganta le dolía.

En poco rato Anne se acercó para examinarla, volviendo a ordenarle que se fuera a la cama.

 

- Estás bastante deshidratada- suspiró sacando de su botiquín un par de ampollas de vidrio y una jeringa- vamos, descúbrete, ordenó dejándola confundida -Al menos con esto podrás soportar hasta mañana.

 

No tuvo más opción que voltearse y dejar que la pinchara, a pesar del temor apenas pudo sentir la aguja.

 

Anne le llevó un vaso de agua acurrucándose a su lado para que intentara dormirse. Su aroma era una mezcla particular de un ligero perfume floral y productos de limpieza, cerró los ojos, consciente que en ese estado nada más importaba que estar juntas…tal vez no sería tan mala idea volver a enfermar de vez en cuando.

 

 

 

 

 

 

 

 

Tras varios días analizando cada centímetro de su nueva habitación seguía sin encontrar el lugar perfecto donde acomodar cada una de sus pertenencias. Por fortuna la rutina de su padre era tan extensa que apenas lo oía salir muy temprano en la mañana y ni siquiera notaba si llevaba o no en la noche, así que tenía el departamento sólo para ella la mayor parte del tiempo.




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