Capítulo 8

"Me quedaré contigo"

Apenas llegaron a la casa, lo primero que Suni hizo fue correr escaleras arriba hasta el despacho de su padre.
Durante todo el trayecto de vuelta la rabia había comenzado a crecer en ella al recordar lo que aquel tipo le dijo, que había sido una "prueba" para Hyunjin, pero resulta que al final casi se la lleva otra persona.

Eso había sido lo más estúpido, porqué un segundo estaba en peligro para luego saber que no era nada más que una estúpida prueba, pero luego realmente alguien había querido llevársela.
Incluso tenía ganas de reír sin gracia por su ridícula y estúpida suerte.
Quizá, nunca iba a poder vivir en paz, ni siquiera con Hyunjin a su lado; no ignoraba el hecho de que el chico alcanzó a llegar sólo porqué ese rubio aún desconocido se demoró un poco, sino no le habría dado el tiempo suficiente a su cuidador para llegar al lugar.

Ni siquiera se había quitado el uniforme escolar, luego se pondría a ello, ahora quería una explicación de su propio padre para excusar de forma razonable el haber puesto en aparente riesgo su vida, además de la que ya sabía.

Entró al despacho, y éste estaba con alguien. Cuando esa persona se dio la vuelta, Suni no pudo evitar fruncir el ceño pues no era nadie más que aquel desconocido que fingió atacarla.

El chico levantó la mano saludándola, como si nada, mientras que la castaña quería tirarle algo por la cabeza debido a la rabia que le recorría el cuerpo en ese momento.

— Suni, que conveniente que hayas llegado —concedió el mayor viendo a su hija. Ya sabía que la chica estaba hirviendo de rabia, pero él la estaba esperando para explicarle todo con Chan enfrente.

— ¿Acaso va a fingir otro secuestro? —logró gestionar ella, sin alejarse de la puerta que seguía abierta.

Chan desvió la vista hasta el hombre que sólo negó con la cabeza, diciéndole que se mantenga en silencio y no respondiera.

— Justamente eso te quiero explicar, así que si pudieras...

— ¿Hasta cuándo, papá? Hace poco te dije lo que yo sentía, y tú de la nada le dices a éste... perdón, a él... —se corrigió enseguida señalando a Bangchan —, que finja un secuestro sólo para probar a De Hyunjin. ¿No dijiste qué confiabas en él? Yo lo hice porque tú me aseguraste que era el mejor, pero resulta que casi me llevan de verdad, ¿cuándo voy a vivir en paz? —soltó rápidamente, ahogándose con sus propias palabras pues el aire ya le hacía falta.

En ese instante, Jiso frunció el ceño contrariado. No estaba enterado de eso, así que como toda respuesta miró a Chan, insistiendo con la mirada para que éste finalmente hablara.

— Realmente, no sé mucho de eso, sólo lo que me contó ese lunático cuando estuvo a punto de sacarme los ojos —dijo con las palabras cargadas de rencor, recordando cuando los dedos de Hyunjin estuvieron a punto de hundirse en sus cuencas para privarlo de la vista eternamente. Jiso alzó ambas cejas, volviendo a insistir en silencio mientras Suni miraba al chico con atención, pues ella ya no supo más luego de haberse desmayado —. Me contó que él encontró a uno de los profesores tomando a Suni en el suelo, ella ya estaba inconsciente cuando él llegó. Yo hice lo que usted me ordenó, señor, pero ella al final se defendió como pudo y ya no vi el caso, así que le admití la idea central de todo y me fui. Luego no supe que pasó, pero al parecer el lunático cree que ese profesor era falso —contó rápidamente viendo al mayor frente a él, para luego mirar a la chica que se había quedado sin habla.

Ella no había visto a la persona que la atacó luego de que el rubio se fuera, sólo había sentido algo sobre su nariz y boca que a los segundos la hizo perder el conocimiento, luego ya no supo nada más hasta ahora que el chico contaba aquello.

— ¿Entonces Hyunjin te atacó? —preguntó Jiso.

— Seré sincero; ese sujeto no está bien... mentalmente, pienso que su hija corre más peligro con él que sola. Casi me saca los ojos... ¡con sus propias manos! ¡Es un sádico de mierda! —bramó alterado, incluso la vena de su cuello se estaba notando de lo hinchada que comenzaba a tornarse.

— ¿Te refieres a mi? —en ese momento todos vieron hacia la puerta.

Suni se volteó y encontró al morocho detrás de ella, demasiado cerca. Su mirada era fría, y su rostro realmente no expresaba nada más que neutralidad.

— Eres el único que intentó dejarme ciego —respondió de forma obvia junto a una sonrisa sin gracia.

— Me quedé con las ganas —admitió el otro sin moverse de su lugar.

Suni suspiró y al final decidió salir de ahí, pues ya no pintaba en nada su presencia en el lugar. Hizo el ademán de querer salir, y al paso empujó ligeramente a Hyunjin causando la mirada del chico, sorprendido.

— Suni, aún no te vayas —exclamó su padre, pero ella lo ignoró y salió igual.

Hyunjin no pudo evitar ver la espalda de la chica hasta que ella entró a su cuarto, a los segundos el portazo le indicó que pensaba quedarse un buen rato ahí metida.

El hombre suspiró ante la actitud de su hija. Sabía que ella debía estar demasiado molesta con la situación, pues nunca era de dar portazos y jamás le había dado la espalda tampoco. No podía culparla, estaba al tanto de que su idea fue estúpida e innecesaria puesto que realmente no necesitaba probar a Hyunjin si tan bien lo conocía.

O quizá en algún momento temió que el chico perdiera los estribos por un instante y terminara haciendo a su hija lo que debe evitar a toda costa. No era estúpido, sabía que el morocho tenía ciertos problemas de ira, solía tornarse agresivo cuando se enojaba y su inestabilidad era algo para tener en cuenta.
Sin embargo, era demasiado tranquilo y apacible, era muy meticuloso y atento con su trabajo. Mientras no pase nada fuera de lo normal y él no tenga razones para perder dicha calma, entonces todo estaba bien.

Hyunjin cerró finalmente la puerta y el trío de hombres se quedó en el interior hablando sobre lo que había pasado.