Domingo - 20 de Octubre. 00:00h.
Noche de la luna de sangre.
Tras separarnos de ellos Ethan y yo continuamos hacia el puente, a medida que soportamos alguna confrontación con los demonios que se interponen buscando acabar con nosotros o simplemente retrasarnos. Empuñando con fuerza el arco corro detrás del joven quien no me quita ojo de encima, empatizando con la carga que recae sobre mis hombros y lo neblinosa que anda mi mente bajo las tortuosas posibilidades. La realidad es que este es uno de los escenarios más aterradores que he experimentado nunca, pero también el que tanto he ansiado.
Dentro de mi círculo de confianza es fácil imaginar que derroto a Dominik y salvo al mundo, pero todo lo que he aprendido será puesto a prueba. Dispongo de una última oportunidad y aunque conlleve la muerte, esta vez no lo dejaré escapar. A tan solo unos metros de la entrada del puente comprobamos cómo un ejército de ángeles se ha encargado de allanar el camino, dispersando por el momento la barrera de demonios que cercaban el lugar.
A pesar de la fiereza con la que luchan, los demonios son demasiados y tras compartir una breve mirada, corremos con mayor ahínco para ingresar al puente antes de que sea tarde. Pero de repente Ethan se detiene en seco obligándome también a refrenar mis pasos, a medida que busco entre la multitud qué o quién lo ha llevado a retrasar nuestra incursión. Ahí es cuando en medio del humo negro que inunda las calles debido al fuego que destruye los edificios y amenaza con consumir Manhattan, atisbo las figuras desdibujadas de Carmen y Alex aproximándose.
—¿Dónde están tus hermanos? —pregunta Carmen de inmediato, examinándonos de arriba a abajo en busca de cualquier herida o lesión.
—Erika ha decidido quedarse para ayudar a los humanos, Ricky está con ella —responde Ethan cabizbajo, sin poder soportar aún la idea de haberlos dejado atrás.
—Me alegro de que estéis bien —responde con un sentimiento de inmenso alivio en su tono.
—¿Dónde está mi tío? —cuestiono al ver que no los acompaña.
—Dijo que debía encargarse de algo —aclara Carmen con brevedad, aunque con una expresión velada por la que sospecho que ni siquiera ella tiene claro donde se encuentra o cuáles son sus intenciones. Lo que aumenta mi ansiedad.
—Dominik está en el puente y la luna de sangre despunta en el cielo, en cualquier momento comenzará el ritual —me informa Alex con un tono muy diferente al que suele emplear. Lejos queda su voz neutra y tranquila, ya que incluso en su expresión es patente la incertidumbre. Es un héroe, todos lo son y merecen que esté a la altura.
—Tengo que llegar hasta él —sentenció sin despegar la vista de mi objetivo.
—Para hacerlo tendrás que pasar por encima de nosotros —amenaza una macabra voz, quienes no son otros que los sádicos gemelos Molok y Moldravik.
—La familia reunida, que delicia… —comenta Molok con una mirada manchada por la sed de sangre, e inconscientemente tomo la mano de Ethan en busca de las fuerzas necesarias para enfrentarlos. Sin embargo el temor se acrecienta cuando Carmen y Alex se interponen, lo cual lleva a los demonios a relamerse con satisfacción, casi excitados ante la posibilidad de enfrentarse a los mismísimos elegidos.
—Marchaos —ordena Alex helándome la sangre, así que busco ayuda en mi destinado para hacerles entender que separarnos no es una buena idea. Por el contrario encuentro la expresión de un guerrero acatando las órdenes de un profesional y entiendo de antemano que independientemente de lo que haga no lograré disuadirlos.
—Ethan debes conducirla hasta él —pide Carmen empleando un tono suplicante, sabiendo que el tiempo se agota y que los gemelos no están dispuestos a dejarnos marchar con tanta facilidad si no nos vamos ya.
—Puedes hacerlo —le incita Alex contemplando a su hijo quizás por última vez. Dedicándole una mirada cargada del amor y el orgullo que en estas circunstancias no puede permitirse la debilidad de manifestar con palabras—. Llévatela de aquí —reitera devolviendo la atención a sus enemigos, listo para procurar nuestra huida.
—Jessica —murmura el joven dejando entrever lo difícil que le resulta esto.
—No permitiré que pierdan la vida por mí —sentenció incapaz de marchar y abandonarles aquí peleando una batalla que no les corresponde. Así que en aras de mi nula colaboración no le queda más remedio que arrastrarme—. Ethan ¡No! —gritó iracunda mientras forcejeo exasperada, pero no tengo éxito y una vez que ingresamos al puente paro cuando sus figuras son consumidas por la densa niebla.
Ethan me libera y sin mediar palabra nos valoramos el uno al otro durante un instante, bajo el único sonido de nuestras jadeantes respiraciones. En ambos arde la misma rabia e impotencia producto de todo a lo que estamos teniendo que renunciar por los delirios de un tirano. Por ello continuamos a pesar de que la bruma es tan espesa que ni siquiera atisbamos lo que se encuentra a un par de metros. No aminoramos el paso en ningún momento, al menos hasta que siento un punzante dolor en el muslo que me hace proferir un agónico alarido.
Cuando descubro que un afilado shuriken se halla enterrado en la extremidad, causando que sangre mane sin control de la herida. Raudo Ethan se agacha a examinarme, demasiado preocupado como para temer convertirse en el siguiente blanco del enemigo que nos acecha. Con cuidado extrae el objeto y hace un precario torniquete con su cinturón para detener la hemorragia. Perdida en sus atenciones, no percibo la figura esbelta que se acerca hasta que el tono rojizo de su cabellera resalta en medio del sombrío entorno.
—Por fin nos volvemos a encontrar —menciona Angelique jugando de manera distraída con un puñado de shurikens que maneja con extrema pericia. Sin quitarme la vista de encima y contemplando con especial satisfacción el daño que me ha provocado, se mueve con actitud calma ataviada con su mejor conjunto.
—Me ocuparé de ella —susurra Ethan en un intento por mantener nuestra conversación lo más lejos posible del demonio.
—No —suplico incapaz de soportar la idea de abandonar a su suerte a alguien más, pero sobre todo porque sé lo débil que continúa tras el ataque en nuestra casa. Además si me niego a pelear, Angelique tendrá aún menos piedad con él.
Pero no se detiene a infundirme un mensaje de consuelo o autoconfianza, sorprendentemente une nuestros labios en un suave beso que logra convertir el mundo en un lugar apacible al menos durante unos instantes. Su boca es cálida a diferencia de los besos que compartí con aquel despreciable ser, los cuales estaban plagados de algo que imitaba a la pasión u el deseo. Dejo de lado la pena y me entrego a él, al menos hasta que se separa y me susurra al oído una poderosa orden.
—Llega junto Dominik y acaba con él.
Con brusquedad me secó las lágrimas y camino tratando de no mirar atrás, sabiendo que será una tortura que difícilmente podré resistir.
—Eres una cobarde —grita Angelique superada por el odio, mientras esquiva los primeros golpes de Ethan, quien busca entretenerla lo suficiente como para que pueda tomar distancia—. ¡No conseguirás detener a mi señor, ya es demasiado tarde!
Hago el esfuerzo de no escuchar sus palabras, pues sé que están diseñadas para meterme miedo cuando más calma necesito. Pero al encontrarlo a la mitad del puente, envuelto en una impenetrable esfera de oscuridad creada por sí mismo para protegerse, algo en mí despierta instantáneamente. De manera que somos solo el mal y yo, interpretando los papeles protagonistas del apocalipsis. Calculando la distancia que nos separa comprendo que estoy demasiado lejos como para dispararle una flecha y emplear mi poder quizás no sea suficiente, por lo que continuo aproximándome.
Como si me estuviera esperando Dominik despega la mirada del libro de las sombras, exhibiendo una sonrisa maliciosa que junto con el cuerpo inerte de Elizabeth a sus pies, señalan que el ritual está cerca de completarse. Conteniendo el huracán de emociones que me produce el comprobar que no he llegado a tiempo para salvar a la inocente muchacha, alzó el arco apuntando hacia su cabeza con la esperanza de distraerle.
Justo cuando tenso la cuerda y mi respiración se estabiliza lo suficiente como para lograr un tiro certero, el suelo tiembla por lo que la flecha se desvía varios metros por encima del objetivo. Pero no es un simple sismo, el puente está resquebrajándose, ya que la parte en la que Dominik se encuentra comienza a elevarse en el aire otorgándole una posición privilegiada.
Por un momento planteo alcanzarle antes de que ascienda aún más, sin embargo el hormigón bajo mis pies se desmorona con sorprendente velocidad cayendo como enormes pedazos de piedra al mar, el cual presenta una apariencia extraña. La corriente del río se ha tornado violenta generando un remolino que abre paso a una turbia energía procedente de otro mundo. El portal hacia Bakal ha sido abierto y demonios de alto rango junto a diversas criaturas deformes se cuelan por la brecha entre los mundos.
Temerosa de caer al espantoso vacío, me alejo cuestionando que puedo hacer para cerrarlo cuando da la impresión de que todo está perdido. Con un indescriptible deseo de venganza contempló a Dominik en las alturas, quien a su vez disfruta del caos a su alrededor.
—¡Jessica! —grita Angelique forzándome a abandonar cualquier planteamiento, para observarla aproximarse con paso firme mientras Ethan la persigue. A pesar de las graves heridas que le ha infligido y de su debilitado estado físico, está dispuesto a darme a toda costa una oportunidad en contra de Dominik. Sin embargo no pienso perderle y cuando la pelirroja le asesta un cruel golpe en la mandíbula enviándolo al suelo casi inconsciente, acudo en su ayuda.
Satisfecha por dicha reacción el demonio se recrea en su maldad y en lugar de detenerse ahora que ha captado mi atención, ostenta una mirada fiera antes de desenvainar un enorme puñal de su abrigo con el fin de enterrarlo en el pecho de Ethan. Previendo que no llegaré a tiempo para detenerla, preparó de nuevo mi arco y tras exhalar un largo suspiro disparo contemplando con enorme alivio como la flecha atraviesa su brazo haciéndola soltar el arma.
Mientras se aleja entre gritos alcanzó a Ethan y con toda la fuerza que logro reunir, lo empujó detrás de un coche que ha sido abandonado como muchos otros en medio del puente.
—Ethan, por favor reacciona —pido desesperada.
—Están subiendo —menciona con voz entrecortada, señalando con gran dificultad a los engendros que no solo inundan la ciudad, sino que escalan el puente atraídos por la esencia de la oscuridad.
—Toma —digo entregándole mi arco con su respectiva carcaj, pues en su estado lo necesita más que yo para protegerse de esos seres.
A lo lejos escucho los gritos de Angelique clamando mi nombre con una rabia inusitada, pues es obvio que he truncado sus planes. Pero estoy cansada de correr o esconderme, tengo la necesidad de acabar con ella, sobre todo tras asimilar lo que ha estado a punto de hacer.
—¡No podrás esconderte siempre! —amenaza cuando abandono el refugio detrás del vehículo para encararla con valentía. De manera que caminamos en círculos y separadas por tan solo unos metros aprovechamos la ocasión para evaluarnos sabiendo que será nuestro último enfrentamiento, pues solo una quedará en pie.
—Cuando entenderás que hace mucho que no te temo —proclamó con una frialdad que me toma por sorpresa, en especial porque internamente anhelo demasiado aniquilarla, pero gracias a mis lecciones en la guarida sé que el arte del combate implica paciencia y esa es la mayor debilidad de mi contrincante.
Lo que no tarda en probar pues se abalanza con la idea de que ser la primera le facilitara alzarse con la victoria, por el contrario preveo su movimiento y a penas llega a rozarme. Así nos mantenemos durante unos minutos en los que no pierdo el ritmo, esquivando sus ataques a medida que me esfuerzo por devolverle cada uno de los golpes. Pero sobre todo trato de inducir alguna lesión de gravedad que acabe de una vez con su vida.
Cuando mis nudillos impactan contra su rostro partiéndole el labio cae al suelo debido a la conmoción, mientras escupe un infecto esputo de sangre y saliva. Su rostro ya de por sí magullado tras haberle partido una ceja le confiere un aspecto temible, pero sobre todo su expresión está llena de angustia al comprobar que derrotarme no resulta tan fácil como creyó.
—¡Dominik! —ruge una voz que me es tremendamente conocida, generando que mi corazón se detenga al instante con tan solo imaginar la visión que estoy a punto de encontrar. Al levantar la mirada hacia el otro extremo del puente la figura de Mark caminando dispuesto a encararse con Dominik lo convierte en mi prioridad, al menos hasta que aprovechando la oportunidad Angelique me asesta una brutal patada en el estómago.
Caigo de rodillas y todo continua en una ráfaga de golpes con los que me tiene a su merced, tirada en el suelo con la cara pegada al asfalto y únicamente capaz de contemplar cómo tras una larga disyuntiva Dominik escoge prestar atención a los reclamos de mi tío. Lucho, pero resulta en vano, ya que Angelique se sitúa a horcajadas sobre mi espalda y me inmoviliza los brazos. Asegurándose por supuesto de que no pierdo ni un segundo del enfrentamiento entre ellos a base de tirarme del pelo para mantener mi cabeza levantada.
—Se ha acabado. En unas horas estaréis muertos y la oscuridad lo habrá consumido todo —susurra mientras soporto la impotencia de ver como Dominik abandona su puesto en las alturas para acudir junto a Mark. Histérica me remuevo buscando deshacerme de ella, pero solo consigo que su maltrato se torne más agresivo. Una tortura que es acrecentada por los improperios que se profieren ambos hombres en la lejanía, pues terminan inevitablemente iniciando una batalla.
Incansable Dominik dirige esferas de oscuridad a Mark quien las esquiva con maestría, pero ni siquiera eso alivia el temor que me asfixia. Ambos se han propuesto destruir a su enemigo y por ende cuando Dominik crea una espada con su propia oscuridad, Mark desenvaina la suya en un combate épico a la par que insoportable.
De repente Angelique profiere un alarido y aprovecho la oportunidad para con un sutil movimiento alejar sus zarpas y escapar de su yugo. Sin pudor arranca la flecha que sobresale de su hombro y fija la vista en Ethan, quien ya se ha olvidado de ella en su lucha por acabar con los monstruos que nos rodean.
Así que decidida a salvar a mi tío escojo ignorar también a la pelirroja, sin embargo me toma del pie haciendo que caiga al suelo donde se esfuerza por recuperar su posición de superioridad. Impaciente trata de abarcar mi cuello, transportándome a aquella aciaga noche en Central Park, aunque nada queda ya de esa indefensa chiquilla. Ahora soy conocedora de mi poder y por ende, genero dos esferas de luz que dirijo a sus sienes, sumiéndola en un agónico dolor gracias al cual quedó libre de nuevo.
—Si es lo que quieres, ¡Acabemos con esto Angelique! —grito sin darle tregua, e inmersa en una espiral entre mi luz y la oscura energía que reina en el ambiente agarro la pernera de su abrigo y la empujo contra el capó de un coche, esperando que sirva para despabilarla antes de dejar claro lo que pienso—. Yo no soy como vosotros —sentenció ante su derrotada figura, decidida a no acabar con su vida del mismo modo rastrero que ella ha estado a punto de hacer conmigo. No obstante en el fondo sé que le brindo semejante piedad porque necesito continuar creyendo que tengo el control sobre mí misma.
—Es cierto, eres mucho peor —escupe sin ser de las declaraciones más hirientes que he escuchado salir de sus labios, pero rebasan un límite. Y como si algo me poseyera alzo la mano para dejar fluir ese odio que he acumulado por tanto tiempo no solo hacia ella, sino en contra de toda su raza.
En unos minutos su cuerpo es consumido por mi oscuridad, siendo reducido a un esquelético cadáver en cuyo rostro deformado por el miedo es evidente la dureza del castigo que la ha llevado a las puertas de la muerte. Solo entonces recaigo en lo que he hecho y cuestiono la verdadera diferencia entre nosotras, pues más allá de los orígenes, no encuentro razonable el inmenso placer que siento al saber que he acabado con su vida.
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Editado: 19.02.2021