Limerence | Hwang Hyunjin

Capítulo 31

"Palabras hirientes"

Mari salió al jardín trasero buscando a Suni. Recorrió con la vista hasta que la vio a lo lejos en una de las sillas de la piscina junto a Hyunjin.

Bueno, pero no se separan en ningún momento éstos dos.

Caminó hasta ellos y se quedó a cierta distancia.

— Suni —llamó.

Inmediatamente la adolescente se enderezó y la miró, mientras el morocho miraba hacia otro lado. Estaba reacio a tener algún tipo de interacción con la mujer y por eso mismo no le interesaba disipar la tensión entre ellos.

— ¿Qué ocurre? —indagó la chica con intriga.

— Tu padre te llama… bah, a ambos —avisó.

Al instante el chico la miró con algo de advertencia, sospechando que quizá ya no pudo quedarse callada y abrió la boca. En ese caso, lo mejor era que fuera sincera y lo admitiera para poder ahogarla en la piscina.

— ¿Te dijo para qué? —preguntó algo temerosa la adolescente mientras se colocaba de pie.

— No, hija, pero ve rápido porque está hasta arriba de cosas —espetó.

Suni miró a Hyunjin cuando la mujer se alejó de ellos.

— Hyunjin… ¿crees qué dijo algo? —preguntó preocupada.

— No hubiera estado tan tranquila —respondió apacible —. No te preocupes —susurró cálido para luego depositar un beso en la cabeza de ella.

Finalmente hicieron caso al aviso de la mujer y caminaron al interior de la mansión, subieron las escaleras y Suni golpeó la puerta de su padre. Desde el interior Jiso les cedió el paso y ellos entraron, encontrándolo con el escritorio lleno de papeles.

— Papá, ¿para qué nos llamabas? —preguntó quedándose de pie.

— Hoy a la noche hay una fiesta a la que debemos ir —comunicó.

Suni rápidamente bufó con frustración, ella odiaba esas fiestas; iba pura gente como su padre, y ella odiaba ese ambiente.

— ¿Debo ir? Sabes que no me gusta —se quejó.

— Eres mi hija, debes ir —sentenció firme sin dejar lugar a los cuestionamientos ni quejas.

— ¿Y yo qué pinto ahí, señor? —preguntó Hyunjin confundido.

— Ahí va de todo, y con lo último que ha pasado necesito que estés con Suni, ¿entiendes?

La castaña al instante sonrió y dejó de lado el disgusto. En ese caso, no le molestaba ir.

— Entiendo —aceptó rápidamente el chico.

— A las diez nos vamos, estén listos —demandó. Ambos se dieron la vuelta y salieron de ahí.

En la soledad del pasillo Suni le saltó encima sin poder evitar la emoción.

— Ahora mismo esa fiesta no me resulta nada desagradable —dijo abrazándolo, rozando sus labios.

— A mi menos —sonrió.

Suni lo besó rápidamente y alejó una mano de su cuello sólo para señalar la puerta de su habitación, causando que él sonriera torcido y comenzara a caminar sin dificultad todavía cargando a la chica.

La adolescente abrió la puerta y ambos se metieron entre risas con la intención de quedarse un buen rato ahí dentro.





 

[...]



 

El día pasó volando y la hora acordada finalmente llegó.
El coche de Jiso iba ocupado por cuatro personas; él manejaba, Sun Hee iba a su lado y ambos chicos se encontraban sentados en la parte trasera.

Jiso decidió llevar a Hyunjin como invitado, no como personal de seguridad, así que el chico por esta noche era un invitado casual que debía cuidar de Suni... bueno, eso era algo que nunca había dejado de hacer realmente.

El mayor hablaba con su esposa mientras que los otros dos iban dedicándose miradas cómplices, sus manos iban entrelazadas entre la oscuridad trasera del coche.

Habían estado, prácticamente, toda la tarde metidos en el cuarto de la chica y no jugando cartas, precisamente.
Suni ahora se había vuelto más insinuante, picara y su sed de sexo era tanta como la del morocho, y eso que sólo tenía dieciséis años. Ella estaba segura que al estar con un hombre mayor las ansias de revolcarse con él habían crecido demasiado, pues antes de que todo comenzara se sentía atraída físicamente y ahora que podía sacarse las ganas no desperdiciaba oportunidad alguna para provocarlo.

¿Y él? Ni se quejaba, era todo lo contrario. ¿Cuántas veces se había quedado con las ganas de embestirla con fuerza? Y ahora eso ya no era problema así que la felicidad y satisfacción era inmensa.

Luego de varios minutos, llegaron a un portón enorme que se abrió automáticamente. El vehículo entró de forma lenta hasta llegar a un estacionamiento, el cual estaba con varios coches estacionados. Jiso se detuvo sin dar vueltas y los cuatro bajaron.

Hyunjin y Suni soltaron sus manos de mala gana y comenzaron a caminar uno al lado del otro en silencio.
Pasaron la gran puerta que estaba abierta y se encontraron con un chico joven que les pidió los abrigos, a lo que Jiso y Sun Hee se lo cedieron.

Caminaron por un ancho pasillo, hasta que más adelante se encontraron con un hombre mayor que venia hacia ellos con una copa en mano.

— ¡Jiso! —bramó con una ligera sonrisa. Se dieron un rápido abrazo y él saludó al resto —. Suni, que bella estás. Dime, ¿has pensado la propuesta de casarte con Jae Sik? —preguntó insinuante.

Suni palideció al instante y miró de reojo a Hyunjin que estaba aguantando las ganas de tirarse encima del hombre para destriparlo con sus propias manos.

¿Qué mierda se creía el vejestorio ese? Iba a matarlo a él y a su puto mocoso.

— E-eh... —balbuceó ella sin saber que decir, era la primera vez que le mencionaban eso. Al instante el dueño de casa se echó a reír divertido.

— Sólo bromeo, querida, tranquila —calmó mientras palmeaba su brazo gentilmente.

Jiso y Sun Hee soltaron risas, pero el morocho sólo gruñó por lo bajo con irritación.

— ¿Y tú quién eres, hijo? Es la primera vez que te veo —comentó el hombre ahora viendo al chico.

— Es Hyunjin, un amigo de la familia. Pensé en invitarlo para que no se quedara solo —respondió rápidamente Jiso.



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En el texto hay: fanfic, straykisd, hyunjin

Editado: 30.05.2021

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