"No la toques"
Al llegar al instituto Hyunjin no se despegó ni un segundo de ella, incluso miraba hacia todos lados buscando a alguien sospechoso pero sólo se encontraba con estudiantes.
— Hoy tengo matemáticas, pero seguramente nos darán hora libre —avisó ella con pena.
Si lo que Hyunjin le había contado era verdad, entonces el profesor Norton estaba muerto. No pudo evitar sentirse mal, ese hombre había sido bueno y accesible con ella, pero no podía evitar sentirse culpable ya que al ser el objetivo cualquier persona a su alrededor corría peligro.
En momentos así, agradecía no tener amigos.
— ¡Tú! —bramó a lo lejos un tipo bien vestido y mayor. La señaló y enseguida comenzó a caminar casi corriendo, se notaba la furia que llevaba encima.
Hyunjin se volteó y en un momento agarró la muñeca del desconocido que iba directo al brazo de Suni. La castaña miró sorprendida la velocidad del chico y también la intención de aquel sujeto que nunca había visto. No era un trabajador del establecimiento, pues iba vestido con traje.
— Ni se te ocurra tocarla —siseó entre dientes el morocho, soportando la rabia que comenzaba a invadirlo. Tuvo que calmarse para no romperle la muñeca al tipo.
— ¡Quita tu mano, malcriado! —vociferó el hombre dando un fuerte tirón y saltándose del agarre. Se alejó unos pasos mientras se sobaba la muñeca. Miró de forma seria como ese muchacho se colocaba enfrente de la chica —. ¿Eres su padre acaso? —preguntó con una risa sin humor.
Suni miró a Hyunjin un momento, notando lo tenso e iracundo que estaba. Sin saber que más hacer, le agarró el brazo y salió de su protección, ganándose enfrente.
— Con todo respeto, eso no es de su incumbencia —respondió ella tranquila pero con precaución.
— No me interesa quién sea éste... renacuajo —señaló despectivamente al chico de arriba abajo, a lo que Hyunjin se limitó a sonreí de lado —, pero sé que ustedes dos son los causantes de que mi hijo esté en casa sin poder venir a clases —informó otra vez con rabia.
— Aquí el único renacuajo es su hijo —contratacó Hyunjin de forma apacible y desinteresada.
— Oye, no ayudas —susurró ella con reproche.
— Ahora tú vendrás conmigo a ver al director —exigió mientras agarraba bruscamente la muñeca de la castaña y comenzaba a tirar de ella.
Sólo bastó ese gesto para que el autocontrol del morocho se fuera al carajo y de un rápido movimiento sujetara el brazo del tipo, haciéndole una llave que lo obligó a soltar a la chica.
— ¡Te dije que no la toques! —bramó con cólera. Hizo el ademán de ejercer más fuerza a punto de romperle la extremidad, pero Suni fue más rápida y le dio una cachetada que le dio vuelta el rostro.
Eso fue todo lo que necesitó para perder toda la rabia en sólo segundos. Soltó al sujeto que se alejó rápidamente, mientras se agarraba el brazo de la misma forma que su propio hijo había hecho en su momento.
Hyunjin miró a la chica con la boca semiabierta, queriendo decir algo pero nada salía. En ese momento sintió una opresión en el pecho que lo obligó a respirar hondo, desviando un momento la vista de ella.
— Prometiste no hacer eso de nuevo —acusó ella apretando los puños.
Nunca en su vida había golpeado a alguien, pero el hecho de que él haya roto una promesa le daba razones suficientes para golpearlo.
Se lo había prometido, ¿no? Y para ella no había cosa más sagrada y valorada que una promesa.
— Suni —susurró él sin saber que decir.
Se sentía como un perro siendo regañado después de cometer alguna travesura.
— No te quiero cerca, quédate aquí —demandó firme mientras se daba vuelta y le daba la espalda, caminando hacia el hombre.
— No, espera —dijo rápidamente, sujetando su brazo. En esos instantes sentía todo su cuerpo contraerse en una horrible sensación de ahogo, se sentía mal. Ella se soltó, pero Hyunjin intentó agarrarla de nuevo, no queriendo que se fuera —. Suni —suplicó.
— ¡Ya déjame! —gritó dándose la vuelta ya perdiendo la paciencia. No entendía porque simplemente no se quedaba ahí.
— Pero no puedo dejarte sola —insistió.
Ella suspiró y cerró los ojos un momento.
— Sólo iré a dirección, Hyunjin —aseguró fría, más de lo que hubiera querido —, quédate aquí —repitió ya más tranquila.
El morocho pasó saliva y de golpe se sintió ansioso, viendo como la castaña ayudaba al hombre a levantarse y se iban juntos, alejándose.
No pudo evitar mirar fijamente el punto en donde el par se perdió en el pasillo.
Víctima de la ansiedad, comenzó a caminar de un lado a otro mientras se pasaba la mano repetidas veces por el cabello, soltando maldiciones por lo bajo.
En esos momentos volvió a sentirse como siempre; vacío y ansioso, aquella tranquilidad que había comenzado a sentir de golpe desapareció, dejándole pura ansiedad, incomodidad y hasta cólera. Quería correr y volver con la chica, pero sus pies no se movían del lugar y sólo se mantenían en esa zona.
Era como un perro que se alejaba de casa, pero que inmediatamente quería volver desesperado a la calidez que le brindaba su hogar.
No te quiero cerca.
No lo decía en serio, ¿verdad?
Suni no podía hablar en serio, ella no podía pedirle aquello.
Por su lado, la chica llegó a dirección con el hombre y fue cuestión de segundos para que comenzara a soltar maldiciones e insultos hacia ella y Hyunjin, alegando que el morocho era una bestia que no tenía nada que hacer en un instituto.
Comienzo a pensar igual. Pensó la chica para sus adentros, recordando lo de hace un momento.
— Señor, dígame cuanto quiere por las molestias —dijo ella repentinamente, tomando por sorpresa a ambos hombres.
— ¿Qué? ¿Crees qué se soluciona con dinero? —indagó incrédulo.
— El dinero va y viene, pero la educación de su hijo no está en ningún lado —declaró sin una pizca de broma en el rostro.