Lina y Sathor - El inicio del despertar

Capítulo 19

Tar: Jefe o rey de una región en Ghina.

 

Sathor — Puerto Ilusión, Ghina

 

 

Aunque lo había intentado, Sathor no podía dejar de ver a Ani. Ella siempre encontraba la forma de hacerlo regresar y la verdad, era que él no hacía demasiados esfuerzos por mantenerse apartado.

 

— ¡Sathor! — una voz al frente llamó su atención. Se trataba de Elon, quien trabajaba en la guardia del Tar de Libben, y también seguía el camino de la redención. Al igual que Sathor, procedía de las lides.

 

— ¡Elon! ¿Cómo estás? — se dieron un abrazo fraternal al encontrarse.

 

— ¡Bien…! — hizo una seña con la cabeza, indicando otros soldados que se agrupaban cerca de ellos — con trabajo aquí.

 

— ¿Sí? ¿Qué puede ser?

 

— Bueno, al parecer alguno de “Los Otros” ronda por esta zona.

 

“Los Otros”, se llamaba a todos aquellos damoni, que se llenaban tanto de oscuridad, que terminaban siendo transformados por su propia magia en bestias y monstruos. No eran demasiado peligrosos los que estaban libres de las cárceles heladas, pero sí causaban muchos problemas, asaltando barcos o secuestrando personas. Afortunadamente, Sathor nunca había tenido ningún encuentro con ellos.

 

— No sabía nada, espero que puedan ocuparse pronto.

 

— Lo haremos — dijo mientras se apartaba, al oír su nombre a lo lejos.

 

— Dale saludos a Yelena — se despidió Sathor.

 

Yelena, la demonio de las sombras, que vivía en el puerto más al sur de Godo, tenía una relación muy cercana con Elon. Era hija de Abidón y Zéphora, los guardianes del portal de Agyry. Ella era una bruja especializada en pociones y exploración de los sueños, y había llegado a Ghina, ayudada por su padre, huyendo de Dionisio, el vampiro que se apoderara del trono de la isla de Itzoz.

 

Abidón era muy querido, por lo cual muchos se ocupaban de la chica como si fuera su propia hija. Aunque no era el caso de Elon, quien estaba enamorado de la muchacha, y por ella había tomado el camino de la redención.

 

Habiendo concluido sus transacciones, Sathor caminó rumbo al pueblo.

 

 

***

 

 

Lina — Al sur de Agyry, Ghina

 

 

Lina se encontraba en una celda de piedra, condenada a obedecer a aquel enano perverso, a causa de la pulsera encantada que le colocara al llegar al misterioso puerto.

 

Allí, la obligaba a probar hechizos de un antiguo rollo de pergamino, escrito en un idioma que ya nadie usaba, lo que hacía que fuera difícil interpretar algunas cosas. Aunque en la isla de las aprendices le enseñaran un poco de este lenguaje nadie lo conocía por completo, excepto tal vez los damoni, pero Brethan decía no poder interpretarlo.

 

El gigante, Morl, le relató que, probando estos ritos, murieron la mayoría de las anteriores brujas que habían llegado hasta allí. Pero el hecho de tener puesta aquella esposa mágica, hacía que no pudiera negarse a practicarlos aunque corriera riesgo su vida.

 

Morl se ocupaba de que no le faltara agua y comida y era con quien más hablaba. Él pertenecía a los últimos gigantes, fue capturado de pequeño y vendido en Ghina, decía que si tuviera que volver a su hogar, no sabría cómo hacerlo.

 

En cambio, el maldito Brethan, era en realidad un damoni negativizado. Su padre los mencionaba como “Los Otros”. Cada vez que venía a ordenarle que realizara algún hechizo, la golpeaba con un palo y se ocupaba de hacerle saber que los humanos eran los culpables de que ellos estuvieran en Ghina.

 

Ya que le era inevitable la situación, Lina tomaba notas de los hechizos que probaba y sus efectos. La mayoría eran inútiles, o ella no los realizaba correctamente. Sin embargo, esporádicas veces, lograba conjurar alguna cosa: piedras, o frutas, o algún que otro animal pequeño. Lo peor había sido una serpiente, pero, afortunadamente, en ese momento estaba allí Brethan, quien aplastó la cabeza de la víbora con un mazo y luego se la dio de comer en la cena.

 

Aunque ya no estaba con Bilma, seguía teniendo aquellas pesadillas horrendas. La banshee la perseguía en sueños y no le daba paz.

 

 

 

 

***

 

 

Sathor — Al sur de Puerto Perdido, Ghina.

 

 

Karonte y Abidón eran dos rivales temibles, pero Sathor ya hacía tiempo que estaba preparándose para el Igret, por lo que se sintió confiado al enfrentarlos. Aunque fue una lucha dura, y sabía que no vencería, logró mantenerse firme ante sus entrenadores. Cuando terminaron, los tres estaban agotados, y sin dudarlo, ingresaron en la casa de Sathor a descansar.

 

— Estás muy bien preparado — sonrió Karonte. — Me alegra, porque el Igret se abrirá pronto.

 

— Murcio nos dijo que avanzas muy rápido en la magia ofensiva.

 

— Espero que sí — dijo modestamente, mientras servía unos vasos del vino de arroz que Kaíl le había facilitado. — ¿Qué tan pronto se abrirá?

 

— En más o menos seis meses — respondió el guardián de Libben, dejando ver por unos instantes una sombra en su rostro — Se abrirán por lo menos dos Igret.

 

— Tal vez tres — intervino Abidón mirando a Karonte con una expresión fehaciente, que Sathor no pudo interpretar.

 

— ¿Tres? — Preguntó sorprendido. — ¿Es decir que hay tantas postulantes?

 

— Sí — los hombres contestaron al unísono y esto lo hizo sonreír, porque la verdad que se parecían tanto, que podrían haber sido hermanos.

 

— ¿Y cómo podré elegir cuál me gusta? — Bromeó.

 

Abidón, que era muy serio, no interpretó su broma y casi le reprendió.




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