Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 10

Librándose esa mañana de ir al instituto se levantó un poco más tarde, al salir de su habitación, Anne ya estaba esperándola.

Aunque no debía desayunar para poder realizarse los exámenes, sin que su madre lo notara bebió casi medio litro de agua azucarada, era una buena forma de falsear un poco los resultados.

En el hospital las recibió una mujer de mediana edad. Las saludó con una leve sonrisa, y tras de una breve entrevista le entregó una bata para que se quitara la ropa. Escondida detrás del biombo se deshizo del uniforme sintiendo escalofríos, a pesar que la habitación estuviese calefaccionada.

La doctora la midió y pesó en silencio. Luego la examinó midiendo cada curvatura de su cuerpo, para terminar haciéndole algunas preguntas incómodas sobre su periodo y su inexistente vida sexual.

Posteriormente debió pasar a una segunda habitación donde una joven enfermera le tomó las muestras de sangre.

 Cuando estuvo lista, habló primero a solas con su madre y luego la dejó entrar a ella.

- Tu peso actual es de 43 kilos, junto a tu talla, da resultado un índice de masa corporal límite, tienes un muy escaso porcentaje de tejido adiposo, pero además de eso no veo nada fuera de lo común.

Suspiró aliviada.

- si bien los exámenes nos darán una respuesta definitiva empezarás una alimentación rica en proteínas- les acercó una especie de receta – y tomarás este suplemento multivitamínico a diario.

Asintió.

- Además de mejorar el consumo de líquidos, ya que tu piel está algo deshidratada- ahora se dirigió a Anne- los exámenes estarán en un par de días, puede revisarlos y visitarme si hay algo anormal.

Aunque se mantuvo en silencio desde el momento en que salieron de la consulta parecía pensativa.

- ¿Has estado alimentándote bien?- murmuró de pronto.

Aun sabiendo que sería precisamente una de sus preguntas, sintió el estómago apretársele, y suspiró fastidiada.

- como lo necesario la mayoría del tiempo- respondió - además dije que me sentía bien.

Anne suspiró.

-compraré los medicamentos, está bien si hoy no quieres ir al instituto.

Aun el casi irresistible deseo de quedarse en cama durmiendo, se negó. Prefería estar sola junto a sus pensamientos, al menos allí no habría nadie intentando interrogarla.

La dejó en la entrada del instituto, y antes de despedirse le dio dinero para el almuerzo.

Aun estando a tiempo de entrar a clases se dirigió a su jardín. Ahora con la mayoría de los árboles casi completamente desnudos todo parecía algo tétrico, pero se alegró de finalmente estar en paz, si no fuese por el frío se hubiese quedado dormida.

Al sentir el timbre para el horario de almuerzo buscó alguna máquina expendedora, un té con leche caliente no le vendría nada mal. Estaba inclinándose para retirar su lata cuando alguien a sus espaldas tocó su hombro, sobresaltándola.

-No has respondido mis mensajes- sonreía.

- K…Keiji- dio media vuelta, avergonzándose. Se había cortado un poco el cabello, pero mantenía esos mechones adorablemente alborotados.

- ¿Vas a almorzar?

- …ya lo hice- mintió- iba a tomar algo caliente, hace un poco de frío.

Él pareció dudar.

-…¿puedo…acompañarte?- su voz le pareció más débil.

-…claro- suspiró.

Caminaron al jardín a paso lento.

- Cierta persona dijo que te habías desmayado.

-…no fue nada- asintió sentándose a su lado.

- aún así tuvo que llevarte a la enfermería…

Así que Ryo le había contado, probablemente Keiji lo había molestado hasta al cansancio.

- estoy bien- insistió- fui al médico y sólo me indicó unas vitaminas.

Ahora su amigo pareció pensativo.

- Lo siento por no responder los mensajes, me he sentido algo cansada, pero todo está bien.

- eso espero, sólo…no dejes de- titubeó- no dejemos de ser amigos.

Se sintió apenada, Keiji era tan considerado mientras ella actuaba tan inconsciente de sus sentimientos, a pesar de desear lo contrario. Quiso abrazarlo, pero se contuvo.

- No tienes que preocuparte tanto- suspiró, dejándolo ver al fin una ligera sonrisa- cuando sea algo realmente importante…acudiré a ti.

Examinándola con la mirada pareció avergonzarse.

- más te vale- le pasó la mano por la cabeza, despeinándola. Hotaru rio con sinceridad- El fin de semana tendremos un partido de entrenamiento con la preparatoria de Tsukuba, en dobles seré pareja de Aki.

Se cubrió la boca para volver a reír.

- si juegas con él habrá muchas admiradoras apoyándolos.

- algunas de las chicas que ayudé para que entraran al equipo de suplentes, supongo.

- entonces tienes nuevas fans.

- algo así- rio, rascándose la cabeza.

- estoy segura que ganarán.

-…¿no quieres…venir?

Se quedó pensativa, lo único que quería era tener el menor contacto posible con otras personas, pero en ese momento no pudo improvisar ninguna excusa.

-…bueno, no lo sé…- titubeó.

 - luego de eso podemos ir a comer algo…si quieres.

- probablemente puedas ir a comer con tus admiradoras.

Pareció incrédulo.

- al menos promete que lo pensarás.

-…claro…lo haré.

 

 

 

En clases Miu la saludó de lejos con una leve sonrisa. Miró a Ryo sintiéndose avergonzar, no se había atrevido a hablarles para dar las gracias, así que mientras volvía a su lugar, dejando su bolso sobre la mesa, murmuró sin verlo a la cara.

- Gracias…por lo del otro día.

Con la apatía que lo caracterizaba levantó la mirada.

-…deberías decírselo a Keiji.

Abrió los ojos, ahora confundida.

-…ha sido por él.

-…claro- suspiró decepcionada.

 

 

 

 

Cuando Keiji volvió a su entrenamiento Ryo yacía dormido sobre su cama, se quedó viéndolo en silencio.




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