Capítulo 39

"Limerencia"

Ese día cuando Suni despertó, no le sorprendió ver a Chan en su habitación semidesnudo. Ella le había dicho la noche anterior que se quedara ya que era algo tarde.

Lo miró dormir plácidamente sobre el sofá grande en el enorme cuarto, lo cubrió nuevamente con el edredón que ella le prestó y salió de la habitación sin hacer ruido luego de tomar una muda de ropa.
Se encerró en el baño y se duchó.

Al salir, se dirigió a la cocina y se quedó pensando un momento sobre lo que iba hacer ahora; era la primera vez que debía hacer su desayuno, aunque en esos momentos le estaba eternamente agradecida a Mari por haberle enseñado algunas cosas a la fuerza.
Sonrió nostálgica, fueron varias las veces que la mujer la obligó a cocinar huevos, preparar un buen jugo y a tostar pan sin que se queme. Por supuesto, ella lo hacía con gusto, pero tuvo sus momentos de frustración al no ser tan buena en la práctica.

— Bueno, supongo que me toca —musitó frunciendo los labios resignada.

Sacó huevos, pan, café y sus cereales. Había de todo en el loft, pero debía ir de compras porqué tampoco había gran cantidad.

Se colocó el delantal y comenzó a preparar, o a intentar preparar, el desayuno para ella y Chan.
Sacó las tostadas con la punta de los dedos y las colocó en un plato, dejándolo sobre la mesa de la cocina. Se volteó para seguir con el café del castaño, pero la puerta sonó y ella no pudo evitar asustarse.

Nadie más que Chan sabía en donde estaba, ¿o acaso él le había dicho a alguien? No, ella confiaba en él.

¿Hyunjin? No había respondido ninguna llamada, no podía saber en donde estaba.

Caminó hacia la puerta con recelo cuando se oyó nuevamente el sonido, indicando que la persona al otro lado estaba impaciente.
Suni se acercó a la mirilla en total silencio sólo para encontrarse la espalda de Hyunjin, quien caminaba a lo ancho del pasillo con ansiedad.

Suspiró de alivio, al menos no era un loco que iba a matarla o algo así. También se alivió al confirmar que Chan no la había traicionado, porqué sabía que lo último que haría sería decirle a Hyunjin sobre su ubicación, teniendo en cuenta el odio mutuo de esos dos.

— Suni, abre —demandó la voz masculina de forma tranquila.

La castaña retuvo el aire al verse descubierta.

¿Le abría? ¿O lo dejaba afuera hasta que hiciera un escándalo y llamara la atención de medio edificio?

Colocó la mano sobre la manija y respiró hondo, dándose valor.

— ¿Qué haces? Vete —soltó en voz baja sin abrir toda la puerta.

— Necesito hablar contigo —avisó parándose enfrente de ella.

Suni se puso nerviosa. Si bien no había pasado nada con Bangchan, sabía bien que si Hyunjin lo veía ahí armaría un alboroto sin sentido, y ella no estaba de humor para soportar aquello.

— Olvídalo, ya te dije que me dejaras tranquila, ¿no? —chasqueó la lengua e hizo el ademán de cerrarle la puerta en la cara, pero rápidamente se vio obligada a retroceder por el empujón que él ejerció al abrir la puerta a la fuerza —. Hyunjin —advirtió para que se calmara.

— ¿Qué? Vengo con la intención de arreglar las cosas y tú no me dejas, no tengo de otra que meterme a la fuerza —se excusó cerrando la puerta detrás de sí.

— Llamaré a seguridad si no te vas —amenazó.

— Llámalos, ¿te harás responsable por la muerte de inocentes? Sabes que los mataré a todos.

La chica ahogó un chillido de frustración y sólo bufó por lo bajo, respirando hondo para calmarse y no tirarle algo contundente por la cabeza.

— No es un buen momento —avisó tranquila.

Hyunjin sonrió sin humor, estuvo a punto de hablar nuevamente pero su vista se desvió hacia el cuerpo semidesnudo de Chan que venía saliendo del cuarto con la camisa en la mano.

Suni agachó la cabeza y suspiró, mientras que el morocho no podía dejar de mirar al otro chico que sólo se limitaba a pasear la vista entre ellos dos.

— Supongo que el perro siempre vuelve, ¿no? —se mofó con una sonrisa, viendo al pelinegro que no podía gesticular palabra.

— Tú... tú... —balbuceó levantando el dedo índice para señalarlo de forma acusatoria —. ¿Qué demonios haces aquí? —preguntó finalmente.

— Pasé la noche aquí, ¿no es obvio? —respondió como si fuera lo más obvio del mundo. Sin descaro alguno, se acercó a Suni y plantó un sonoro beso en su mejilla, causando que la castaña lo empujara con reproche. Sabía que lo hacía para joder a Hyunjin.

Chan soltó una risa baja y se estiró mientras caminaba a la cocina.

Al instante, la adolescente se vio obligada a detener a Hyunjin porque éste se había ido contra Chan listo para destrozarlo.

— No, no, no —negó ella mientras colocaba ambas manos en el pecho de él —, no le harás nada, cálmate.

— Claro que sí, y lo disfrutaré.

— ¡Hyunjin! No es lo que crees —soltó enseguida.

El morocho al oírla se quedó quieto y la miró severo.

— Dime que no pasó nada.

— Es que no pasó nada —respondió.

— Mentira, gritó mucho —la voz de Chan se oyó desde la cocina, estaba de pie al borde de los escalones que dividían las salas mientras masticaba una tostada —. Están ricas.

— ¡Chan, cierra la boca! —bramó Suni mientras sujetaba del brazo a Hyunjin que estaba que se le tiraba encima —, cómete todas las tostadas para que así cierres la boca.

— Buena idea, tengo hambre.

Lo vio darse la vuelta y sentarse en la mesa, comenzando a comer.

La castaña comenzó a jalar del brazo al pelinegro y lo sacó del loft, cerró la puerta y se quedaron los dos en el pasillo.

— ¿Por qué lo proteges? ¿Pasó algo, cierto? —indagó caminando de acá para allá, nervioso —, necesito saberlo, Suni... no, no, no, mejor no, no me digas nada.

— ¡Por Dios, Hyunjin! Te dije que no pasó nada —bramó molesta —, ayer le pedí que viniera, pero se hizo tarde y le dije que se quedara a dormir. Durmió en el sofá del cuarto porqué el de la sala es muy duro… —se calló y al instante se reprochó a sí misma — ¿por qué demonios te estoy dando explicaciones? —soltó con reclamo.