Light in the darkness

Capitulo 1: Inesperado

Eider


No tengo idea de que es lo que en realidad, estoy tratando de encontrar.

¿sera acaso compensar este sentimiento?

¿Llenar este inmenso vacio? 

¿Aplacar la llama de este sufrimiento?

Contrarestar esta abrumadora y oscura soledad, que trata de alcanzarme, pero yo la esquivo constamente...

Creo que fue lo mejor el haber decidido venir a este lugar, al cual puedo llamar "Hogar", luego de haber perdido lo más preciado para mi "mis padres adoptivos", es lo único que me une un poco con ellos.

Los extraño desde lo más profundo de mi alma, mi corazón los llama a cada instante, antes de quebrarse en mil pedazos...

Este dolor me destroza desde adentro hacia afuera, es tan fuerte que aveces nisiquiera una sonrisa fingida, puede disfrazarlo por completo.

No puedo hacer nada para tenerlos de regreso en mi vida, solo llevo conmigo el latente recuerdo de que siempre viviran en mi corazón.

Salgo de mi insimismamiento, cuando depronto me doy cuenta de que casi atropello algo en el camino.

—¡Maldición!—replico—no me digas que mate a alguien ó alguna criatura del bosque—mi corazón palpita a un ritmo acelerado.

Abandono el vehiculo, manteniendo las luces delanteras encendidas, procedo a inspeccionar por los costados, atrás, debajo, delante del vehiculo, incluso camino un poco más para ver si logro divisar algo en los alrededores.

Pero no hay rastro de nada.

¿Un fantasma? 

No lo creo, es imposible que lo halla imaginado, pero tampoco hay nada que lo pruebe, por lo que desisto a la idea de continuar buscando e ingreso al vehiculo para proseguir con mi camino.

Luego de unos veinte minutos, finalmente he llegado a mi destino.

Por segunda vez bajo del vehiculo, empiezo a desembarcar todo mi equipaje, un par de maletas, no es la gran cosa, soy sencilla y descomplicada, solo llevo lo necesario para poder sobrevivir.

Empiezo a observar detenidamente la arquitectura de la casa.

—Realmente es bella—susurro con melancolia—luce exactamente igual como hace 9 años atrás, en la que era una dulce niña de solo 12 años.

Suspiro profundamente.

Sin pensarlo dos veces, me acerco lentamente más a la casa y al estar frente a la puerta principal, me detengo, como si algo a mis espaldas me llamara, lose, es extraño, pero no puedo negarme.

Hurgo entre mis maletas, para sacar una linterna y un abrigo, el cual me proteja del penetrante frio que asecha todo el bosque "Colmillo Blanco" ó "White Tusk".

Al mirar el reloj que llevo en la mano izquierda, este marca casi la media noche, pero aun asi ni el tiempo, me podra detener, ire aunque no se trate de nada y solo sea algo producto de mi imaginación.

Adentro en el enigmatico bosque.

Conozco un poco el terreno aqui, ya que en ocasiones me escape un sin numero de veces en el pasado, solo para admirar la naturaleza, su silencio, su esencia, su mundo.

—Me deleitaba de tantos placeres aqui—repito en mi mente, mientras avanzaba con paso seguro y decidido, hasta que note de que habia llegado a una zona en la que nunca habia estado antes.

Observo una cabaña, que a simple vista no pareciera habitada, pero de su chimenea emerge humo.

No me acerco, por precaución, solo miro un poco mientras me camuflo atraves de las ramas de un gran árbol, como si se tratasen de un escudo.

Unas ramas y hojas crujen a una distancia no tan lejana, como si hallan sido pisadas por algo, realmente no se que hacer, si correr ó gritar, estoy estatica parece que el panico se ha a poderado de mi cuerpo, escucho pasos de algo que se acerca lentamente.

No eres una cobarde, tú eres fuerte Eider, una vocecilla dice en mi mente con tono de esperanza.

Inhalo y exhalo profundamente, de un momento a otro, percibo una gran presencia y una mano calida se posa en mi hombro.

Extrañamente no siento peligro y el miedo ha desaparecido, al tener este tipo de contacto.

Por lo que decido girarme y descubrir de quien se trata.

Quedandome atonita.

Tiene una mirada ruda color grisácea, tan profunda que creo que hasta podria ver, hasta el secreto más oculto el cual poseas bajo llave. Acompañada de unas cejas pobladas, su cabello es de una tonalidad castaño, el cual se encuentra algo despeinado, además de la fina capa de barba que decora su barbilla y facciones en su rostro, es de contextura musculosa, grande, fuerte, tiene como aires de esos dioses en la mitologia griega, viste una camiseta color ploma, unos jeans algo ajustados y rasgados, también lleva unas botas negras, su estilo es sexy y a la vez salvaje.

—No eres un monstruo, ni nada—digo—que alivio—llevandome una mano a la cara, en señal de alivio.

Este me observa de pies a cabeza, sin emitir ni una sola palabra, nose pero creo que con su mirada lo dice todo.

¿Porque carajos estas aqui?

No transcurren ni dos minutos, para que él me diga:

—¡Alejate de aqui!—exclama en tono serio.

Pero que tipo para más gruñon y amargado.

—No era que quisiera estar aqui, solo para que lo sepas me he perdido—respondo, manteniendo la mirada en sus ojos.

Tampoco ignoro la botella de vino, que lleva en su mano izquierda.

¿Estara ebrio?

Como si hubiera leido mi mente, aclara mi duda.

—De vez en cuando bebo un poco—afirma—pero ahora esto—alza un poco la botella de vidrio—me la ha dejado como regalo, ese tonto de nuevo.

Porque me dice todo esto, en principio es antipatico y ahora hasta me ha dado una explicación sobre el mismo.

—Definitivamente esta ebrio ó loco—pienso.

En un rapido movimiento se encuentra a unos pocos centimetros muy cerca de mi cara.

Nuevamente me observa detenidamente, y se aleja.

Mis manos han empezado a sudar y ya nose que decir.

—Te guiare hasta la salida del bosque, pero con la condición de que no vuelvas a venir ¿vale?.

¿Que se cree? Obviamente ignorare lo que ha dicho. Depronto denoto una mancha oscura de sangre en su camiseta.

—¡Estás herido! —exclamo sorprendida. 

No me explico cómo puede estar tan tranquilo si tiene una herida a un costado del abdomen. Intento acercarme para verlo más de cerca pero él da unos pasos hacia atrás, alejándose. Alzo las manos en señal de rendición.

—No te acerques —masculla. Sus ojos se ven adormilados. Quiero pensar que es porque está demasiado ebrio y no porque se va a desmayar.

—Solo intentaba ayudar. Quería analizar la herida...

—Yo no necesito tu ayuda, ni nada que venga de ti —dice en tono fuerte.

Frunzo el ceño. 

¿Qué demonios le ocurre? Solo intento ayudarlo y no me iré hasta hacerlo. Puedo ser como sea, pero no puedo quedarme sin hacer nada cuando frente a mí se encuentra un hombre herido. 

Ignorando su protesta me acerco nuevamente y rodeo su cintura con mi brazo derecho.

—Ápoyate en mí —le ordeno sin mirarlo.

Pero el se niega. Y para llevarme aun más la contraria, me carga en peso en contra de mi voluntad.

—¡Bajame!—espeto molesta—pero a el ni le importan mis palabras. Y empieza a correr atraves del oscuro bosque.

Siento que su aroma masculino, esta embriagando poco a poco mis fosas nasales.

Luego en menos de tres minutos, hemos llegado al lugar donde se encuentra mi casa.

Observo que en su rostro, se genera un gesto de asombro, emociones ocultas, sinceramente no entiendo nada.

—¿Ocurre algo?—pregunto.

—No es na..da—responde en tono entre cortado y se desploma ante mis ojos.

Angustiada reviso sus signos vitales, tomo el pulso, aparentemente esta bien, pero esa herida requiere de asistencia inmediata, no lo pienso dos veces y empiezo a arrastrar su cuerpo hasta la casa.

Estando ya en el interior en la sala de la casa, busco rapidamente el botiquin de primeros auxilios, procedo a detener el sangrado y a zurcir la herida.

Finalmente luego de más o menos una hora, he concluido con la improvisada operación.

—¡Gracias al cielo, lo he logrado!—exclamo, mientras seco algunas gotas de sudor en mi rostro.

Me quedo hipnotizada al verlo tan pacificamente dormido, sobre la alfombra junto a mi almohada.

Suelto un pequeño bostezo y me recuesto en el calido sofa.


****


No tengo idea en qué momento me quedé dormida, pero cuando abro mis ojos y observó a mi alrededor un poco alterada, me doy cuenta que él no está. ¡Se ha ido! 

Me pongo de pies y camino hacia la cocina y tomo un vaso de agua. Cuando regreso al salón me doy cuenta que sobre la mesita de centro hay una pequeña nota.

—Gracias y no olvides mis palabras, al final atentamente Brais.




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