Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 41

Esa mañana Keiji salió de la cama antes del amanecer sin lograr permanecer por más de una hora durmiendo. Se vistió con el buzo de deportes y salió de la habitación sigiloso, lamentando no tener disponibles las canchas para entrenar.

- Buenos días- murmuró Ryo al verlo llegar tras una hora, Keiji sólo suspiró- tienes mal aspecto.

-…gracias- lo miró de reojos.

Ryo por su parte pensó que por primera vez había otra persona con peor humor que él en la habitación.

Al despertar los ojos le pesaron, la cabeza le daba vueltas, no tuvo fuerzas si quiera para cambiar su posición en la cama. Sus manos estaban heladas y las mejillas le ardían, y aun vestía uniforme de instituto. Todo estaba tan silencioso que supuso que debía ser temprano…o ya demasiado tarde. Al cabo de unos minutos se estiró para alcanzar su celular descubriéndolo sin batería, así que cerró los ojos volviendo a quedarse dormida.

La voz de Anne irrumpió en su conciencia al otro lado de la puerta cuando notó que en su habitación comenzaba a oscurecer ¿había dormido todo el día?

-…¿Te encuentras bien?

Se inclinó hacia un lado notando una mancha de sangre sobre el cobertor, se tocó la nariz, que ahora estaba seca, y por un segundo repasó en su mente las escenas del día anterior…¿o había sido antes de ayer? Suspiró un poco confundida, su madre continuaba afuera.

- no fuiste al instituto ¿verdad?

-…estoy…- quiso responder, pero tenía la garganta tan seca que su voz sonó robótica. Tragó saliva- ¡Estoy bien!

Por suerte esta vez no insistió.

Poniéndose el pijama divisó el celular aun su sobre su velador, el colgante amuleto de conejo le sonreía, lo enchufó sin atreverse a conectarlo a internet, temiendo a que Keiji pudiese descubrir que estaba en línea. Tomó un poco de agua y se metió bajo las sábanas, cuando la hora marcó las siete se dejó vencer nuevamente por el sueño.

Ryo miraba en la pantalla de su celular una fotografía de Kouichi en su nuevo trabajo de la panadería cuando Keiji entró, más ruidoso que de costumbre.

- Creo que moriré- exclamó tirando su mochila sobre el escritorio- ¡qué cansancio!

- tal vez si esta noche intentas dormir mañana sea diferente- murmuró roncamente, logrando avergonzarlo.

- ¡¿estabas despierto?!

- no parabas de dar vueltas en la cama…y no te oí roncar- agregó, Keiji pareció conmoverse.

- entonces…después de todo…¡si te fijas en mi!

- sólo eres muy ruidoso- suspiró incomodándose- es imposible no hacerlo.

Aún así Keiji sonrió con un suspiro.

-...Hoy no fue a clases- agregó de pronto- me refiero a tu amiga.

Keiji, por su parte, apretó los labios, sintiendo su corazón encogerse, hubiese querido admitir que estaba preocupado, pero Hotaru ya no merecía ni un poco de su compasión.

- Creo que no podría encontrar en el mundo una mejor persona que tú.

- hagas lo que hagas no dejaré de ser tu amigo.

-…no me dejes sola…

De un sobresalto, como si se hubiese caído de una gran altura, abrió los ojos con un fuerte suspiro, tenía las mejillas húmedas. Apretando los labios tragó con dificultad, las lágrimas continuaron humedeciendo su almohada. En poco tiempo sintió en el pasillo el murmullo de Anne y Seichiro.

- Hotaru…¿no vas a levantarte?- ciertamente era extraño que se preocupara en despertarla, cuando jamás lo había hecho-…¿me dejas entrar?

Rápidamente se incorporó intentando cubrir la mancha de sangre en el cobertor con una de sus almohadas. Sintió sobre ella una aguda mirada, y luego la vio apretar los labios.

- ¿Estás bien?

¿Tendría mal aspecto? No fue capaz de levantar la vista.

- …¿Puedo faltar?

- pediré una hora a la doctora.

Suspiró intentando mantenerse inexpresiva.

-…claro…haz lo que quieras…

- háblame…háblame si necesitas algo- la vio esforzarse.

Una vez que desapareció, dejó caer su cabeza sobre la almohada exhalando aliviada.

Pasó la mañana envuelta entre las sábanas, su cuerpo se sentía menos pesado, tal vez porque ya había roto su record de horas de sueño. Se estaba esforzando en no pensar en Keiji ni volver a dormir para no evocarlo en sus sueños, sus palabras seguían doliéndole.

Con la necesidad de concentrarse en algo diferente buscó su antiguo diario en el escritorio y repasó las páginas donde había escrito de forma muy elocuente algunos acontecimientos importantes de sus días en secundaria, descubriendo que podía llegar a ser bastante dramática. Aunque tuvo varias desilusiones de todo tipo, debió reconocer se había mantenido inocente por mucho tiempo. Sólo eran dos años de diferencia, pero sentía como si hubiesen pasado siglos. Si ahora tuviese que escribir un mensaje a la persona que sería en el futuro realmente no habría nada bueno de su presente que trasmitir...Cómo no iba a deprimirse.

Cerca del mediodía se metió a la ducha después de dos días sin hacerlo. El único aliciente era demostrarle a Anne que no estaba tan mal como indicaba su apariencia, así no tendrían una nueva discusión obligándola ir a ver a Ritsuko.

Guardó en su cartera de cuero rosado una botella de agua y salió de casa. El cielo estaba nublado, menos frío que los días anteriores, aun así, ni con sus incontables capas de ropa logró sentirse abrigada. Caminó sin rumbo con incómodas ideas en la cabeza, envidiando un poco a quienes lucían alegres.

A pesar de ser hora de almuerzo y que de los locales de comida emanaran aromas que antes hubiese amado, esta vez no le causaron ninguna sensación en particular. Era extraño que al fin se hubiese apagado en ella esa señal mínima de apetito, para incluso concluir que comer ya era una actividad que le parecía indiferente.

En una tienda de prendas en descuento, la mayoría fuera de temporada, recordó a aquel bonito vestido que antes había visto en una vitrina, sintiéndose un poco avergonzada. Una de las vendedoras, mencionando lo envidiable de su esbelta figura, le ofreció uno similar, ella dudando en sí sólo bromeaba se obligó a asentir con una sonrisa…Por supuesto, hace mucho que no recibía un comentario positivo.




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