Lina y Sathor - El inicio del despertar

Capítulo 27

Lina – Las Aguas de la Inmortalidad, Ghina.

 

 

Al día siguiente, viajaron al norte, donde Sathor tenía su morada, y se quedaron allí varios días hasta que fue el momento de despedir a sus padres.

 

Cuando el día llegó, se reunieron en las Aguas de la Inmortalidad, el lugar se veía tal como cada vez que iba a recoger el preciado líquido para sus pociones.

 

Además de sus padres, también dejaban su puesto los guardianes de Nabad y los guardianes de Ga’Til, ellos serían reemplazados por Marlén y Leon, y Ruffo y Esther, respectivamente.

 

Los guardianes que dejarían su puesto se colocaron al borde del estanque formando la figura de un triángulo, cada pareja en un vértice. Acompañándolos, se ubicaron los nuevos guardianes, Lina junto a Ilbana y Sathor al lado de Karonte.

 

El resto de los guardianes damoni también estaban presentes, ubicados detrás.

 

Murcio, el guardián de Godo, trajo un pergamino antiguo, en el cual había un texto que a Lina le pareció demasiado corto como para tratarse de un ritual.

 

En aquel antiguo rollo no había ningún rito, sino una canción, la cual los guardianes que se marchaban cantarían. La primera en entonar aquella melodía fue Bea Valente, la antigua guardiana de Nabad, junto con su compañero damoni, Rao. Era un son muy hermoso y pronto comenzó a llenar los corazones de todos de una inexplicable alegría. Uno a uno fueron uniendo sus voces aquellos que irían al renacimiento. La letra del cántico estaba en otro idioma y Lina no podía entender lo que decía.

 

Una suave luz comenzó a emerger desde las profundidades del estanque, era una luz de color violeta, parecía girar, sin embargo, el agua no se movía.

 

Lina sostenía la mano de su madre desde que iniciara el ritual, pero ahora no la sentía. Al percatarse de esto, observó a Ilbana y notó que su cuerpo había comenzado a hacerse difuso, al igual que su padre.

 

Otra cosa sorprendente fue que la música no había cesado, pero nadie cantaba, las parejas que dejaban su puesto sonreían, los demás miraban la escena tan azorados como Lina.

 

La luz salió del agua y en un amplio movimiento circular comenzó a tocar a las parejas atrayéndolas al centro del estanque, los cuerpos, recientemente translúcidos, se tornaron en luz blanca, y fundiéndose con aquella luminiscencia púrpura, se introdujeron en las profundidades del renacimiento, dejando tras de sí, el eco de su hermoso canto.

 

Lina, absorta en aquella magia, no notó que Sathor la abrazaba. Ella derramaba lágrimas de alegría al ver que todo aquello que su padre le contara cuando niña, era cierto.




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